Los fungicidas son la herramienta mas usada para controlar enfermedades. Conocer los riesgos de resistencia y las prácticas para prevenirla son claves para cuidar estos productos.
A nivel mundial, las pérdidas en cultivos alimenticios por enfermedades se estiman en 20%. Aunque estas pueden reducirse con prácticas preventivas – uso de semillas sanas, manejo de rastrojos, cultivares resistentes, fecha de siembra, rotación de cultivos y control biológico -, el uso de fungicidas es, en la actualidad, la herramienta más utilizada.
Las enfermedades más importantes son normalmente controladas con unos pocos fungicidas. Por esto, la aparición de resistencia a cualquier activo es problema serio.
Lo primero a saber es que los fungicidas controlan sólo las enfermedades causadas por hongos. Aquellas patologías causadas por bacterias o virus no son controladas por estos productos. Así, antes de pensar en cualquier aplicación, es clave determinar la causa de los síntomas.
El grado de peligrosidad para desarrollar resistencia depende de factores propios del ambiente – muy determinado por el manejo – del patógeno y del fungicida. Por ejemplo, los fungicidas que poseen un modo de acción único tienen mayor riesgo de desarrollar resistencia que los de acción múltiple; también los patógenos que desarrollan varios ciclos de crecimiento en la campaña.
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En la tabla los niveles de riesgo de desarrollo de resistencia según tipo de fungicida y de patógeno con algunos ejemplos.
Manejo de la resistencia
Para extender la vida útil de un fungicida, en especial los de mayor riesgo, es clave un manejo adecuado. El manejo de la resistencia debe apuntar a retrasar su desarrollo y no actuar en consecuencia. Por tanto, debe implementarse desde el momento cero en que comienza a utilizarse un fungicida. A continuación, algunos tips:
- Utilizar la dosis de marbete y la frecuencia de aplicación sugerida. El uso de dosis completas minimiza la selección de cepas que poseen sensibilidad intermedia en el caso de resistencia cuantitativa (resistencia ocasionada por modificaciones en varios genes y que provoca rangos variables de sensibilidad).
- Alternar el uso de fungicidas con diferentes modos de acción y combinar o alternar entre fungicidas de bajo y alto riesgo de resistencia. Algunas formulaciones poseen diferentes activos premezclados para controlar la resistencia.
- Continuar entre cultivos el esquema de rotación de activos, cuando un cultivo pueda ser fuente de inóculo del siguiente.
- Aplicar fungicidas solo cuando sea necesario. Preferentemente hacerlo al inicio de la epidemia cuando la población es menor. Tener presente información existente sobre umbrales de acción de cada enfermedad.
- Realizar monitoreo periódico para el seguimiento de la enfermedad y evaluar el control de esta luego de una aplicación. Reportar cualquier pérdida de eficiencia que pueda ser causada por resistencia.
Implementar medidas de control no químicas: cultivares resistentes a enfermedades, rotación de cultivos, manejo de la fertilización, uso de semillas sanas, adecuación de fecha de siembra, espaciamiento entre surcos, etc.
Fuente: Aapresid