El productor correntino Martín Gómez se subió al tractor. Avanzó sobre los alambrados, portones y todo lo que estaba a su paso. Si no los destruía, como el fuego se expandía en cuestión de minutos, sus 3.000 animales, entre vacas y terneros, iban a morir calcinados en su campo, ubicado a 30 km de la ciudad de Mercedes, Corrientes.
“Fue un episodio dantesco”, contó. El 90% del campo, que comparte con sus cinco hermanos y su madre, quedó hecho cenizas. “No había forma de controlar las llamas. Era como un torbellino, el fuego cambiaba de curso en segundos. Nos poníamos a favor del viento para que al soplar no nos quemáramos, pero de golpe se daba vuelta y se nos
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venía encima. Además, hacía que se vuelva a encender lo que se acababa de apagar”, relató el productor, quien con la ayuda de sus vecinos y de los bomberos, pudo salvar la casa y sus 3.000 animales.
Según señaló Gómez, todo fue gracias a una autobomba vieja reparada hace 15 días, un tanque de agua de 1.000 litros donado, bidones, ramas y un par de tractores con rastras y niveladoras a tiro. “Hay una escasez de recursos impresionante”, reclamó.
Con casi el 100% del campo quemado, la familia se quedó sin pasturas. “Es inviable, nos quedó el equivalente a un potrero. Una parte de la hacienda la vamos a tener que vender, otra la alimentaremos con forraje y para el resto alquilaremos un campo. El problema es que (la ganadería) es nuestro recurso fundamental de vida y abastecimiento. Tenemos que ver cómo intentamos salvarnos sin fundirnos”, lamentó.
Según el reporte diario de incendios del Ministerio de Ambiente de la Nación, en Corrientes hay activos focos en zonas de los distritos de Santo Tomé, Concepción, Mercedes, San Miguel y Curuzú Cuatiá.
En tanto, un informe del Grupo de Recursos Naturales del INTA Corrientes, en el que se analizaron imágenes satelitales, señaló que 3,8% de la superficie de la provincia (335.043 ha) sufrió quemas durante enero pasado. De ese total quemado, 58% de la superficie son áreas de humedales (esteros, bañados, malezales y vegetación de valles aluviales), 35% son pastizales y 7,4%, bosques cultivados y nativos.
Lindero al campo de los Gómez, en tanto, la estancia La Concepción, de Belén París y su familia, ubicada en el kilómetro 82 de la Ruta Nacional 119, se convirtió en una isla. Es el único predio que se salvó de las llamas, pero no saben por cuanto tiempo más lo van a poder resguardar. Allí hacen cría vacuna. Este año quisieron apostar a más e invirtieron $4 millones en producción de forraje para los terneros y recriarlos.
“Estamos temblando con mis hermanos; salimos a invertir más de lo que teníamos. Si lo perdemos, ¿quién nos va a pagar lo que nos arriesgamos a hacer? Así no dan ganas de seguir produciendo”, reflexionó París, quien explicó que “tengo el fuego bordeando mi casa y en el Gobierno nos contestan que no hay recursos para combatirlo; entonces, ¿a dónde van los impuestos?”, se preguntó. La productora señaló que su propiedad se salvó gracias a que un avión hidrante del Servicio Nacional de Manejo del Fuego (SNMF) voló por la zona.
En Corrientes, las condiciones climáticas no mejoran y la falta de precipitaciones, los fuertes vientos y las altas temperaturas hacen un ecosistema perfecto para la propagación del fuego, a lo que se suma la falta de recursos para combatirlo. Allí trabajan 3 aviones hidrantes del SNMF, junto a 8 brigadistas de Parques Nacionales, equipamiento de combate de incendios y móviles de apoyo.
Pero París manifiesta: “no es suficiente, realmente los productores están perdiendo todo. Nosotros amamos el sector, teníamos un campo en la provincia de Buenos Aires que tuvimos que vender. Sin embargo, mi papá quiso volver a apostar y compró este, pero le dio un infarto viniendo para acá. Él dejó su vida acá y nosotros con mis hermanos queremos seguir, pero es muy difícil así”, concluyó.