Papa: entre lo que cobra el productor y lo que paga el consumidor hay una brecha de 400%

En los últimos días se abrió una polémica por el precio de la papa. Fue a partir de que la actriz Verónica Llinás se convirtiera en tendencia en redes sociales. Fue por una entrevista periodística en la que contó que lloró al ver a una mujer mayor que no podía comprarlas en una verdulería.

En una entrevista con Infobae, Llinás relattó: “El otro día fui a comprar verdura y había una viejita con un bastón que preguntó cuánto estaba el kilo de papas. Me emociono, como una boluda. Dijeron tanto, y… ‘No, no, no puedo. Deme verdurita’. Un kilo de papas, ¿entendés? No se puede comprar un kilo de papas. Entonces salí llorando”.

Mario Raiteri, secretario de Coninagro y vicepresidente de la Federación Nacional de Productores de Papa y productor en Mechongué, partido de General Alvarado (Miramar), Provincia de Buenos Aires, explicó al diario La Nación que los productores “ni especulan ni forman precio” y plantea que la brecha entre las dos puntas de la cadena es del 400%. “La diferencia entre lo que cobramos y lo que se paga en la góndola la genera la logística, la distribución, la intermediación”, sintetiza.

Más papa que carne. En la Argentina el consumo de papas por habitante por año “superó el de la carne (vacuna)”; está arriba de los 50 kilos al año. Es el tercer alimento más consumido del mundo. Un productor recibe un promedio de $1.600 por la bolsa de 20 kilos y la misma, puesta en el mercado, cuesta entre $5.000 y $6.000.


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Anualmente en el país se siembran entre 80.000 y 90.000 ha. Raiteri menciona que en “La riqueza de las naciones” (la obra de Adam Smith publicada en 1776) ya se decía que un campo de papas genera “más riqueza” que uno de trigo. “Es que en un buen año, una hectárea de trigo da unos 6000 kilos mientras que una de papa puede dar entre 30.000 y 70.000 kilos; depende de la variedad y del paquete tecnológico que se le aplique”, explicó Raitieri.

Agregó que este año la siembra de papa se realizó en condiciones de sequía extrema y que, si bien para la papa esa situación se puede mitigar a través del riego, aunque esa herramienta no funcionó bien porque las napas descendieron.

No formadores. Además, hubo hasta 3 heladas que se produjeron en el momento “más sensible” del cultivo, que es cuando “emerge” la planta. “La demanda no cae y en condiciones de menos oferta claramente se produce aumento, pero insisto en que los productores no somos formadores de precios”, insistió Raitieri.

En la Argentina hay siembra de pagpas todo el año porque va rotando por distintas regiones. Desde enero provee el sudeste de Buenos Aires (Miramar, Necochea, Lobería, Mar del Plata) y esa oferta se mantiene hasta octubre. En julio, comienza en Córdoba, una zona que por la sequía la siembra “sufrió mucho más que en Buenos Aires”, y este mes ya comenzó en Tucumán.

Al respecto, Agustín Pizzichini, productor de papas de Córdoba, enumeró los factores que complicaron el cultivo este año: la sequía que provocó un menor rendimiento y el aumento del costo para hacer una hectárea de papa, que pasó de US$5.000 hace 2 años a los actuales US$8.500.

Dolarizada. Y explicó que “menos la semilla, que es argentina, todo el resto es importado y se paga a dólar blue. A los productores esos costos son los que más nos complican. Para 100 hectáreas se necesita una fortuna y nadie pone eso bajo tierra para ‘ver qué pasa’”, aclaró Pizzichini.

Y agregó un dato no menor: que entre 30% y 40% de los productores se volcaron al cultivo de “papa-industria” que se exporta, lo que genera una retracción en la oferta en el mercado doméstico.

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