Crimen en el campo: fue condenado a prisión perpetua por matar a su socio y simular un accidente con un toro
El caso estremeció al interior de Córdoba y puso en primer plano una historia que mezcla negocios ganaderos, tensiones personales y un crimen brutal. Trece años después de lo ocurrido, la Justicia dictó una sentencia definitiva: Javier Gallo fue condenado a prisión perpetua por el homicidio de su socio Osvaldo Miranda, ocurrido en 2012 en un establecimiento rural del departamento General Roca.
Ambos eran socios en un emprendimiento ganadero y compartían la administración del campo. La relación, sin embargo, se había deteriorado con el tiempo. Diferencias económicas, desconfianzas mutuas y el faltante de animales generaron un clima cada vez más tenso, hasta que todo terminó de la peor manera.
En septiembre de 2012, Miranda apareció muerto dentro de un corral. El primer informe apuntaba a un trágico accidente: su cuerpo presentaba heridas compatibles con haber sido arrastrado por un toro, lo que en un contexto rural no resultaba imposible. Durante los primeros meses, la causa fue caratulada como “muerte accidental”.
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Accidentes fatales en el campo: mueren cinco personas por semana
Pero algo no cerraba. En 2014, tras nuevas pericias y testimonios, los investigadores comenzaron a sospechar que detrás de esa escena de campo había algo más. La hipótesis cambió radicalmente: Miranda no murió por una embestida del animal, sino que primero recibió un golpe fatal y luego fue atado al toro con la intención de encubrir el crimen.
La causa se transformó en una investigación por homicidio, con Javier Gallo como principal acusado. La fiscalía reunió pruebas que apuntaban a un asesinato premeditado, vinculado a las tensiones internas por el manejo del establecimiento.

En 2021, Gallo fue condenado a 18 años de prisión. Pero la querella no se conformó: apeló el fallo y pidió la pena máxima, argumentando que se trató de un crimen planificado y con alevosía. Finalmente, este año, un jurado popular respaldó esa postura y dictó prisión perpetua para el acusado.
El caso tuvo amplia repercusión en la región, no solo por la brutalidad del hecho, sino también por la demora en alcanzar una condena firme. Durante más de una década, la familia de Miranda buscó justicia en medio de versiones cruzadas, peritajes forenses y procesos judiciales prolongados.
Con la sentencia definitiva, se cierra un capítulo oscuro que dejó una marca profunda en la comunidad rural cordobesa. Una historia que empezó como una sociedad para producir ganado y terminó en un crimen que estremeció al país.