Cuenta regresiva: el futuro del decreto sobre las retenciones y la presión del campo al gobierno
El decreto 38/2025, firmado por el presidente Javier Milei, surge en un contexto económico donde el sector agropecuario se enfrenta a importantes desafíos. La alta carga tributaria, marcada especialmente por los derechos de exportación, ha sido un tema recurrente en las discusiones sobre la competitividad del campo argentino. En este sentido, el decreto busca reducir significativamente estos derechos como una medida para incentivar la liquidación de cosechas, con el objetivo de fomentar el ingreso de divisas al país y revitalizar la economía nacional.
Esta política tiene como finalidad apoyar a los productores, quienes han sufrido las consecuencias de un marco regulatorio que limita su capacidad de operación. Al disminuir los derechos de exportación, se busca mejorar la rentabilidad de los cultivos y, por ende, estimular la producción agropecuaria. Este cambio pretende no solo aliviar la presión económica sobre los agricultores, sino también asegurar que el país pueda beneficiarse de un mayor flujo de divisas, que es crucial para el equilibrio de la balanza de pagos.
Para ser beneficiarios de este decreto, los productores agropecuarios deben cumplir con ciertas condiciones. Los productores deben liquidar el 95% de las divisas provenientes de esas mercaderías y la reducción a 15 del plazo para hacerlo, en lugar de los 30 días habituales.
Inicialmente, la repercusión del decreto en el sector agropecuario ha sido positiva, generando un clima de expectativa favorable. Muchos productores han comenzado a planificar sus cosechas con una perspectiva renovada, anticipando un mejor retorno económico que podría traducirse en inversiones en innovación y mejoras en la producción. Sin embargo, la implementación efectiva de estas medidas y su sostenibilidad a largo plazo serán determinantes para evaluar el éxito de esta política agropecuaria.
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Presión de las entidades agropecuarias
En el contexto actual de la Argentina, las entidades agropecuarias han despertado un interés renovado en el marco del debate sobre el decreto 38/2025. Este decreto ha sido objeto de atención por parte de los líderes del sector, quienes han expresado su necesidad de mantener un diálogo fluido y de establecer expectativas claras con el gobierno. Las organizaciones agropecuarias han manifestado su deseo de transformar la normativa vigente en un “piso” de beneficios que no se vea disminuido, asegurando así la sostenibilidad de sus actividades.
Durante la reciente invitación a la comisión de agricultura de la Cámara de Diputados, diversas agrupaciones del sector rural presentaron un compendio de propuestas y demandas. Según los representantes de estas entidades, uno de los puntos críticos mencionados ha sido la necesidad de contar con previsibilidad en el marco legal que rige el sector. Reconocen que la falta de una ley clara y estable puede tener un impacto negativo significativo en la planificación y desarrollo de sus actividades. Esta incertidumbre afecta directamente la capacidad de inversión y la competitividad del sector, dado que los productores necesitan un entorno regulatorio que les brinde confianza para llevar adelante sus operaciones a largo plazo.
Los líderes del sector también han enfatizado la importancia de esta negociación como un paso fundamental para reducir la tensión existente entre el campo y el gobierno. Su objetivo es asegurar que las condiciones establecidas en el decreto 38/2025 se mantengan, considerando que son esenciales para el avance y la modernización del sector agropecuario. El consenso y la colaboración entre las entidades agropecuarias y el gobierno son vistos como elementos clave para alcanzar un acuerdo que satisfaga a ambas partes sin comprometer los intereses de los productores.
Propuestas alternativas para el sector
En el contexto actual de la reforma de los derechos de exportación, es esencial que se contemple un rango de propuestas que puedan no solo hacer frente a las exigencias del sector agropecuario, sino también garantizar un desarrollo económico sostenible. Una de las propuestas discutidas por los representantes del campo es la eliminación gradual de las retenciones a las exportaciones. Esta medida podría permitir al sector aumentar su competitividad a nivel internacional, incentivando a los productores a invertir más en nuevas tecnologías y prácticas agrícolas sostenibles.
Además, algunos expertos sugieren que esta gradualidad debería estar acompañada por un superávit fiscal, lo cual implicaría un manejo financiero metódico y equilibrado por parte del gobierno. A través de esta estrategia, se podría disminuir la presión fiscal sobre los agricultores mientras se promueve un entorno económico más saludable. Sin embargo, para muchos, la clave recae en la reducción del gasto público, que permitiría liberar recursos que podrían ser mejor utilizados en otros sectores de la economía o en inversiones productivas que beneficien al campo.
Otra idea innovadora que ha ganado tracción es el uso de bonos para financiar la eliminación de impuestos. Esta estrategia permitiría al gobierno movilizar recursos de manera más ágil, utilizando instrumentos financieros que eviten el deterioro de las cuentas públicas a corto plazo. Además, al emitir bonos dirigidos específicamente a la agricultura, se fomentaría una mayor colaboración entre el sector público y privado, fortaleciendo la relación entre ambos y contribuyendo a la estabilidad económica del país.
Estas propuestas no solo apuntan a aliviar la carga fiscal sobre el sector agropecuario, sino que también ofrecen una vía para mejorar la competitividad del país en el mercado global. Cada opción presenta beneficios potenciales que deben ser cuidadosamente considerados por los responsables de la formulación de políticas para asegurar un equilibrio entre las necesidades del campo y las exigencias fiscales del gobierno.
La voz del sector agropecuario y sus futuros desafíos
El sector agropecuario argentino está en una encrucijada a medida que se acerca la fecha de vencimiento del decreto 38/2025. Este decreto ha jugado un papel crucial en la regulación de las actividades agrícolas y ganaderas, y su posible modificación o eliminación genera mucha incertidumbre. Diversos actores del campo han expresado sus inquietudes sobre cómo un aumento en las retenciones podría afectar su rentabilidad y, por ende, la sostenibilidad de sus operaciones. Los representantes de las asociaciones agropecuarias han manifestado su preocupación por la falta de diálogo con el gobierno y la necesidad urgente de establecer un marco de políticas que favorezca la previsibilidad en el sector.