Este lunes el Gobierno oficializó el nuevo dólar soja a $ 230, al publicarse en el decreto 787/2022, firmado por el presidente Alberto Fernández y todo su Gabinete, con el objetivo de “fortalecer las reservas del BCRA y estimular la generación de ingresos genuinos del Estado Nacional”.
El llamado “Programa de Incremento Exportador” rige desde ayer lunes 28 de noviembre hasta el viernes 30 de diciembre a fin de recaudar al menos u$s3.000 M, monto comprometido por la Cámara de la Industria Aceitera de la República Argentina (CIARA), para cumplir con las metas de reservas dispuestas en el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI).
El “dólar soja 2” permitirá liquidar divisas provenientes de la exportación del poroto y sus derivados a una cotización diferencial de $230 por unidad de la moneda estadounidense y, según explicó el ministro de Economía, Sergio Massa, el dinero recaudado será utilizado “para encarar un programa de reducción de retenciones en las economías regionales a los efectos de hacerlas más competitivas en términos de exportaciones”.
Un nuevo informe de la consultora Portfolio Personal Inversores (PPI) resalta los puntos clave del “dólar soja 2”. Sostiene que “como una suerte de guiño adicional para el sector”, el Gobierno finalizará con antelación la retención extraordinaria a la harina y aceite de soja, pasando de fin de año al 1 de diciembre, pasado mañana jueves.
“De esta manera, la alícuota de los derechos de exportación de ambos productos se reestablecerá en 31%, mientras que el poroto de soja continuará con un gravamen de 33%”, recuerdan desde PPI.
Al mismo tiempo, consigna la consultora que tras el fin del primer programa de incentivo exportador (“dólar soja 1”), “el Banco Central retomó su programación habitual de ventas en el mercado único libre de cambios (MULC)”.
Pérdidas. Y agrega que “el saldo negativo desde el 3 de octubre sumó la abultada cifra de u$s1.549 millones”, lo que significa que el BCRA “se desprendió del 31% de lo que había cosechado durante el dólar ‘soja’ 1.0 en menos de dos meses”.
Para PPI, tampoco bastó la implementación, a mediados de octubre, del sistema de importaciones SIRA, más restrictivo, para frenar la salida de reservas. “La magnitud de las compras del BCRA realizadas bajo esta modalidad es magra, a pesar de que se le haya hecho un fuerte recorte a la ‘otra’ demanda”, sostienen.
Con una tendencia a des acumular reservas, comenzaron las dudas acerca de si el stock neto de u$s4.600 M alcanzará para llegar a la próxima cosecha gruesa, lo que se sumó a la preocupación por la escasa oferta en el MULC, debido a la sequía que recortaría en u$s3.750 M los ingresos entre diciembre y marzo.
“De esta manera, el habitual flujo de divisas, que permite pasar holgadamente el verano prácticamente, se desvaneció. Así, el dólar “soja” 2.0 servirá como oferta puente hasta la próxima cosecha gruesa”, explica PPI.
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Participación. Dado que “los sojeros recibirán alrededor de 49% del precio internacional, trepando desde 45% en el esquema anterior y 34% en noviembre”, se espera una fuerte participación para conseguir al menos u$s3.000 M.
“Mirando la cuenta en términos de dólar “billete”, el sojero recibirá u$s259 por tonelada vendida, incrementándose u$s77 desde u$s182″, explican desde PPI. Y destacan que “en comparación con el esquema previo, para el aceite y la harina de soja este nuevo programa resulta aún más beneficioso que para el poroto, debido a que se reducirán las retenciones”.
“Creemos que la mejora en el ingreso percibido de los productores incentivará a acelerar la liquidación de granos”, indican desde PPI, considerando que, tras el final del “dólar soja 1”, esta “se derrumbó a registros mínimos”, pasando de un promedio de u$s387 M diarios en septiembre (durante la vigencia del programa anterior) a u$s 50 M en noviembre.
Menos volumen. Pese a esto, la consultora espera un impacto menor al del “dólar soja 1” debido a que el volumen de granos disponible para la venta -unas 12 M/t- es menor.
Por otra parte, preocupa la mayor emisión monetaria que implicará este nuevo tipo de cambio para “conseguir este financiamiento extra para el fisco y sumar dinero fresco a las arcas del BCRA”, lo cual desde PPI explican que “no es inocuo para la economía”.
“Habrá consecuencias monetarias en un momento de extrema fragilidad en la deuda en pesos y donde los dólares financieros parecen despertarse”, advierten, y alertan sobre el mercado a futuro: “Si bien estas compras son insignificantes respecto a las realizadas durante junio/julio (1,5% del PBI), esperamos que crezcan a medida que las elecciones se avecinen y el riesgo aumente considerablemente”.
También agrega PPI que “el financiamiento adicional por retenciones y, en mayor medida, la acumulación de reservas, podrían contribuir para que descompriman los dólares financieros en el corto plazo”.
“Si bien la brecha de convergencia entre los pesos de la economía (M3 privado) y la evolución del CCL se achicó a 11,8% desde niveles superiores a 20%, podría volver a agrandarse ante la nueva emisión que viene en camino por el dólar ‘soja’”, explican desde la consultora, remarcando que el CCL “teórico” es de $364, por lo que esperan que esa métrica se corrija al alza, “a medida que los pesos frescos impacten sobre los agregados monetarios”.
Parche. Para PPI, la medida es “pan para hoy, hambre para mañana”: “No es otra cosa que un parche temporal; una vez que el renovado esquema caduque volverá a suceder lo mismo: los incentivos a liquidar serán prácticamente nulos”, indican.
Y agregan que el gobierno hará todo lo que esté a su alcance para evitar una devaluación del dólar oficial y que el cumplimiento de las metas de reservas anuales acordadas con el FMI, para 2022, son cada vez más posible de alcanzar: “Estimamos que para cumplir la meta de reservas de US$6.675 millones, el BCRA debería engrosar sus arcas en casi US$1.960 millones. En caso de que se compre 65% de lo liquidado, las reservas podrían aumentar en este monto si la totalidad de lo adquirido se destina a incrementar el activo del Central”, explican.