Milei acierta el momento: baja de retenciones y un campo listo para despegar
El Gobierno de Javier Milei lanzó el sábado una jugada clave: la reducción de derechos de exportación, una medida largamente esperada por el agro argentino. Más allá del largo camino por recorrer, la señal llegó en un momento estratégico: sin afectar el superávit fiscal y con un potencial impacto político y económico mayor al previsto.
La medida descomprime una presión que pesa sobre el campo desde 2002, cuando el entonces ministro Roberto Lavagna reimplantó las retenciones, aprovechando los altos precios internacionales para aplicar un tributo que, en sus inicios, pasó casi desapercibido. Pero su efecto acumulativo fue asfixiante.
La situación explotó en 2008, cuando el ministro Martín Lousteau impuso las retenciones móviles. Aquella decisión detonó el conflicto con el campo y derivó en una crisis institucional sin precedentes que solo fue contenida por el célebre “voto no positivo” de Julio Cobos en el Senado. Desde entonces, el agro quedó estigmatizado por el kirchnerismo como “oligarquía”, pese a que los datos oficiales del INDEC muestran otra realidad: el 91% de las explotaciones agropecuarias está en manos de productores o familias directamente involucradas.
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Las retenciones no solo impactaron sobre el agro: también se extendieron a industrias y sectores tan disímiles como el vino. Una lógica impositiva que frenó el crecimiento y la inversión. La medida actual, aunque parcial, abre un nuevo horizonte. Se estima que el costo fiscal sería incluso menor al 0,3% del PBI, considerando el posible crecimiento de la superficie sembrada.
El potencial está. Argentina produce apenas 52 millones de toneladas de soja, muy lejos de los 150 millones de Brasil y los 113 millones de EE.UU. El “yuyo” —como lo despectivizó el kirchnerismo— sigue siendo una fuente clave de generación de divisas.
Aunque se proyecta que Vaca Muerta supere al agro en exportaciones hacia 2028 y que la minería lo haga en 2032, eso solo ocurrirá si se mantienen las condiciones actuales. Sin retenciones, el campo podría seguir liderando la generación de dólares por varios años más.
Otro punto clave: las retenciones no son coparticipables. Su eliminación beneficia a las provincias, pero también abre el riesgo de que municipios o gobernaciones busquen compensar la caída con más presión impositiva local. Algunos distritos ya organizan protestas contra los intendentes por los excesos fiscales.
En un año electoral en la provincia de Buenos Aires, la jugada del oficialismo muestra pragmatismo. Y para muchos en el campo, fue un verdadero gol.