Fitosanitarios bajo la lupa: advierten que los mayores riesgos están dentro del hogar
En una charla provocadora y repleta de datos, el Dr. Fernando Manera desarmó mitos en torno a los productos fitosanitarios utilizados en el campo y encendió una luz de alerta sobre los peligros invisibles que conviven a diario en los hogares urbanos. La exposición tuvo lugar en el Congreso Mercosur de Aviación Agrícola, donde el bioquímico, docente universitario y autor del libro Una amenaza invisible ofreció una mirada crítica y documentada sobre la percepción social de los químicos.
¿Son los fitosanitarios los responsables de las intoxicaciones químicas en Argentina? Esa fue la pregunta que abrió la conferencia, y cuya respuesta llegó con contundencia: los productos agrícolas representan menos del 2 % de las intoxicaciones químicas en el país, según datos presentados por Manera.
“Tenemos más de 140.000 productos químicos circulando en la vida cotidiana. Muchos de los que usamos para limpiar la casa, matar mosquitos o teñirnos el pelo son más tóxicos que los del agro. Pero nadie los cuestiona”, disparó el especialista. Y respaldó su afirmación con cifras del Hospital de Niños de Córdoba, que registró más de 5.000 casos de intoxicación en una década, de los cuales solo el 3 % estuvo vinculado al agro.
Te puede interesar
- 💥 Milei bajó las retenciones y lanzó un dardo al “Estado maldito”: “Eliminar este impuesto es una obsesión”
- Pronóstico de lluvias hasta el 4 de agosto
-
Un sueño hecho realidad: un joven pisa La Rural por primera vez y emociona con su historia
- “Salarios de hambre, nunca más”: la UATRE salió a las rutas y endurece su reclamo al agro
- Brasil eliminó retenciones y duplicó exportaciones: ¿Qué espera Argentina?
-
¿El Niño desapareció? Qué esperar del clima en el trimestre clave para el agro
Químicos domésticos: el enemigo silencioso
Manera ejemplificó con el caso del lindano, un insecticida prohibido en agricultura desde 1968, que se siguió usando como piojicida hasta 2011, cuando logró su retiro tras denunciar el caso ante el Defensor del Pueblo. “Durante 43 años le pusimos un neurotóxico en la cabeza a nuestros hijos en una concentración hasta 50 veces superior a la del uso agrícola”, denunció.
También cuestionó el uso doméstico de malathion —otro neurotóxico prohibido en 2012— y de productos como repelentes, insecticidas en aerosol, pastillas evaporizables para mosquitos, mezclas de lavandina y detergente (que liberan gas cloro), y los disruptores endócrinos presentes en plásticos, cosméticos y envases.
“El problema no es el químico, sino cómo y quién lo usa. El riesgo depende de la toxicidad, pero también de la exposición y la vía de ingreso al organismo”, explicó. Y advirtió que niños y embarazadas son especialmente vulnerables, mencionando vínculos entre estas exposiciones y enfermedades como leucemia infantil, pubertad precoz, alteraciones neurológicas y obesidad.
Falta de educación y control
El experto también hizo foco en la falta de educación pública y de control sobre los productos químicos no agrícolas. “¿Por qué nadie te advierte que no debés calentar comida en plástico? ¿Por qué un repelente se vende como si fuera perfume?”, se preguntó.
Y criticó que muchos productos prohibidos en agricultura sigan disponibles en viveros, supermercados o perfumerías, sin etiquetado adecuado ni campañas de concientización.
El campo, ¿culpable sin pruebas?
Para cerrar, Manera se refirió al discurso dominante que vincula al campo con enfermedades como el cáncer. “No hay evidencia de que el campo enferme más que la ciudad. De hecho, la tasa de cáncer es más alta en las grandes urbes”, afirmó, citando estudios internacionales que desacreditan esa relación directa.
“El problema es legislar desde la ideología y no desde la ciencia. La ignorancia sumada al fundamentalismo genera discursos peligrosos y decisiones erradas”, alertó. Y concluyó con una frase que resume su propuesta:
“Si la gente se cae en un precipicio, lo lógico es poner una valla, no un hospital en el fondo. Esa valla se llama educación”.