Investigadores del INTA buscan mejorar su valor nutricional y obtener harina con alta amilosa, una propiedad que aumenta la proporción de fibra dietética y beneficia la digestión. El estudio será presentado en una jornada organizada por el INTA y Argentrigo.
Según la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO, por su sigla en inglés), el trigo provee el 20 % de las calorías y el 25 % de las proteínas consumidas diariamente. Con un rol fundamental en la dieta humana y una población mundial en aumento –en 2050, se estima, que habrá 9.000 millones de habitantes–, la posibilidad de incrementar la calidad nutricional del cereal es un desafío para la ciencia.
En este sentido, un grupo de investigadores del Instituto de Recursos Biológicos del INTA trabaja en el desarrollo de trigos con mejor valor nutricional, mayor contenido de hierro y zinc y que puedan transformarse en harina con alta amilosa, una propiedad que aumenta la proporción de fibra dietética prebiótica y beneficia la digestión.
“La calidad nutricional implica la mejora en compuestos bioactivos”, señaló Marcos Bonafede, especialista en mejoramiento genético del INTA, y agregó: “La biofortificación es el proceso por el que se aumenta el contenido y disponibilidad de nutrientes, como vitaminas, minerales esenciales y fibra”.
Para esto, Bonafede y su equipo trabajan en la puesta a punto de distintas estrategias de premejoramiento. “Como ejemplo de algunas de estas estrategias, estamos trabajando con genes particulares que aportan características y mejoran las propiedades del gluten destinado a panificación”, indicó.
El premejoramiento implica la transferencia de características deseables presentes en especies emparentadas con el trigo, mediante cruzamientos artificiales. “Esto nos permite vincular los recursos genéticos disponibles en parientes silvestres, o incluso cultivares obsoletos, con variedades que necesitan incrementar su diversidad genética para luego ingresar en el programa de mejoramiento del cultivo”, manifestó el especialista del INTA.
Como ejemplo, Bonafede describió que el trigo silvestre Triticum turgidum var. dicoccoides (no domesticado por el hombre) posee el gen GPC-B1. Se trata de una fuente de variabilidad genética y, gracias al cruzamiento con otras variedades, permitirá incrementar el contenido de micronutrientes como hiero y zinc en el grano.
“Este gen ha sido estudiado en nuestro país en cuatro variedades diferentes”, expresó Bonafede y aclaró: “Estamos evaluando, en ensayos experimentales, el efecto de este gen en el contenido de micronutrientes como hierro y zinc”.
Hacia la integración de la cadena
Según las últimas estimaciones, para la campaña 2018/19, el aporte al Producto Bruto Interno alcanzaría los 3.600 millones de dólares, con un Valor Bruto de 5.000 millones dólares y exportaciones que llegarían a los 3.000 millones, con una incidencia en el PBI de 0,54 %.
Todo esto, ubica a la cadena de valor del trigo como una de las más importantes en la producción agropecuaria argentina debido a su aporte a la economía nacional y a la gran cantidad de eslabones participantes.
En este sentido, el INTA junto con la Asociación Argentina de Trigo organiza una jornada que busca abordar temas primordiales para el desarrollo de la cadena de trigo argentina. Entre ellos, se incluyen aspectos relacionados con calidad, producción, sanidad del cultivo y nuevas tecnologías disponibles para el mejoramiento. Asimismo, se abordarán temas relacionados a la agroindustria y se resaltará la importancia de la inocuidad y agregado de valor a la producción.
Fuente: INTA