La red de bancos de germoplasma (RBG) del INTA es una herramienta fundamental para la preservación y el desarrollo de especies vegetales de interés para la alimentación mundial. Con más de 40 mil entradas de material genético, esta red permite rescatar cultivos originarios y conservar la diversidad genética en diversas áreas ecológicas, desde Jujuy hasta la Antártida.
Recientemente, el INTA de Laguna Naineck ha sumado a su colección más de 50 materiales genéticos vivos de bananas, tanto de origen nacional como internacional. Este año, se incorporarán 40 materiales adicionales para llegar a un total de 90. Según Gerardo Tenaglia, especialista del equipo de investigación del IPAF Región NEA del INTA, contar con un banco de germoplasma es una enorme ventaja desde el punto de vista genético y una herramienta esencial para los equipos de mejoramiento.
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La conservación de los recursos fitogenéticos es crucial debido al riesgo permanente de pérdida, especialmente por la acción humana. Los bancos de germoplasma tienen la función principal de conservar la variabilidad genética existente en el ambiente. Según Tenaglia, esto es vital para la preservación y el desarrollo de especies vegetales, dado que el 20% de la diversidad vegetal está en riesgo de erosión genética o pérdida.
El cultivo de la banana enfrenta desafíos específicos debido a su incapacidad para reproducirse mediante semillas, lo que hace que su variabilidad genética dependa de mutaciones espontáneas. Además, el ciclo de vida prolongado de la banana y la tendencia a la intensificación y simplificación de los sistemas productivos aumentan el riesgo de erosión genética. Por ello, es imperativo recolectar y conservar la amplia variabilidad genética para salvaguardar la adaptabilidad y resistencia al estrés biótico y abiótico.