Siente impotencia mezclada con desazón. María Eugenia denuncia que el campo de Sierra del Chachil, un cordón montañoso de la precordillera neuquina, que su abuelo Mario compró en 1978 y que su familia produce desde ese entonces, fue usurpado en enero de 2022, por miembros de la comunidad mapuche Cayupán. Estuvo en esa situación unos 2 meses, hasta marzo y teme que el hecho se repita. Por eso quiere que la Justicia actúe para evitar una nueva usurpación.
El hecho sucedió en su establecimiento de 7.500 ha, hacia donde la familia lleva desde noviembre hasta marzo o abril, según el año, su ganado bovino Angus y Hereford para alimentarse. El punto crítico se dio el pasado 25 de enero, cuando encontró bloqueado el camino vecinal por el que se accede al campo.
En 1978, su abuelo había comprado el campo con un socio que luego falleció. Sus hijos, en 1992, le vendieron el 50% indiviso. De esta manera, su padre quedó como propietario de 10.000 hectáreas. Al heredarlo, Susana, la madre de María Eugenia, vendió 2.500 ha a la empresa forestal Primeros Pinos.
La productora explicó que el establecimiento “siempre estuvo en producción”. Los primeros años, su abuelo criaba ovinos y, en 1992, pasó a la producción vacuna. Luego se hizo cargo su madre, abogada, quien estuvo allí hasta que ella regresó a Sierra del Chachil, tras terminar sus estudios de agronomía en Buenos Aires. Desde ese año, cría algunos ovinos, pero la actividad principal es la ganadería bovina.
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María Eugenia cuenta que quienes tomaron el lugar lo hicieron argumentando que eran antecesores de esas tierras. “Nosotros mostramos el plano de 1944, donde figura que en ese momento era propiedad de la firma Peretti, o sea antes de que mi abuelo comprase el campo, pero ellos dicen que estaban antes de todo eso”, explicó.
Alambrados y rucas. El mismo día de la usurpación, la productora se dirigió a la comisaría de la localidad de Las Coloradas a hacer la denuncia. “Salí de la comisaría a las 12 de la noche. Me vi imposibilitada de realizar todas las actividades que normalmente se hacen en una explotación ganadera”, relata. Agrega: “Nos rompieron los alambrados y construyeron algunas rucas (viviendas)”, cuenta.
“Me da mucha impotencia, mezclada con desazón, ver que quienes deben impartir justicia miren para otro lado”, dice Eugenia, una de nuestras socias.
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— Sociedad Rural de Neuquén (@RuralNeuquen) June 6, 2022
En el campo había 2 personas trabajando: un puestero a cargo de los animales y un recorredor que contrataban temporalmente, quien “se asustó y renunció”. Quedó trabajando el puestero, con quien, en medio de las dificultades para conseguir señal de telefonía celular, se comunicaba cada 10 días.
La productora pudo volver a ingresar a la propiedad el 25 de marzo (el campo había sido usurpado en enero) después de participar de una mediación por un pedido de la Justicia. “Acepté (la mediación) porque no nos quedó otra. Era la única opción que tenía para poder entrar y sacar los animales, porque se nos acercaba la fecha límite para que permanezcan allí”, expresa. “Entré con camiones, las vacas estaban muy flacas, con la cría al pie”, agrega. Luego de ingresar al campo, se retiró de la mediación. “Desde entonces la Justicia no resolvió nada”, denunció. Actualmente, María Eugenia puede ingresar al campo, pero los ocupantes dejaron un puesto con una barrera.
“La idea de ellos es volver. Por eso me da mucha impotencia que la Justicia no resuelva esta situación y que nosotros tengamos que estar prácticamente resistiendo y con la incertidumbre de que esto va a volver a pasar”, señala.