La primera quincena de agosto se termina con más de lo mismo. Solo el sudeste bonaerense y la Mesopotamia recibieron montos de lluvia destacables, aunque mucho más en el extremo norte del país, en Misiones, donde los acumulados superaron los 130 milímetros.
Aun con la temprana presencia de un calentamiento del Pacifico consistente con un Niño la disparidad de las reservas de agua en el suelo, de las regiones del oeste respecto del este, no pudo revertirse en lo que va del invierno y la situación no es peor gracias al predominio de circulaciones cálidas y húmedas del noreste más que por el aporte de agua de lluvia.
Los primeros quince días de agosto mostraron un comportamiento similar al de julio, una contienda repetida y frecuente entre flujos de aire cálido y frío que se alternaron sin provocar un cambio de atmósfera lo suficientemente efectivo para el desarrollo de precipitaciones que rompieran el patrón pluvial típico del invierno. Lluvias recostadas sobre la franja este del país.
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El escenario actual no es el que se esperaba al inicio de la campaña fina, después de tres años de sequía, y con un comportamiento global favorable para una pronta transición de Niña a Niño. Se confiaba en una mejora pluvial, por encima de la media, a partir de agosto. Eso no está sucediendo, dando muestras de que las precipitaciones en la región pampeana dependen de un amplio grupo de variables y no de un solo indicador favorable. Lo confirma la distribución y volumen de las lluvias y comienza a padecerlo el trigo.
Los pronósticos de las últimas 48 horas muestran un evento de lluvias importante. Sin embargo, una vez más, hay poca probabilidad de que las precipitaciones rompan la distribución lógica del semestre frío. Si este escenario se convalida se aleja la posibilidad de que la franja oeste del país recomponga, en lo que resta del mes, reservas de agua que actualmente se presentan muy similares a las del año pasado, con un requerimiento de agua superior a los 110 milímetros.
Fuente: BCR