En este trabajo se evaluaron 41 cultivares comerciales de soja disponibles en el mercado con el objetivo de determinar aquellos que mejor se adaptan a las condiciones predominantes de la zona.
La campaña agrícola 2020/21 se caracterizó a nivel regional por un contraste en la disponibilidad hídrica inicial para el cultivo de soja, propio de un 2021 “niña”, con lluvias mayores al promedio mensual en un corto período en diciembre, algo menores al promedio en enero – febrero y escasas precipitaciones hacia finales de la campaña en marzo y abril (Figura 1). Las condiciones favorecieron el crecimiento vegetativo del cultivo, generando plantas de buen porte y biomasa vegetal. Por otro lado, el déficit de precipitaciones durante los primeros meses de 2021, coincidentes con el momento de floración y/o donde se determina el rendimiento del cultivo, provocó una restricción en la cantidad de granos producidos y/o el peso de los mismos. Este contraste entre la biomasa producida (fuente) y las vainas y granos generados (destinos) estimuló el efecto “stay green” (planta verde) observado en la última campaña, en muchos campos de la zona.
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El ensayo que presentamos en este artículo, perteneciente a la red nacional de evaluación de cultivares de soja (RECSO-INTA-ASA), se sembró el día 10 de diciembre de 2020, en un lote con cultivo antecesor trigo, en siembra directa a 52 cm de espaciamiento entre surcos. Se evaluaron 41 cultivares comerciales de soja disponibles en el mercado pertenecientes a los grupos de madurez (GM) V, VI, VII y VIII, de hábitos de crecimientos determinados e indeterminados. El análisis de suelo indicó un lote con bajo contenido de fósforo disponible y adecuados de nitrógeno, bajos niveles de materia orgánica y acidez moderada (Tabla 1). Al momento de la siembra se realizó fertilización fosforada con superfosfato triple de calcio a razón de 70 kg/ha. Las semillas fueron inoculadas con bacterias fijadoras de nitrógeno. El manejo de las malezas se realizó de manera química en el barbecho y durante el cultivo (glifosato, graminicidas), mientras que el control de insectos (orugas, picudos y chinches) y enfermedades de fin de ciclo con insecticidas y fungicidas, respectivamente.
El rendimiento medio del ensayo de la red de cultivares de soja (promedio de todos los cultivares) fue de 3.535 kg/ha corregido por humedad al 13 %, con una altura promedio de 78 cm. Los grupos de madurez más rendidores fueron los VII y VIII (Tabla 5) con un rendimiento medio de 3.896 kg/ha (diferencia de 1.269 kg entre la variedad de mayor y la de menor rendimiento) seguido del GM VI largos con 3.811 kg/ha (diferencia de 1.880 kg entre la variedad de mayor y el de menor rendimiento; Tabla 4). El GM V, por otro lado, presentó un rendimiento promedio de 3.387 Kg/ha con una diferencia entre variedades de 1.211 Kg/ha (Tabla 2). Por último, los cultivares del GM VI cortos presentaron el menor rendimiento promedio con 3.038 Kg/ha y una diferencia de 1.219 kg entre la variedad de mayor y menor rendimiento (Tabla 1). Los cultivares de soja comenzaron a llenar granos entre 75 y 95 días desde la siembra. Esto es importante para la planificación de las aplicaciones de fungicidas debido a que, si no fueron necesarias antes, a partir de este momento la aparición de enfermedades es muy frecuente.
Las diferencias de rendimiento observadas dentro de cada grupo de madurez fueron importantes, por lo tanto, la elección del cultivar es fundamental a la hora de la planificación ya que pueden contribuir a obtener mayores márgenes brutos finales. A pesar de lo ocurrido con las precipitaciones, se han obtenido buenos rendimientos en la red, lo que demuestra que la renovación de variedades de soja es importante para que el cultivo siga siendo un pilar en la producción agrícola de la región noreste de Santa Fe.
Fuente: INTA por Ing. Agr. Miqueas N. Sandoval – INTA EEA Reconquista, Luciano Nicolás MIERES