Menos productores siembran soja y el monocultivo pierde terreno

Menos productores siembran soja y el monocultivo pierde terreno

El monocultivo de soja, que dominó el paisaje agrícola argentino durante décadas, viene cediendo terreno a otras alternativas productivas. Una de las razones de este cambio es la baja en las retenciones para cultivos como el maíz y el trigo, implementada durante el gobierno de Mauricio Macri, lo que abrió nuevas posibilidades económicas para los productores.

Según datos del Instituto Nacional de Semillas (INASE), las últimas declaraciones juradas presentadas por los productores ante el Sistema de Información Simplificado Agrícola (SISA) muestran que la superficie destinada a la soja cayó en 1,7 millones de hectáreas respecto de la campaña 2021/22. En realidad, esta tendencia a la baja comenzó en la campaña 2013/14.

La llamada “llanura sojera” dejó de ser el mar homogéneo de oleaginosa que caracterizó al agro argentino durante los años de auge de los commodities. En aquel entonces, el Gobierno había implementado retenciones con el objetivo de capturar parte de la renta agrícola para financiar el superávit fiscal. Hoy, incluso el Fondo Monetario Internacional reconoce que estos derechos de exportación son distorsivos e insta a que se reduzcan progresivamente.

En el campo, mientras tanto, el cambio de mentalidad llegó antes que las reformas. La rotación de cultivos —más eficiente, sustentable y beneficiosa para la salud del suelo— se impuso por necesidad y conveniencia. En 2014, por cada lote de maíz o trigo, había cinco de soja. Hoy, esa relación está prácticamente equilibrada.

La pandemia aceleró esta toma de conciencia. Ya no se trata solo de una ecuación de precios y rendimientos, sino también de evitar el desgaste del suelo y sostener la productividad a largo plazo.


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Un informe de Agrobrokers refleja este viraje: en 2024 se espera una producción de maíz de 51 millones de toneladas, de las cuales 36 millones se destinarían a exportación, más del doble que en 2010. El trigo sigue una curva similar. La soja, en cambio, consolida su retroceso: en 2010 se exportaron 9,5 millones de toneladas de un total de 54,4 millones producidas; en 2021, la producción fue de 52 millones y las exportaciones cayeron a 6,3 millones.

El reordenamiento del agro argentino también se evidencia en la cantidad de productores. En la campaña 2024/25 se registraron 54.055 empresas que sembraron soja, una baja de 6.500 respecto de 2021/22. Las principales provincias productoras son Buenos Aires (31%), Córdoba (26,6%), Santa Fe (17,8%), Santiago del Estero (7,2%) y Entre Ríos (6,5%).

El uso de semilla fiscalizada mostró una leve recuperación, alcanzando un 16,7% del total, aunque sigue sin superar el 20% alcanzado en ciclos anteriores.

En contraste, Brasil muestra una tendencia opuesta. Pese a la incertidumbre económica global, se estima que la superficie sembrada con soja aumentará un 2% en la próxima campaña, alcanzando las 48,6 millones de hectáreas, según la consultora Céleres.

En Argentina, el nuevo esquema tributario anunciado recientemente reduce los derechos de exportación para la soja del 33% al 26%; para el maíz y el sorgo del 12% al 9,5%; y para el girasol del 7% al 5,5%. Trigo y cebada se mantienen en 9,5%.

Con una mejora en los márgenes esperada para la próxima campaña, el escenario parece propicio para que el reacomodamiento productivo continúe, diversificando la matriz agrícola y apostando por una mayor sustentabilidad.

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