Debido a las retenciones y la disparidad cambiaria, al agricultor local le queda el 38% del valor en EE.UU. si accede a los dólares del CCL contra un 95% de su par en Uruguay y el 99,4% en Brasil
En jornadas precedentes el precio de la soja en la Bolsa de Chicago superó los US$540 por tonelada, en un grupo de Whatsapp de productores y analistas del mercado dijeron “récord mundial”. Sin embargo, no se referían al precio, que todavía no es récord porque no superó los US$650 alcanzados en 2012, sino por otro motivo: el magro 38% que recibe el productor argentino de ese valor en Chicago, traducidos a pesos, cuando se lo considera con el Contado Con Liqui (CCL).
El “récord mundial” al que se referían en el grupo de Whatsapp es precisamente ese 38% que le queda del valor internacional al productor argentino, con el CCL si quiere acceder a los dólares, versus el valor que recibe su par estadounidense o, más cerca, el 95% que puede tener el productor uruguayo.
Ese 38% es justamente debido a las retenciones que hay sobre el grano, de un 33% según lo fijado el año pasado por el gobierno nacional, además del efecto de la brecha cambiaria que distorsiona la actividad. Ayer, el dólar oficial BNA comprador tipo divisa valió el 60,57% el nivel del CCL vendedor.
Ayer, la soja para mayo en Chicago registró US$540,87 por tonelada, una suba del 1,5% versus el cierre anterior y el valor más alto desde junio de 2014. En tanto, la soja mayo para entrega en Rosario quedó en US$340 por tonelada.
Como el productor argentino recibe pesos, no dólares, considerando una cotización oficial de 92,77 pesos, en la cuenta en la moneda local le termina quedando, descontando el 33% de retenciones y la brecha cambiaria, $31.541,80.
En este contexto, si el productor quiere comprar dólares CCL tiene que hacerlo por 153,15 pesos, que es el valor de ese dólar. Cobrando en moneda local $31.541,80, y comprando a 153,15 pesos CCL, del valor de la soja en Chicago al productor argentino le termina quedando US$205,95 por tonelada. Es el 38% del precio internacional.
“Cuando el precio cae tanto así (por los efectos mencionados de retenciones y brecha cambiaria) bajan el área y la tecnología aplicada. Año tras años va a haber una retracción”, anticipó una fuente del mercado. En rigor, prevé eso más allá del valor que tiene la soja en Chicago.
“Los US$205 son los dólares que el productor puede comprar con los pesos que le quedan en la mano vendiendo al mercado (en dólares oficiales) de 340 dólares por tonelada”, apuntó la fuente consultada.
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Toda esta situación trae comparaciones con otros países productores. En Brasil, para el puerto de Paranaguá, la soja entrega mayo marcó ayer 538 dólares por tonelada. O sea, al productor brasileño le quedó el 99,4% del valor de Chicago. Brasil no tiene retenciones como en la Argentina.
Yendo a Uruguay, en tanto, también se encuentra una fuerte disparidad con el productor argentino. Allí, la soja del productor uruguayo -tampoco hay retenciones ni brecha- puesta en Nueva Palmira vale US$513, casi un 95% de Chicago. “A 70 kilómetros de Buenos Aires reciben eso”, destacó la fuente consultada del mercado de granos. En tanto, en Paraguay reciben 505 dólares por tonelada, un 93% del precio soja mayo en Chicago de ayer.
“Récord argentino y mundial”, graficó un productor para ilustrar la disparidad entre el productor argentino versus el brasileño, estadounidense y uruguayo. No obstante, en toda esta historia hay otra aclaración importante. Además de las retenciones y la brecha, luego habría que seguir descontando otros impuestos, como Ganancias, Ingresos Brutos, retenciones de IVA, tasas municipales, entre otros, lo que haría todavía más exigua la cuenta en pesos para el productor local.
“Hoy el productor recibe un tercio del valor real. Esto nos aleja de países productores como Brasil, Uruguay y Paraguay que vienen creciendo en superficie. Acá estamos estancados en niveles de hace una década, cuando en 2010 se producían 50 millones de toneladas. No podemos salir de los 50 millones de toneladas”, señaló el productor Santiago del Solar. “Estos son años para producir más y que serían una oportunidad de inversión y para los pueblos, pero estamos perdiendo importancia relativa en la producción”, agregó.
Fuente: La Nación