La fertilización es récord, pero no alcanza: solo se reponen 30% de los nutrientes

Un informe elaborado por la Asociación Civil Fertilizar asegura que en 2020 se aplicaron en los campos argentinos un total de cinco millones de toneladas de fertilizantes, lo que significa un crecimiento del siete por ciento y un volumen récord para la producción agropecuaria argentina.

Sin embargo, es solo un mojón dentro de un camino que necesita consolidarse: según Marcelo Beltrán, experto del Instituto de Suelos del Inta Castelar, pese a estas cifras alentadoras, la reposición de nutrientes aún sigue estando muy lejos de lo ideal.

“En Argentina sólo un 30 por ciento de los nutrientes que se extraen de los suelos cultivados se reponen mediante el uso de fertilizantes”, señaló Beltrán a Inta Informa.

El investigador sostuvo que hay muchos suelos en la región pampeana que sufren “un intenso agotamiento”, como consecuencia de la prolongada historia agrícola y debido a que se usan cada vez más variedades de alto rendimiento, que demandan mayor cantidad de nutrientes.

En paralelo, Alberto Quiroga, especialista del INTA Anguil, agregó: “La intensificación ganadera, con cosecha mecánica de forraje y traslado a corrales, triplicó la tasa de extracción de algunos nutrientes. Además, su concentración en corrales y efluentes de tambos acentúa los riesgos de contaminación”.

ELEMENTOS

Hernán Sainz Rozas, investigador en fertilidad de suelos y fertilización de cultivos del Inta Balcarce, también formuló estimaciones que encienden una señal de alerta: en toda la región pampeana, los niveles actuales de nutrientes están entre 30 por ciento y 40 por ciento por debajo de los suelos en condición originaria.

El déficit es significativo en nitrógeno y azufre, aunque también se determinó que la reposición de fósforo también está por debajo de su nivel de extracción.

PRÁCTICAS

Para Quiroga, “que hoy exista más de un 30 por ciento de suelos degradados o bajo procesos de degradación, donde se ha roto la relación del ecosistema por la presión antrópica, preocupa porque en estos sistemas algunos de los efectos pueden ser irreversibles. El suelo que se perdió no vuelve”.

Desde su punto de vista, “es más fácil mantener la salud de un suelo que recuperar un suelo degradado, que frecuentemente condiciona la rentabilidad”. Al respecto, recordó que la degradación física de los suelos por pérdida de materia orgánica puede afectar la captación del agua, dar lugar a encharcamientos, escurrimientos y dificultar el acceso a los nutrientes por parte de los cultivos.

“En la Argentina, las relaciones aplicación/extracción en grano de nitrógeno, fósforo, potasio y azufre para los cultivos de grano han mejorado durante los últimos años, pero los balances de nutrientes siguen siendo negativos”, insistió Beltrán.

Esta subfertilización “repercute en los rendimientos, en la sostenibilidad de los sistemas productivos y en la conservación de los recursos naturales”, continuó.

Bajo este panorama, consideró de vital importancia implementar rotaciones de cultivos que generen un balance positivo de la materia orgánica del suelo en el mediano plazo.

 

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APLICACIONES JUSTAS

Para revertir esta tendencia, los especialistas afirman que la primera acción a tomar es realizar análisis de suelos. “Es necesario que cada productor cuente con un análisis de suelo de calidad para conocer el estado nutricional de los lotes en particular y, así, poder llevar a cabo un manejo racional de la fertilización”, remarcó Sainz Rozas.

Como no debe soslayarse el fuerte incremento de precio que tuvieron los fertilizantes en los últimos meses, el especialista planteó la necesidad de desarrollar estrategias de manejo que maximicen su eficiencia de uso. Por ejemplo, para nutrientes de alta movilidad en el suelo, desde el Inta recomiendan realizar un monitoreo permanente de los cultivos a fin de detectar alertas con tiempo y actuar en consecuencia.

En esta línea, el investigador del Inta Balcarce mencionó las metodologías basadas en el análisis directo en los tejidos y las evaluaciones indirectas apoyadas en el uso de sensores de canopeo, tales como el análisis de reflectancia o transmitancia de la radiación fotosintéticamente activa.

“Para los demás nutrientes no se cuenta con información calibrada localmente, por lo que el análisis de suelo es aún más relevante”, subrayó.

A su vez, los especialistas subrayan la necesidad de conocer los niveles de pH que pueden ocasionar problemas en la disponibilidad de algunos micronutrientes, y realizar franjas exploratorias mediante ensayos simples y con pocos tratamientos.

“Cada nutriente tiene una dinámica distinta”, recordó Beltrán. En este sentido, detalló que el nitrógeno es mucho más móvil en el suelo y se pierde a capas profundas cuando hay fuertes lluvias; en cambio, el fósforo es más inmóvil y puede retenerse, por lo que si se aplica de más se mantiene y enriquece el suelo, salvo que se pierda por erosión.

CULTIVOS DE COBERTURA

“Los cultivos de cobertura aparecen como una opción que permite mejorar el balance de nutrientes y carbono en el suelo”, indicó y agregó que los suelos en los que predominan las rotaciones con gramíneas sin cultivos de cobertura presentan una mayor disponibilidad de zinc (Zn) y manganeso (Mn).

En cuanto a la fertilización de cultivos de cobertura, esta práctica depende del objetivo que tiene el productor. “Si el objetivo es retener los nutrientes que dejaron los cultivos antecesores y lograr un aporte de carbono, básicamente no conviene realizar aplicaciones y, más bien, permitir que el cultivo de cobertura absorba la cantidad de nutrientes disponible para proveérselos al cultivo siguiente”, planteó Beltrán.

Por el contrario, si el objetivo del cultivo de cobertura es ingresar más carbono y aprovecharlo para hacer un pastoreo, sí es conveniente hacer aplicaciones de fertilización para asegurar un buen nivel de productividad.

Por último, el investigador de Castelar subrayó que, si bien en general se subfertiliza, también hay casos en los que se registran excesos que, en mayor o menor medida, impactan en los recursos naturales suelo y agua con contaminaciones en las napas o cursos de agua. Para evitar esto, reiteró la importancia de ser eficientes y realizar un monitoreo continuo de los suelos.

 

 

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