En las puertas de una nueva campaña de cultivos de invierno, que comenzará en los próximos meses en la región de influencia de la Bolsa de Cereales y Productos de Bahía Blanca, es necesario conocer no solo la evolución que han tenido los precios de los commodities, sino también uno de los principales ítems que hacen a su estructura de costos: los fertilizantes.
Desde el 2021 comenzó a observarse un crecimiento significativo en el valor de este insumo, como consecuencia fundamentalmente de las dificultades logísticas derivadas de la pandemia por COVID y el aumento de los costos internacionales de flete. A ello se sumó, en 2022, los efectos adversos derivados del conflicto bélico entre Rusia y Ucrania
Argentina no fue ajena a este hecho, debido a que sus necesidades de fertilizantes no son satisfechas únicamente con producción interna, sino que debe recurrir a proveedores externos (importación) para satisfacer su demanda local. En 2020, según CIAFA – Cámara Argentina de la Industria de Fertilizantes y Agroquímicos -, el consumo de urea, por ejemplo, alcanzó las 2,1 M Tn, de las cuales 1,1 M Tn provinieron de la importación. Egipto fue el principal origen, con el 64% del total, seguido por Argelia (22%) y Rusia (9%). En 2021 la importación alcanzó las 1,5 M Tn (INDEC)
Las subas internacionales en el valor de los fertilizantes han impactado de manera directa en la estructura de costos del productor, sobre todo a la hora de evaluar sus márgenes ante una nueva campaña de trigo y cebada 2022/23. A lo anterior debe sumarse la escaza disponibilidad de éstos y el aumento de otros insumos clave, como el combustible y el glifosato.
En la Figura 1 se observa la variación interanual que han presentado la urea y el fosfato diamónico (DAP) – dos de los principales fertilizantes utilizados en la producción agrícola local
Si comparamos el valor actual de la urea (1.350 U$S/tn) con el que registraba hace un año, la suba interanual es de 150%; siendo este incremento aún más significativo respecto a los valores de abril de 2020, donde las subas superan el 250%.
El valor de los granos también se ha incrementado significativamente en el periodo bajo estudio. Tal es el caso del trigo, cuyo valor a cosecha registra una suba interanual del 46%. Sin embargo, lo anterior no logra compensar el crecimiento en el valor de los fertilizantes, impactando directamente en la relación Insumo/Producto1 , generando una desmejora en la misma (Cuadro 1).
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Si tomamos como ejemplo la relación urea/trigo, actualmente se ubica en 4,75, registrando una desmejora mensual del 17%; considerando las variaciones anuales, la desmejora asciende al 71% respecto de los valores de 2021. Lo mismo ocurre con la relación DAP/trigo, con una desmejora mensual del 26% y anual del 43%. Estos porcentajes se incrementan aun más si consideramos los valores tanto del cereal como de los fertilizantes previos al conflicto bélico.
En la Figura 2 pueden observarse los incrementos que han registrado tanto la urea como el DAP en los últimos 6 meses, con especial énfasis en los aumentos a partir del conflicto bélico en el Mar Negro. En solo un mes, el valor de la urea registró una suba del 33% (mar22 vs feb22), mientras que el DAP se incrementó en un 18%. En abril – respecto a febrero – los aumentos fueron del 50 y 43%, respectivamente. Para comprender el impacto que ha tenido el enfrentamiento entre Ucrania y Rusia, debe recordarse que este último es uno de los principales productores de urea en el mundo y el principal exportador de este fertilizante.
De cara a una nueva campaña de fina, las subas en los precios de los fertilizantes y commodities, sumado a las restricciones externas y la incertidumbre respecto a medidas políticas, generan un clima de gran volatilidad e incertidumbre, que retrasa la toma de decisión de los productores agropecuarios. Si bien el precio a cosecha de los cereales invernales es atractivo, los costos de insumos fundamentales en la formación del rendimiento (fertilizantes) ajustan los márgenes, inclusive en situación de campo propio. En términos generales, se podría esperar una disminución del área implada con cultivos de fina. De todas maneras, teniendo en cuenta los inferiores requerimientos de calidad para la comercialización de cebada forrajera y los menores derechos de exportación que tributa este producto, podría esperarse un aumento en la superficie de siembra de este cereal en detrimento de trigo.
Fuente: Bolsa Cereales de Bahía Blanca