🌱 Cultivos de servicio: cómo definir el momento y método de terminación según las condiciones climáticas
Durante esta época del año, los productores suelen decidir la fecha de secado de los cultivos de servicio (CS), una práctica que normalmente se define por el volumen de biomasa generado y la proximidad de la siembra del cultivo siguiente.
Sin embargo, surgen nuevas preguntas: ¿no debería también considerarse el contenido hídrico del suelo, la probabilidad de lluvias entre el secado y la siembra sucesora, y el impacto hídrico que los CS generan sobre el cultivo de renta?
Impacto de los cultivos de servicio en distintos escenarios climáticos
Años secos
En campañas secas, el desafío es producir suficiente materia seca sin agotar el agua del perfil. Por eso, se recomienda interrumpir el ciclo de los CS antes de que ingresen en etapas reproductivas, cuando el consumo de agua aumenta notablemente.
Estudios indican que, en años secos, un cultivo de servicio puede consumir entre 50 y 60 mm más de agua que un barbecho químico. No obstante, si luego del secado se registran lluvias suficientes, el perfil se recarga y no se observan efectos negativos sobre el cultivo posterior.
Años normales o húmedos
En condiciones normales o húmedas, especialmente en lotes con influencia de napa freática, puede ocurrir que la excesiva humedad del suelo complique las labores de siembra. En estos casos, los CS pueden ser aliados estratégicos si se implantan temprano, ya que ayudan a regular el nivel de las napas.
En zonas como Marcos Juárez, los registros muestran que la napa freática ascendió más de 10 metros en las últimas décadas, producto de los cambios en el sistema productivo y la disminución del consumo de agua al reemplazar pasturas por cultivos agrícolas extensivos.
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Estrategias de manejo y elección de especies
La agricultura dispone de múltiples herramientas para aumentar el consumo de agua sin depender exclusivamente de las pasturas. Un buen diseño de rotaciones permite maximizar el uso hídrico y energético del sistema.
Los CS contribuyen no solo a ese equilibrio, sino también a mejorar la captura de energía solar, el desarrollo radicular, la actividad biológica del suelo y el reciclado de nutrientes, brindando diversos servicios ecosistémicos.
La elección de especies y mezclas resulta clave para obtener los beneficios esperados. Conocer el ciclo de cada especie es esencial para definir correctamente la fecha de siembra, manejo y terminación.
Por ejemplo, en gramíneas, el secado debe realizarse en antesis y nunca después de la floración, momento en que el consumo hídrico se dispara y las semillas remanentes pueden transformarse en una mala hierba en campañas siguientes.
Objetivos productivos y volumen de materia seca
El momento de terminación del CS depende directamente del objetivo productivo y del volumen de materia seca por hectárea necesario para alcanzarlo.
En la zona Núcleo, se requieren entre 6 y 7 toneladas de materia seca por hectárea para lograr un buen control de malezas. En cambio, cuando se busca fijación de nitrógeno mediante leguminosas previas a gramíneas, se recomienda superar las 7 toneladas por hectárea.
Importancia de la fecha de siembra
La fecha de siembra del CS es determinante para alcanzar los volúmenes de materia seca deseados.
Implantar los cultivos a mediados de marzo permite interrumpir su crecimiento más temprano y lograr buenos volúmenes hacia mediados de agosto. En cambio, atrasar la siembra prolonga el ciclo hasta septiembre, reduciendo las posibilidades de recuperación hídrica del suelo antes de la siembra de gruesa.
Decisiones en años excepcionales
En campañas donde el objetivo principal es reducir el exceso hídrico, puede resultar conveniente extender el ciclo de los CS para maximizar el consumo de agua antes de la siembra del cultivo principal.
Incluso puede evaluarse la siembra en verde, terminando el CS después de implantado el cultivo sucesor. Sin embargo, esta práctica requiere un análisis cuidadoso, ya que la decisión de secado no siempre debe responder a un calendario o a la cantidad de biomasa, sino al contenido de humedad del perfil.
En años como el actual, especialmente en el oeste de Buenos Aires, se recomienda mantener activos los CS el mayor tiempo posible para favorecer la fijación de nitrógeno (en el caso de leguminosas), capturar carbono, estimular la actividad biológica del suelo y consumir el exceso de agua disponible.
Fuente: Fundación Producir Conservando