La sequía que sufre todo el país empezó a reflejarse en los números ganaderos. Según datos oficiales, en los 2 primeros meses del año la faena de la categoría vaca aumentó 24% interanual. En ese lapso, la industria procesó 390.000 vientres y así se consolida una tendencia: la falta de lluvias está expulsando vacas de los campos.
Otro indicador de este escenario, según explicaron desde el Mercado Rosario Ganadero (Rosgan) es la fuerte caída en el peso de faena de esta categoría. Solo en febrero, el peso de la media res cayó en 7 kg y quedó en 219 kg.
“Si observamos el recorrido de estos números, vemos que el registro del mes pasado representa el noveno mes consecutivo en caída interanual”, señalaron desde el Rosgan. Desde junio de 2022, la faena de vacas registra menores rendimientos al gancho respecto del año anterior, lo que refleja el bajo estado corporal con el que salen de los campos.
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Además, según el Sistema de Información de Sequías para América del Sur (Sissa), el 25% del stock nacional de vacas está bajo condición de sequía “severa” y “extrema”. Esto representa unos 5,6 M de cabezas.
Sobreoferta. Según los datos de faena de enero y febrero, el Rosgan proyectó como cerrará 2023 y calculó que la industria procesará entre 2,7 y 2,9 M de cabezas. “Esta sobreoferta de vacas, que ya está llegando al mercado sin una tracción equivalente por el lado de la demanda, conduce indefectiblemente a un derrumbe de valores”, advirtieron.
Este escenario ya empezó a reflejarse en las cotizaciones del Mercado de Cañuelas, con una vaca que marcó un piso de $150, valores similares a los que se pagaron hace un año. Los menores precios y peso de faena provocarán la descapitalización de los productores, situación que los obligará a incrementar sus ventas para sostener sus ingresos.
La peor consecuencia que podría generar este escenario es un proceso de liquidación de vientres. “Esta pérdida de valor comercial, sumada a la pérdida de kilos logrados en la balanza, son los que en definitiva conducen a un proceso de descapitalización creciente para el productor, que demanda mayores ventas para sostener los ingresos y presiona la gestación de un proceso de liquidación”, concluyó el Rosgan.