Pronóstico climático: probabilidad de desarrollo de La Niña

Para el trimestre de julio-agosto-septiembre 2024 (JAS), los modelos climáticos dinámicos y estadísticos indican una probabilidad del 65% de desarrollo de una fase fría, conocida como La Niña, en el Océano Pacífico Ecuatorial. Este fenómeno, que se caracteriza por una anomalía de temperatura del agua del mar, puede tener repercusiones significativas en el clima global y regional.

La Niña suele provocar cambios en los patrones de precipitación y temperatura alrededor del mundo. En América del Sur, por ejemplo, se esperan lluvias más intensas en la región del Pacífico y sequías en el Atlántico. En Asia, las monzones pueden intensificarse, mientras que en Australia se prevén temporadas de lluvias más abundantes. En contraste, en Norteamérica, las condiciones secas pueden prevalecer en el suroeste de Estados Unidos, aumentando el riesgo de incendios forestales.


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Para mitigar los efectos adversos de La Niña, es crucial que los gobiernos y las comunidades implementen medidas preventivas. Entre estas, se incluyen sistemas de alerta temprana, gestión eficiente de recursos hídricos y estrategias agrícolas adaptativas. La cooperación internacional también juega un papel fundamental para compartir datos y recursos que ayuden a anticipar y gestionar los riesgos climáticos.

Históricamente, La Niña ocurre con una frecuencia inferior a la de su contraparte cálida, El Niño. No obstante, los eventos de La Niña tienden a ser más persistentes, a veces extendiéndose por dos años consecutivos. La fase actual de probabilidad elevada se compara con anteriores eventos de La Niña, sugiriendo un patrón climático que puede repetirse en ciclos de varios años. Estos antecedentes históricos proporcionan un marco de referencia para entender y prepararse mejor ante futuras anomalías de temperatura del agua del mar en el Océano Pacífico Ecuatorial.

Con una probabilidad del 65% de desarrollo de La Niña para el trimestre JAS 2024, es fundamental mantenerse informados y preparados para enfrentar los posibles impactos en el clima global y regional. La planificación y la respuesta efectiva pueden mitigar significativamente los efectos negativos de este fenómeno climático.

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