Mientras la inflación se espiraliza y algunos dirigentes políticos impulsan la dolarización de la economía argentina, a tal punto que hay un proyecto de ley presentado en el Congreso por un diputado de Juntos por el Cambio, se conoció un estudio académico que analiza ventajas, riesgos y a qué tipo de cambio debería llegar la relación peso/dólar para que pueda concretarse el cambio de moneda.
El informe fue realizado por el Centro de Estudios para la Recuperación Argentina, de la Facultad de Ciencias Económicas (FCE) de la Universidad de Buenos Aires (UBA), que lidera su vicedecano y diputado nacional radical por CABA, Emiliano Yacobitti.
El reporte, recuerda que “desde hace 14 años nuestro país convive con tasas de inflación por encima del 20% por año” y que “desde junio de 2020, la inflación en términos anuales se ha acelerado por encima del 50% y se ha estancado en esos valores”.
También sostiene que “si bien se han abierto negociaciones salariales que buscan reconstruir parte del poder adquisitivo, la realidad es que -una vez más- difícilmente el salario le gane a la inflación. Desde el máximo alcanzado en 2017, el salario real ha perdido un 23% de su poder adquisitivo”, consigna.

Tras esa puesta en contexto, el informe de la FCE/UBA cita pros y contras de la medida.
Ventajas
1) “La dolarización elimina la inflación: ante la imposibilidad de emitir, no se generan excesos de dinero que presionen sobre los bienes existentes y lleven a un aumento de los precios”. Por lo tanto “la economía se convertiría en una especie de juego de suma cero. Ya no existiría bimonetarismo (peso-dólar) por lo que el mercado de dinero estaría en equilibrio”.
2) “Con la dolarización se elimina la indexación de contratos. Dado que todo el dinero circulante en la economía sería moneda dura, no se precisa incluir cláusulas de actualización. Por tanto, los resultados externos (balanza comercial, incertidumbre política) no tienen efecto en los precios locales (aunque sí en los bonos)”.
3) “Al dolarizar se comprime la prima de riesgo: la tasa de interés que pagan los bonos contempla una prima de riesgo cambiario, más abultado en países como Argentina. Dolarizar eliminaría este componente, por lo que se abarataría el costo de endeudamiento. Esto aplicaría tanto para el sector público como privado”.
4) “Dolarizar podría generar altas tasas de crecimiento. Eliminar la inflación y el riesgo cambiario hace que el costo de financiamiento disminuya vertiginosamente, por lo que el crédito se abarataría exponencialmente, permitiendo a la economía encarar nuevos proyectos productivos y así crecer. Estos efectos en la economía real se trasladarán al mercado financiero, elevando el precio de las acciones y bonos argentinos, fomentando el ingreso de capitales externos al país”.
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Desventajas
1) “El riesgo principal de dolarizar es que se pierde el prestamista de última instancia (desaparece el BCRA). La principal función del Banco Central es preservar el valor del dinero (léase, inflación baja) y garantizar la liquidez necesaria al sistema bancario”. Por lo tanto, “dado que este último se caracteriza por ser de encaje fraccionario (los depósitos están prestados y así sucesivamente, reservándose los bancos sólo una fracción para contingencias), el BCRA se posiciona como la única entidad que saldría a proveer liquidez a los bancos, ante un pánico financiero que lleve al retiro masivo de depósitos”. En ese caso, “los bancos podrían quebrar, millones de pesos/dólares en ahorros desaparecer y se generaría una falta de liquidez global en el sistema que podría llevar a una severa recesión”, como la Gran Depresión de 1930, en EE. UU..
2) “Se produciría un ajuste de balanza de pagos a la Hume”, quien estudió los fenómenos monetarios durante el mercantilismo y “concluyó que cuando una nación vendía más mercancías a otros países, se generaban ingresos extraordinarios de oro, lo cual aumentaba la renta y el dinero circulante en la economía local, redundando en un aumento de los precios: la oferta no lograba aumentar su producción tan rápido a lo que crecía súbitamente la demanda, por lo que los mercados se vaciaban vía ajuste de precios”. Es decir que “el modelo predecía que, al período siguiente, las exportaciones disminuirían por el aumento de los precios y así los ingresos de oro al país, por lo cual en términos reales habría menos dinero circulando en la economía. Este escenario llevaría a una recesión que deprimiría los precios y estimularía las ventas en el período subsiguiente. Por tanto, la conclusión serían períodos de expansión-recesión. Así operaría una economía dolarizada. Los períodos de recesión se pagan con ajustes en el nivel de actividad: salarios o puestos de trabajo, lo cual tiene su impacto a nivel consumo y, consecuentemente, PBI. Incluso más, en presencia de ‘sticky prices’, la recesión se espiralizaría y profundizaría. En otras palabras, se pierde el amortiguador o estabilizador automático que brinda el tipo de cambio”.
3) “La dolarización no elimina el riesgo de default”. Es decir, “elimina el riesgo devaluatorio dentro de los bonos soberanos, pero no elimina el riesgo de incumplimiento de pago. Hoy los bonos soberanos rinden 28% en dólares (2800 bps), es decir, cotizan a valores de default”.
4) “Dolarizar requiere reformas paralelas”, especialmente en el mercado laboral. “Los consecutivos períodos de alta inflación argentina han sido pagados con una caída de los salarios reales. La inflación licuó los aumentos salariales, disminuyendo el salario real. En tanto, los años de recesión son pagados, en parte, por los salarios (precio de la mano de obra). Al dolarizar, no se podría lograr este efecto en tal magnitud, por lo que el resultante sería el despido”.
¿A qué cotización del peso se lograría se lograría la dolarización en la economía argentina actual?
“Con la cantidad de dinero circulante y de pasivos del BCRA, dolarizar la economía con el nivel actual de reservas netas implicaría valuar salarios y precios a un tipo de cambio aproximadamente de $4.315 por dólar. Caso contrario habría que pedir prestados u$s 41.000 M para dolarizar a un tipo de cambio de $200 y luego devolverlos”.
El trabajo finaliza señalando que “una dolarización funcionaría como una solución rápida a un problema de larga data en nuestro país, aunque supone el abandono de cierta soberanía económica, al mismo tiempo que requiere de acuerdos y reformas institucionales profundas”.