El futuro del acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) podría depender del voto de Cristina Fernández de Kirchner, como pasó con Julio Cobos, en 2008, con la Resolución 125. Para eso, el proyecto de ley que debe aprobar el Congreso debería ingresar por la Cámara de Diputados, recibir media sanción allí y que, cuando se vote en el Senado, se produzca un doble empate.
Tras su renuncia como presidente del bloque del Frente de Todos (FdT) en Diputados, el hijo de la ex presidenta, Máximo Kirchner, se desligó del tema. No solo logró desentenderse del discurso de cierre en el debate en la Cámara baja, sino que, aunque preside el PJ bonaerense, no deberá alinear a los 118 diputados de ese espacio para que acompañen el acuerdo que impulsa el presidente Alberto Fernández y en el que él no cree. Ahora, ambas tareas están en manos del diputado santafesino Germán Martínez, quien lo reemplazó al frente del bloque oficialista.
Por su parte, a Cristina, en el Senado, por el rol que ocupa, le deparan dos posibles escenarios. Uno, que se limite a presidir la sesión, anuncie el momento de la votación y que confirme la sanción o no del acuerdo. Así, la vicepresidenta podría llegar a la recta final del proceso legislativo sin haber pronunciado una palabra sobre su postura ante el acuerdo con el FMI.
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Pero, su rol como presidente de la Cámara alta la podría llevar a un segundo escenario en el que le toque definir la aprobación del acuerdo. Sucede que el reglamento del Senado establece que, si una votación se empata, “se abrirá una nueva discusión, se repetirá en seguida la votación, y si ésta vuelve a resultar empatada, decide el voto del presidente”, del cuerpo, en este caso, Cristina Kirchner.
Según el reglamento, en la segunda votación “los senadores que han estado presentes en la nueva discusión” pueden participar de ella. Es decir que podrían sumarse nuevos legisladores al segundo debate y alterar así el resultado final, independientemente de que el resto sostenga su postura inicial.
Es una situación idéntica a la que le tocó al actual diputado Julio Cobos, cuando era vicepresidente de Cristina. Al mendocino le tocó desempatar dos veces En ambos casos (retenciones móviles y 82% móvil en las jubilaciones), el radical inclinó la balanza en contra del Gobierno que lo llevó a presidir la Cámara alta.
Si se produjera la situación descripta, CFK deberá optar si pasará a la historia con un voto “no positivo”, como Cobos, y arriesgarse a convertirse en “traidora”, como lo tildaron al radical, tras su rechazo al proyecto que le daba carácter de ley a la Resolución 125. O bien, si se inclinará por apoyar el acuerdo que impulsa su compañero de fórmula, Alberto Fernández.
Un dato no menor es que, en el Senado, las abstenciones no rigen igual que en Diputados. El proyecto, sobre el que el Congreso apenas podrá expedirse a favor o en contra (no podrá introducir modificaciones), requiere de una mayoría simple para aprobarse. Con que la iniciativa coseche un voto a favor por encima de los rechazos es suficiente.
Salvo que las abstenciones superen los votos positivos o negativos, la Cámara deberá repetir la votación. En cambio, en Diputados, estas no inciden en el quórum durante la votación. Es decir, no se requieren sumar 129 votos (ya sea a favor o en contra) para que la sesión siga en pie, una vez abierta.
En el Senado, en cambio, el reglamento dice que: “el senador presente, con autorización del cuerpo, puede abstenerse de votar. En este caso, el cálculo del quórum y el cómputo de la votación, se hará sobre la cantidad de votos que se emitan”.
Por lo tanto, si un senador se abstiene figura como ausente, con lo cual si los votos positivos superan a los negativos (o a la inversa) pero ambos no suman 37 (la mitad más uno de los miembros de la Cámara alta), la sesión se cae. Esto pone en aprietos al oficialismo. O, al menos, a aquellos senadores del FdT que aspiren a abstenerse o ausentarse en la votación.
Es que, en el hipotético caso de que la totalidad de los senadores de Juntos por el Cambio (JxC) se abstengan y que la cordobesa Alejandra Vigo haga lo propio (como ya anunciaron que harían los diputados que responden al gobernador Juan Schiaretti) habría 34 abstenciones.
Con estos guarismos, al FdT le quedaría un margen de 3 abstenciones; de lo contrario, la sesión se caería. Justamente, tres son los aliados con que cuenta el oficialismo: Alberto Weretilneck (Río Negro), Magdalena Solari Quintana (Misiones) y también suman a la riojana Clara Vega, quien en la última sesión del Senado de 2021 votó con el FdT, pese a que en su entorno aclaran que mantiene un “monobloque independiente”.
En tanto, se desconoce cuál será la postura del bloque del FdT en el Senado. Su presidente, José Mayans, señaló que no la definirán hasta tanto conozcan la letra chica del acuerdo. Pero, si ocurre como en Diputados, que unos 30 legisladores podrían rechazarlo o abstenerse, eso condicionaría la estrategia de quienes, como Máximo Kirchner, no comulgan con el acuerdo con el FMI. Y también al Gobierno, si los propios, por convicción, hacen naufragar la sesión.