Tras dos años récord, caen las ventas de maquinaria agrícola

Ante la suba de las commodities y la necesidad de invertir en bienes durables, por la dificultad de comprar dólares, las ventas de maquinaria agrícola registraron un largo periodo de crecimiento. En el primer semestre de 2022, la actividad facturó de $122.982 M, 78,1% más respecto del primer semestre de 2021. Y en todo el año pasado, las ventas habían sumado $171.182,8 M, 69,8% más respecto de 2020, según datos del Indec.

Según el organismo, el crecimiento se dió en todos los rubros en los primeros 6 meses de este año: las sembradoras aumentaron 84,7%; los implementos, 83,7%; las cosechadoras, 78,9%; y los tractores, 69,9%.

En el caso de las maquinarias nacionales, los mejores resultados se dieron en cosechadoras e implementos, con incrementos en la facturación del 103,4% y 94,1%, respectivamente, al tiempo que los ingresos generados por los mismos equipos importados crecieron 3,4% y 33,5%, respectivamente.


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Multicausal. Para las empresas, ese crecimiento fue multicausal. “Los resultados son buenos. Como siempre, no hay una sola explicación a estos fenómenos, sino una suma de factores. Algunos tienen que ver con la salida del periodo de la pandemia más crítico para la industria”, analizó Fabricio Radizza, director de Ventas de John Deere.

El ejecutivo afirmó a la revista Apertura y el diario El Cronista que hay un recambio hacia máquinas más inteligentes, que generan datos y que pueden de ser conectadas a centros de operaciones, para que la información que brindan sea interpretada a fin de contribuir a tomar decisiones. “Los productores agropecuarios siempre fueron innovadores en materia de uso de tecnología, pero ahora hay una revolución agrodigital, que implica usar datos generados a partir de equipos y herramientas”, explicó.

Como consecuencia de esa innovación, los fabricantes de maquinaria agrícola también cumplen un papel diferente en el mercado. “Hoy queremos entender el sistema productivo del cliente, saber cómo lleva adelante su explotación, con el fin de una dar solución integral, más allá de vender una máquina”, describe. Y agregó Radizza: “Somos asesores del cliente, nuestro objetivo es generar o destrabar valor, usando la tecnología de manera más proactiva”.

Sobre el futuro, el ejecutivo advirtió que hay componentes críticos, como los microprocesadores, por una alta demanda mundial. Y, además, destacó que “por la guerra, los insumos se han ido por las nubes”.

La guerra. El conflicto bélico entre Rusia y Ucrania, igualmente no impidió que productores nacionales cerraran operaciones con los países en guerra. “Somos proveedores tanto de Ucrania, como de Rusia”, contó Sebastián Calderón, encargado de Comercio Exterior de Mainero, la fabricante de maquinaria forrajera cordobesa con 90 años de vida y 6 décadas de experiencia exportadora a 18 países.

Calderón recordó que Rusia y Ucrania se disputan el podio de los líderes en la producción de maíz y de girasol, lo que explica que sean plazas atractivas para las empresas del sector.

A comienzos del año y de la guerra, ambos países suspendieron todas las confirmaciones de embarque y, recién en mayo, Mainero retomó las negociaciones con Ucrania. “La logística fue la primera traba que tuvimos”, explicó Calderón. “Como no podíamos ir a la ciudad portuaria ucraniana de Odesa, tuvimos que buscar rutas alternativas, por lo que fuimos a Lituania y los últimos embarques los hicimos vía Hamburgo”, precisó.

En el caso de Rusia, las dificultades incluyeron la devaluación del rublo, que luego se recuperó. “Después, hubo otros obstáculos de tipo bancario y las negociaciones cambiaban sobre la marcha. Solo pudimos vender 8 máquinas a Rusia y 20 a Ucrania”, dijo. Y también hubo complicaciones con la navegación comercial. “Muchas grandes empresas marítimas se retiraron de Rusia”, aseguró Calderón.

Oportunidad. Pero “Rusia se terminó convirtiendo en una gran oportunidad para la maquinaria agrícola, porque las grandes empresas multinacionales del rubro que estaban instaladas allí literalmente cerraron sus puertas y se fueron. Grandes distribuidores rusos salieron a buscar maquinaria en el mundo y aquellos que antes quizá no nos atendían, vinieron a la Argentina a golpear puertas”, explicó Calderón, quien precisó además que los grandes faltantes en Rusia eran los tractores y las pulverizadoras.

Sobre el futuro inmediato, Calderón es cauto: “Después de estos dos buenos años, para el segundo semestre se avizora una especie de enfriamiento a nivel global. En Mainero estamos en un fin de temporada: todo lo que exportamos ya está en su lugar de destino o arribando, ya es época de cosecha. Ahora, estamos preparando nuestro plan de producción y precios. Veremos cómo se comporta el mercado”, dijo.

Visiones. En tanto, Eduardo Borri, presidente de la Cámara Argentina Fabricantes de Maquinaria Agrícola (Cafma), comparó los buenos resultados de los últimos periodos con una película.

“Hay que ver cuándo se filmaron estas imágenes, es decir, debemos tener una mirada hacia atrás y otra hacia adelante”, sostiene. El ejecutivo, uno de los propietarios de la empresa Metalfor, admitió que tanto 2020 como 2021 y los primeros meses de 2022 fueron positivos.

“Los motores de ese crecimiento tenían que ver con el precio de las commodities, con créditos a precio razonable que el Gobierno había dispuesto para la compra, con las restricciones de importación, y con el hecho de que el productor invirtió en bienes durables, porque no podía comprar dólares”. Pero alertó: “A partir de ahora, algunos de esos motores se empiezan a apagar, porque los créditos a tasas razonables dejaron de existir, por ejemplo”, explicó.

Estadísticas. Para Borri ya hay una merma: “Lo que muestran las estadísticas son los patentamientos de ventas que se realizaron hace seis meses. ¿Hoy estamos vendiendo igual que hace seis meses? No, estamos vendiendo menos”, se preguntó y se respondió.

Igualmente, aclaró que todavía hay pedidos acumulados, lo que genera que se mantenga el nivel de producción. Pero afirma que hay preocupación sobre los próximos meses. “Hemos crecido un 40 por ciento en personal, lo cual también explica el aumento en el número de ventas, pero si estas se retraen, estaremos sobredimensionados”, asevera. Respecto del mercado interno, mencionó a la sequía como un factor crítico.

Borri recordó que “Cafma trabaja con organismos como el INTA o Aapresid para abrir mercados. Se vienen trabajando plazas como las de Rusia, Ucrania, Bielorrusia o Kazajistán desde hace muchos años”, señaló.

Voz femenina. Por su parte, Rosana Negrini, presidente de la fabricante de sembradoras Agrometal, subrayó que los 2s últimos años no solo fueron muy buenos, sino también “récord en ventas, en producción y en comercialización anticipada”.

Coincide en que esos resultados fueron atribuibles, en buena medida, a la cosecha del año pasado, al acceso a créditos a buenas tasas y al precio de los granos. “Todo eso ayudó a que nuestro productor, que siempre busca la eficiencia y la mayor productividad y procura ‘aggiornarse’ con máquinas con mejor tecnología, rotara su equipo”, explicó.

Para ella, esos buenos años se tradujeron en inversiones e incorporación de personal. “Fueron años que deberíamos repetir para poder consolidarnos”, destacó.

Sin embargo, mira a 2023 como “un desafío que ya está con algún nubarrón, por todo lo que está sucediendo en la economía y por la sequía”. Esto influye en el ánimo del productor agropecuario, a lo cual suma el freno a los créditos subsidiados. Y agregó: “A su vez, nosotros tenemos el desafío de vender máquinas para el año próximo y también tenemos problemas con los costos. Hay aumentos de costos de insumos en dólares; en consecuencia, sabemos que es un riesgo poder vender para 2023, porque no sabemos cuáles serán los nuestros”.

Alta estabilidad. Para Negrini, se presume que el rubro puede ingresar en una meseta. “Veníamos en una curva muy empinada, y ahora el sector está esperando a ver cómo se define la economía”. De todas formas, aclara que “venimos de años buenos, así que nos estabilizamos alto”, se esperanza.

La maquinaria agrícola argentina congrega a unas 1.200 fábricas, cuenta con el apoyo de algunos representantes en el Congreso Nacional. El senador Dionisio Scarpín, de Juntos por el Cambio (Santa Fe), es uno de los impulsores de un proyecto que declara de interés nacional a la industria de la maquinaria agrícola y define la cantidad de partes producidas en el país que debe tener un equipo -según su clasificación- para ser considerado como industria argentina.

En tal sentido, diferencia entre 5 categorías: maquinaria de arrastre, de tambo y de acopio de granos deben contar con una cantidad igual o mayor al 60 por ciento de partes nacionales. Las autopropulsadas deben tener el 50% y las denominadas “de precisión”, el 40%. Scarpín sostiene que debe imitarse a Brasil, que otorga los mejores financiamientos a las maquinarias con más cantidad de partes nacionales.

Al respecto, el diputado nacional por Santa Fe, Roberto Mirabella, del PJ, también presentó un proyecto que define a la industria nacional de maquinaria agrícola según el porcentaje de componente importado y plantea que los fabricantes locales deben tener los mismos beneficios que el sector automotor. “Santa Fe tiene más de 520 empresas del sector. Para nosotros, es estratégico apuntalar a esta industria. La primera cosechadora automotriz del mundo se fabricó en Sunchales. Para nosotros, tiene un valor muy grande vinculado a la cultura”, recuerda y concluye.

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