La importancia para la Argentina del proceso de industrialización

Durante el primer trimestre del año, la Argentina exportó por un valor promedio de u$s 550 la tonelada, e importó por u$s 1.400 por tonelada. La diferencia del 254% implica un bajísimo valor agregado de nuestras exportaciones.

El único acceso a divisas que a la Argentina dispone son las exportaciones, y esto se hace efectivo si el saldo comercial en términos cualitativos es superavitario, pero a la vez, depende también de los precios internacionales, algo en que nuestro país no participa. A pesar de que el 85% promedio de nuestras exportaciones son productos primarios y alimentos, éstas no superan el 12% del PBI.

Uno de los factores importantes que marcan la tendencia del comercio exterior y en particular el crecimiento de las exportaciones, es la cantidad exportada, que se explica mediante la actividad fluvial y marítima, la cual transporta el 90% del comercio exterior total. Un país crece cuando exporta e importa mayor cantidad de bienes y servicios independientemente del valor de los mimos, aunque este último explica las condiciones competitivas de una nación.

El primer trimestre de 2021, se exportó por más de 23 millones de toneladas, de las cuales más de 19,7 millones de toneladas fueron transportadas por la hidrovía Paraguay Paraná. De ese total, 11,5 millones correspondieron al rubro agricultura (P.P.) y más de 6 millones de alimentos (MOA). Por otro lado, se importaron más de 3,4 millones de toneladas, que sumados ambos factores dan un comercio exterior argentino estimado en más de 29,2 millones de toneladas totales.

Cuando hacemos las comparaciones interanuales, que en definitiva muestran en forma representativa la evolución del comercio exterior, el primer trimestre, en términos cualitativos, tuvo un superávit de más de u$s 1.000 millones. Nos encontramos que con respecto a las exportaciones (cargas) en ese período aumentaron solo 0,73% en términos de toneladas transportadas, y de un crecimiento de 7,58% en las importaciones (descargas). Este aumento significativo es fruto de una mayor actividad industrial, después de una contracción histórica durante 2020 que dejo una caída del 9,9% del producto bruto.

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Sin embargo, más allá que el 85% de las exportaciones argentinas están explicadas por los productos agropecuarios y los alimentos, sobre todo los primeros, han experimentado un crecimiento de sus precios internacionales, pero a pesar de ello, y tomando en cuenta las liquidaciones del BCRA y la balanza comercial publicada por el Indec, en el primer trimestre exportamos por un valor promedio de más de u$s 550, e importamos por un valor de más de u$s 1.400 por tonelada, lo que representa una diferencia del 254%. Esto representa un bajísimo valor agregado de nuestras exportaciones y una diferencia irremontable con una industria que básicamente afecta sus ventas al mercado interno y carece de competitividad y precios relativos que se ven erosionados por la inflación estructural.

Cuando realizamos el mismo análisis en los caballitos de batalla y fabricantes de dólares que tiene nuestra economía (productos agropecuarios y alimentos), a pesar del aumento de los precios de la soja, el maíz y el trigo entre otros, nos encontramos que el valor promedio exportado por tonelada durante el primer trimestres en productos agrícolas, es de poco más de u$s 220 y de alimentos de poco más de u$s 760. La diferencia entre ambos es de 340%, y ese valor diferencial en los promedios por toneladas, demuestra la importancia estratégica que tiene un proceso de industrialización que mejores las cuentas públicas ante la imposibilidad de financiamiento en los mercados de capital.

En este primer trimestre de 2021, a pesar de tener en términos de millones de dólares un famélico superávit, muy necesario para una economía carente de divisas, y a pesar de haberse revertido la caída de las exportaciones en términos de cantidad a partir del mes de marzo, queda en evidencia que, sin crecimiento real, estamos en una ecuación de suma cero, y el azar del aumento de algunos precios internacionales compensa la falta de una estrategia económica de mediano y largo plazo.

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