Fungicidas en la mira: ¿Falla de aplicación o resistencia?

El trigo, uno de los cultivos fundamentales para la alimentación mundial, se enfrenta a múltiples desafíos, entre ellos las enfermedades fúngicas. Estas enfermedades, como la mancha amarilla, la septoriosis y las royas anaranjada y amarilla, son causas significativas de pérdidas de rendimiento en diversas regiones agrícolas. En Argentina, los daños derivados pueden representar entre un 10% y un 30% de la producción, subrayando la gravedad del problema.

La mancha amarilla, causada por el hongo Pyrenophora tritici-repentis, se manifiesta en manchas foliares que disminuyen la capacidad fotosintética de las plantas. La septoriosis, resultante de la infección por Zymoseptoria tritici, induce lesiones necróticas en las hojas, afectando aún más el desarrollo de las plantas. Por otro lado, las royas anaranjada y amarilla, producidas por los hongos Puccinia triticina y Puccinia striiformis respectivamente, son igualmente devastadoras, especialmente bajo condiciones ambientales favorables para su propagación.

La interacción entre el huésped susceptible, el patógeno virulento y un ambiente propicio es crucial para la proliferación de estas enfermedades fúngicas. Comprender esta dinámica no solo permite identificar las condiciones que favorecen los brotes, sino también desarrollar estrategias de control más eficaces. La susceptibilidad del huésped puede ser influenciada por factores genéticos y prácticas agronómicas, mientras que la virulencia del patógeno depende de su capacidad de adaptación y mutación. El ambiente, por su parte, juega un papel determinante al influir en la germinación de esporas, su penetración en el huésped y la esporulación.

Roya Amarilla en trigo. gentileza Ing. Bories – Adolfo Alsina – Bs. As.

Diseñar estrategias de control adecuadas requiere un enfoque integrado que considere estos tres elementos interrelacionados. La implementación de variedades resistentes, el uso prudente de fungicidas y la aplicación de prácticas agrícolas sostenibles son componentes esenciales para mitigar el impacto de estas enfermedades en el cultivo del trigo.


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Factores que afectan la eficacia de los fungicidas

La eficacia de los fungicidas es fundamental para el control de enfermedades en los cultivos, y comprender los factores que pueden influir en su rendimiento es clave para los productores. Según la Red de Manejo de Plagas de Aapresid (REM), diversos elementos pueden contribuir a la falla en el control de fungicidas.

En primer lugar, la subdosificación se refiere a la aplicación de cantidades insuficientes de fungicida. Este problema puede surgir debido al uso incorrecto de equipos de pulverización o por la toma de decisiones basadas en presupuestos limitados. Es crucial ajustar las dosis conforme a las recomendaciones del fabricante y asegurarse de que el equipo de aplicación esté correctamente calibrado.

Otro factor importante es la elección inadecuada de la molécula. No todos los fungicidas son igualmente efectivos contra todas las enfermedades. La selección de un fungicida específico debe basarse en los patógenos presentes en el campo. Utilizar fungicidas de amplio espectro o aquellos específicos para el patógeno objetivo puede aumentar significativamente la efectividad del tratamiento.

La aplicación tardía de fungicidas es otro desafío común. La eficacia del fungicida disminuye cuando se aplica después de que la enfermedad ha avanzado. Un monitoreo regular y una intervención temprana son esenciales para maximizar el impacto del fungicida.

La calidad de la aplicación también juega un papel crítico. Esto incluye aspectos como el tamaño de gota adecuado, la cobertura uniforme y la presión de pulverización correcta. Cualquier descuido en estos elementos puede llevar a una distribución ineficaz del producto, reduciendo así sus beneficios.

Finalmente, las condiciones ambientales adversas pueden afectar la acción de los fungicidas. Factores como lluvias que lavan el producto o temperaturas extremas que alteran su estabilidad pueden disminuir su eficacia. Es esencial considerar el clima al programar las aplicaciones y, en su caso, recurrir a métodos complementarios de control de enfermedades.

Comprender y manejar estos factores es crucial para los productores que buscan optimizar el uso de fungicidas y proteger sus cultivos de manera efectiva. Asegurarse de seguir buenas prácticas agronómicas puede marcar una diferencia significativa en el manejo de enfermedades y en la productividad general del campo.

Comprendiendo la resistencia a los fungicidas

La resistencia a fungicidas es un fenómeno complejo y preocupante, cuyas raíces se encuentran en la casi inevitable capacidad de adaptación de los patógenos. Este tipo de resistencia ocurre cuando ciertas mutaciones genéticas permiten a una pequeña fracción de la población patógena sobrevivir al tratamiento fungicida y, con el tiempo, multiplicarse hasta prevalecer. Entre los casos documentados en Argentina, la resistencia del patógeno Pyrenophora tritici-repentis a los fungicidas estrobilurinas y cyproconazole destaca como un desafío significativo para la producción cerealera.

Los ingredientes activos de los fungicidas presentan diferentes niveles de riesgo de desarrollo de resistencia. Las estrobilurinas, por ejemplo, son especialmente vulnerables a esta problemática debido a su modo de acción específico, que facilita la aparición de mutaciones que confieren resistencia. De manera similar, ciertos patógenos muestran una mayor predisposición genética a desarrollar estos mecanismos de defensa. La combinación de estos factores resulta en un aumento en la frecuencia de reportes de resistencia y la aparición de brotes más difícilmente controlables.

La influencia de prácticas agronómicas inadecuadas no es menor en este contexto. La subdosificación de fungicidas, por ejemplo, puede no eliminar eficazmente la población patógena, permitiendo que los individuos resistentes se reproduzcan. Asimismo, la falta de rotación de fungicidas con diferentes modos de acción promueve la selección de patógenos que ya han desarrollado resistencia a un ingrediente activo específico. De este modo, la monotonía en la aplicación de fungicidas se vuelve un caldo de cultivo para la resistencia.

Entender la dinámica de la resistencia a fungicidas es esencial para implementar estrategias de manejo más efectivas. Mitigar este riesgo requiere una combinación de prácticas agronómicas recomendadas, rotación de modos de acción y un acercamiento preventivo que no subestime la capacidad de adaptación de los patógenos. Solo así se podrá prolongar la eficacia de los fungicidas disponibles, garantizando así una protección sostenible de los cultivos y una mayor seguridad alimentaria.

Buenas prácticas para prevenir la resistencia y mejorar la eficacia

Con el fin de mitigar el desarrollo de resistencias y asegurar la eficacia de los tratamientos fungicidas, es crucial implementar una serie de buenas prácticas agronómicas. Entre las estrategias más efectivas se encuentra la rotación de cultivos. Este método reduce la presión selectiva sobre patógenos específicos, impidiendo que una misma enfermedad se adapte y se fortalezca frente a un determinado fungicida.

El uso de variedades resistentes es otra medida fundamental. Las plantas genéticamente diseñadas para resistir ciertas enfermedades pueden disminuir significativamente la necesidad de aplicaciones químicas, reduciendo así el riesgo de que los patógenos desarrollen resistencias. La constante innovación en la biotecnología agrícola facilita la disponibilidad de estas variedades, proporcionando herramientas esenciales para la prevención de resistencias.

El monitoreo constante de los cultivos es indispensable para detectar tempranamente la presencia de enfermedades. Esto permite realizar aplicaciones correctivas en el momento adecuado y con dosis precisas. Herramientas como el mapeo foliar y las tecnologías de detección temprana contribuyen a un seguimiento efectivo, haciendo que las intervenciones sean más focalizadas y efectivas.

La correcta y oportuna aplicación de fungicidas también es vital. Los productores deben seguir estrictamente las recomendaciones de uso y dosificación indicadas por los fabricantes. Aplicaciones excesivas o fuera del tiempo recomendado pueden propiciar la aparición de resistencias. Así mismo, la adecuada calibración de equipos y la selección de momentos oportunos, como condiciones climáticas favorables, aseguran una mayor eficacia del tratamiento.

Finalmente, es esencial saber distinguir entre una falla de aplicación y una resistencia verdadera. Un error en la aplicación puede parecer una resistencia, pero entender la diferencia lleva a tomar decisiones mejor informadas en el manejo del cultivo. Capacitarse en estas distinciones y utilizar pruebas diagnósticas especializadas son acciones que protegen tanto las cosechas como las tecnologías fungicidas disponibles.

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