Para entender la crisis interna del oficialismo hay que remontarse al principio. Cuando se dio a conocer la fórmula de Alberto Fernández y Cristina Kirchner, sorprendió a muchos. Sin embargo, pudieron ganar las elecciones porque consiguieron el apoyo de la gente que votaba el fin del ajuste representado por Mauricio Macri. La gente esperaba tener plata en el bolsillo, no importaron las denuncias de corrupción ni la causa de los cuadernos que salpicaban a Cristina.
En el presente, las visiones de ambos con respecto a las PASO eran muy distintas. Mientras Alberto pensaba que el domingo podría festejar, Cristina hace tiempo venía prediciendo la derrota. Sus percepciones de la realidad eran opuestas. Cristina tuvo razón y en su carta de ayer lo señaló públicamente.
Pero a pesar de todo, ambos deberían saber que el futuro es juntos. El control del Congreso para los dos años que quedan de gobierno son fundamentales para seguir camino al 2023, por eso van a ir a fondo para recuperar votos.
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En medio del caos, Máximo Kirchner comenzó a preparar el terreno para el 14 de noviembre próximo. Con su gente de confianza se dedicó a analizar cada distrito en donde los votos propios se les escaparon. Hasta se hizo la comparación de ausencias y presencias en las mesas ganadoras del 2019. Ese análisis arroja un dato importante; en 2019 el presentismo superó el 72% mientras que en las PASO se registraron hasta el 50% de ausencias en algunas mesas.
La conclusión es que los que no fueron a votar lo hicieron para no votar en contra, por eso es clave recuperar ese apoyo para poder modificar el resultado de noviembre.