Para Cristina Kirchner, en economía, lo peor está por llegar a la Argentina

La vicepresidenta Cristina Kirchner está convencida de que lo peor está por venir en materia económica y social. Por eso ha decidido recluirse en el bajo perfil y voló junto a su hijo, el diputado Máximo Kirchner, a Santa Cruz.

La ex presidenta cree que la salida de Roberto Feletti del Gobierno es el paso que faltaba para quedar absolutamente desligada de las decisiones que se toman sobre el rumbo económico.

Cristina Kirchner habla con distintos economistas, la mayoría kirchnerista -como Axel Kicillof y el propio Feletti- pero también lo hace con profesionales de otras vertientes, como Martín Redrado, presidente del Banco Central durante su presidencia.

De esas conversaciones, la vicepresidenta llegó a la conclusión de que la actividad económica se hundirá en una nueva crisis, con epicentro en la aceleración inflacionaria en los alimentos, aunque también afectando otros rubros.

Martín Guzmán aplicará un nuevo aumento de las tarifas de eléctricas y de gas, desde la próxima semana. Si bien esos ajustes no llegarán a cubrir la inflación del último año, claramente impactarán en los castigados bolsillos de los argentinos.

Gas, electricidad y transporte. Las subas previstas para todo este año sumarán un incremento de 42% para la clase media, aunque todavía se desconoce la manera en que se aplicará la prometida segmentación, que redundará en que aproximadamente 10% de los usuarios de energía eléctrica dejen de gozar de consumos subsidiados y reciban sus próximas facturas de esos servicios, con aumentos que podrían hasta triplicar lo que pagan actualmente.


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Por otra parte, existe una fuerte presión de gobernadores e intendentes para que la Casa Rosada habilite subas en los pasajes de colectivos urbanos del AMBA, que están congelados desde hace más de 3 años. Sucede que en las principales ciudades del país se abonan boletos de hasta 2 a 4 cuatro veces más caros que en el Área Metropolitana. En Mar del Plata, el boleto de colectivo cuesta cerca de $75, mientras que en Rosario y Córdoba valen $70. El boleto mínimo en la CABA y en el conurbano bonaerense se mantiene en un precio de $18, desde antes que terminara el gobierno de Mauricio Macri.

Además, en este contexto de actualizaciones tarifarias, también se incrementaría el pasaje de los subtes porteños.

Para Cristina, esta dinámica perjudicará la marcha económica, contrariamente a lo que sostiene Martín Guzmán. El ministro de Economía está convencido de que la única manera de evitar una crisis es consiguiendo dólares para el Banco Central. Por eso, todas sus posiciones públicas van en ese sentido.

Cumplir el acuerdo. Guzmán ató la suerte de su gestión al acuerdo con el FMI. A eso está jugado también Alberto Fernández. El ministro dice que ese acuerdo es el mejor tipo de ancla contra cualquier desestabilización.

El kirchnerismo ve al Presidente como un conductor errático que está llevando al Gobierno hacia una nueva crisis grave. Desde ese sector dan cuenta de que, a pesar del acuerdo con el Fondo y a los extraordinarios precios de la soja, el Banco Central no logra incrementar sus reservas. De hecho, el último jueves, la autoridad monetaria vendió u$s50 millones y redujo a u$s870 millones el volumen de compras de este mes, a pocos días de finalizar mayo.

El ministro pretende cerrar el segundo semestre con los dólares suficientes en el Banco Central que le sirvan para quitar la incertidumbre cambiaria. Ese escenario, afirma, es la base para ilusionarse con una desaceleración inflacionaria.

Economistas cercanos a CFK advierten que los primeros registros traumáticos ya se están evidenciando. Tanto en el nivel de actividad como en el consumo popular, con ingresos de los ciudadanos por debajo del shock de precios. Algunos de los profesionales que la asesoran ya le dijeron que la inflación de alimentos podría trepar al 80% este año. Un escenario impensado hasta hace algunos meses.

Un esquema así sería prácticamente imposible de igualar para el 99% de los salarios: la chance de una recesión, entonces, está cercana.  A diferencia de otros países, también con economías complicadas por la alta inflación, la Argentina ya arrastra tasas superiores al 50% desde 2019, con la única excepción del 2020, durante la pandemia.

Distinto es sufrir un shock inflacionario producido por un evento global que cuando los ingresos de la población ya vienen castigados por motivos locales. Una recesión dejaría a la economía en medio de un parate con una inflación en niveles insoportables, sin que pueda avistarse una salida más o menos cercana.

Caída del consumo básico. En la Argentina actual, la aceleración inflacionaria golpea sobre el consumo de algunos de los productos esenciales de la canasta básica: las ventas al mercado interno de leche y de carne cayeron en la primera parte del año, en sintonía con la suba de los precios.

La disputa dentro del oficialismo tiene que ver con el rumbo económico y los diferentes puntos que exacerban la grieta en el seno del oficialismo. A tal punto, que siguen los roces ante posibles cambios en el gabinete nacional.

La oficialización de que la inflación se encuentra en el peor momento de los últimos 20 años empeoró las diferencias. Alberto Fernández piensa que lo que mejor puede hacer es seguir, de la forma más prolija posible, lo firmado con el FMI.

Desde el kirchnerismo, creen que la única manera de enfrentar la inflación es mejorando los ingresos de la población, a través de la intervención del Estado. Una receta que se puso en práctica durante el segundo mandato de Cristina.

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