Sequía: un productor comenzó a cosechar soja y su primer lote dio solo 1,6 qq/ha

La “foto” corresponde a un partido del centro norte de la provincia de Buenos Aires, una de las zonas más productivas del país, con suelos clase 1, que prácticamente no tienen limitantes productivas, y que en un año con lluvias y temperaturas normales logran rendimientos promedio de 50 qq/ha.

Claramente no es lo que sucedió en el ciclo agrícola 2022/23, con una de las sequías más grandes de la historia, con daños potenciados por un récord de olas de calor e incluso una helada súper temprana, todos eventos que configuraron un escenario catastrófico.

El irrisorio rendimiento del lote de soja de primera allí cosechado (1,6 qq/ha) pertenece a Alfredo García, un productor y asesor de la zona de Bragado, quien compartió su experiencia a través de la red social Twitter. Allí, a raíz de su publicación, se encontró con numerosos comentarios de otros productores y usuarios quienes no podían creer el rendimiento con el que cerró la cosecha ese lote, de unas 30 ha.

Se trata de un rendimiento que ni siquiera logra cubrir los costos operativos de la cosechadora, sin contar que seguramente también sufrirá mermas de calidad que afectarán al precio comercial del grano cosechado.

Febrero fatal. Durante el ciclo de cultivo, el lote recibió unos 210 milímetros y hasta febrero se presagiaba menores rindes, pero no semejante catástrofe productiva. “A pesar de la poca lluvia, esta soja había optimizado el agua, crecido y desarrollado de una manera bastante buena y esperábamos que anduviera en 30 a 35 quintales. Pero a mediados de febrero la ola de calor extrema, con 40 grados, combinados con viento norte y solo 16% de humedad ambiental, aceleró la tasa de deterioro. Los cultivos necesitaron humedad del suelo que no tenían y quedaron abatidos”, explicó el productor.

Aún con todos estos contratiempos, García señaló que, al iniciar la cosecha, hace 1 semana, la expectativa que tenía era de un rendimiento de entre 7 y 8 qq/ha, y no los escasos 1,68 qq/ha que pudo cosechar. “Es una cosa de locos, algo nunca visto”, se lamentó.

Agronómicamente, explicó que el problema fue que el golpe de calor frenó el llenado de granos, y por eso su volumen fue demasiado pequeño. “Si uno veía la altura de las plantas, era normal, por eso no era tan descabellado cosecharlas. Pero el tamaño de los granos estuvo muy por debajo de lo que incluso nosotros pensábamos”, admitió.

Calidad. Allí es que el problema no solo es la cantidad, sino la calidad. “La mayoría de los lotes, además de rendir menos, van a tener una merma muy importante en el valor comercial, porque al no madurar bien en la parte enzimática quedaron en lo que se conoce como ‘grano verde”, con menos contenido de aceite, y así tendrán descuentos de precio”, se lamentó.

En el resto de los lotes que restan cosecharse, García todavía es optimista en que se puedan lograr entre 10 y 15 qq/ha, aunque insistió en que eso significaría un 70% menos que los rindes promedio.


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“Es incierto el tamaño de grano, porque al cortarse el llenado no sabemos determinar cuál va a ser el valor final. Lo que está claro es que soja de primera se va a perder por lo menos 70% con relación a los valores promedio; en planteos de segunda no quedó nada, las pérdidas son del 100%; en maíz tardío estimamos una baja de productividad del 50%; y el trigo ya rindió 70% menos también”, detalló.

¿Habrá fina? Consultado al respecto sobre qué pasará con la siembra fina, celebró los milímetros caídos en las últimas horas, pero subrayó que el déficit hídrico es tan grande, que es difícil pensar en implantar un cultivo de invierno.

“Los dos primeros metros de suelo están completamente secos. En promedio, para humedecer bien, cada 1,5 centímetros de suelo se necesita un milímetro, por lo que para tener agua al menos hasta el metro y medio necesitamos 225 milímetros. Y teniendo en cuenta que hay evaporación, deberían ser 300. Ni hablar si queremos que ascienda la napa”, estimó García.

Salvo un evento de lluvias realmente extraordinario, es un volumen difícil de concretar, por lo que lo más probable es que gran parte de los lotes queden en barbecho hasta la llegada de las siembras de verano.

“Hay que recordar además que el año pasado la paliza que sufrimos en la fina fue muy importante, fue muy alto el fracaso con el trigo y la cebada”, recordó Garcia.

Pero además de lo agronómico, incide claramente el factor económico. “Tras esta mala cosecha, la gente va a quedar muy golpeada, porque perdió mucho capital corriente, y probablemente no se arriesgue a un doble cultivo y buscará optimizar los pocos recursos que le quedaron, yendo directamente a la soja”, vaticinó.

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