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jueves, noviembre 21, 2024

Feedlot: el modelo argentino a contramano del mundo

Mientras las principales ganaderías han desarrollado el engorde a corral para producir más kilos por carcasa, en nuestro país se incorporó a partir de los ’90 y no modificó el peso de faena. Cuáles son las tecnologías que permitirían superar esta problemática, hoy la mayor limitante para aumentar las exportaciones, fue el eje abordado por el especialista Juan Elizalde al presentar la evolución del pasto al grano en los sistemas productivos locales.

El laboratorio Phibro realizó un ciclo de conferencias con el objetivo de conocer los avances de los modelos ganaderos de distintos países en las últimas décadas y sus desafíos para abastecer un mundo de creciente demanda de carne vacuna. El Ing. Agr. Juan Elizalde, de Elizalde&Riffel, fue el encargado de presentar el caso argentino ante una audiencia internacional y destacó que el principal cambio fue pasar “De las pasturas al feedlot”, aunque esto no redundó en una mayor producción, lo cual, dado el gran peso del mercado interno, condiciona el potencial exportador.

“Tuvimos una etapa, desde 1960 hasta 1980, en que la producción de carne aumentó mucho, porque se hicieron pasturas, que se manejaron muy bien, con pastoreo intensivo. Después se estabilizó en poco más de 3 millones de toneladas y no creció hasta nuestros días. Ese es el gran problema, que nos limita la expansión de las exportaciones”, afirmó Elizalde, presentando a grandes rasgos la evolución de la actividad (gráfico izq.).

“Si analizamos la producción en tiempos más recientes (gráfico der.), vemos que en 2020 volveríamos al mismo nivel que 2005”, precisó, agregando que, entre 2015 y 2020, aumentó 19% (barras verdes) mientras las exportaciones lo hicieron en más del 200% (línea blanca). Y planteó: “si la exportación crece pero la producción no, cada aumento de los embarques está sostenido por una disminución del consumo doméstico, que viene retrocediendo a razón de 1,8kg/hab/año, entre 2005 y 2019. Probablemente, este año, rondará los 50 kg, cifra que de cualquier modo es una de las más altas del mundo”.

Según el especialista, el porcentaje de calorías que la población de un país satisface a través del consumo de proteínas animales va en línea con el ingreso per cápita. En la Argentina, a pesar de que este indicador es bajo, el consumidor obtiene una altísima cantidad de calorías a partir de la carne. “Hasta ahora los ganaderos se han ingeniado para producir carne barata y mantener el mercado interno bien abastecido. Pero hubo un cambio rotundo, que nos llevó a terminar hacienda muy liviana, algo que nos genera inconvenientes a la hora de producir carcasas más pesadas”, advirtió, aludiendo al nudo gordiano del caso argentino.

Del pasto al grano

Históricamente tanto la cría, como la recría y el engorde se hacían a pasto. A partir de 1980, se expandió el cultivo de soja y de maíz, de la mano de los mejores precios relativos, y en 20-30 años se perdieron más de 20 millones de hectáreas de pasturas, por lo que la producción de granos pasó de 30 a cerca de 130 millones de toneladas. “Esto, por otro lado, fue bueno para la hacienda porque permitió ampliar la oferta de granos forrajeros”, contó.

¿Qué ocurrió en los sistemas ganaderos? “Al quedar menos pasturas, se dejaron de lado la mayor parte de los procesos de recría y de invernada pastoriles. Tras el destete, los terneros, que antes se recriaban lentamente, pasan directamente a un corral con ración a base de maíz y la hacienda ya no alcanza altos pesos; el 75% sale a faena muy liviano: me refiero a 340kg de peso vivo, no de peso carcasa”, recalcó Elizalde. Y aclaró: “como la genética estaba preparada para producir a pasto y los animales son de bajo frame, cuando se los pone en el feedlot engordan rápidamente”.

Sólo una parte de los campos continuó con el sistema tradicional. “Los que siguieron recriando, sí mantuvieron un peso de faena apto para exportación, hoy unos 440 kg promedio, pero esto ocurre apenas con el 25% de la hacienda terminada”,  indicó, pormenorizando que del total de la faena hoy el 10-15% son novillos que salen de invernadas pastoriles y el otro 85%, del feedlot, sea como animal liviano o pesado.

Otra particularidad del modelo argentino, que tampoco contribuye a producir más kilos por cabeza, es que el 90% del ganado es de razas puras. “Son de un solo color, un solo pelo, como se dice aquí, parecidos a los que usan las cabañas. No hay tanto cruzamiento, como en los Estados Unidos, donde aprovechan esta práctica para aumentar el peso final del animal”, describió.

De aquí y de allá

Como conclusión, los pesos medios de las carcasas evolucionaron en forma diferente en la Argentina y en otros países. Si se los compara con Australia, EE.UU. y Brasil, ahí rondan los 278kg promedio, que es lo que genera un animal faenado, considerando todas las categorías, novillo, vacas, vaquillona, mientras en la Argentina, promedian los 224 kg, o sea 54kg menos. “Pero si tomamos el peso de los animales terminados a corral, la diferencia es mucho más grande. En los otros países el promedio de las carcasas es de 344kg (EE.UU. se acerca a los 380kg e incluso Brasil está en el orden de 280kg). En cambio aquí es de sólo 210kg”, afirmó.

Es decir que en el mundo, el feedlot se utiliza para aumentar el peso final de la carcasa, de 278 kg promedio a 344 kg (+66kg), y en nuestro país es al revés: “la hacienda engordada a corral se faena más liviana y genera carcasas de menor peso que el total, bajando de 224 kg a 210 kg (-14kg)”, subrayó.

El siguiente gráfico muestra la evolución del peso medio de las carcasas en los últimos 20 años en distintos países: subió a razón de 2,3kg por año en EE.UU., 1,6kg por año en Brasil y solo 0,5 kg por año en la Argentina. “Si bien en EE.UU. y Brasil los datos corresponden a carcasas de novillos, mientras que en la Argentina es el promedio de toda la faena, es notorio nuestro bajo peso de faena y la suba muy lenta del mismo”, enfatizó Elizalde.

Tecnologías superadoras

¿Podría ser la Argentina un jugador clave en mercados de alta gama?, preguntaron desde la audiencia. “Sí, la calidad es un atributo muy ponderado de nuestras carnes y muy bien logrado aún en las terminaciones a pasto. Es toda hacienda Angus, Hereford, Brangus y Braford, entre otras, excelentes. Además, al utilizarse razas puras, la reses son muy consistentes, con menor variabilidad entre cortes”, respondió.

Por ahora, prosiguió, “cuando abastecemos mercados que demandan mejor marmoreo, como EE.UU., usamos los animales de mayor frame, o que vienen de ese 10% de cruzamientos, y los dejamos en los corrales mayor cantidad de días para lograr más engrasamiento. Pero es probable, que si esa demanda crece, a futuro tengamos que aumentar el frame para producir carcasas más grandes”. ¿Eso podría complicar la tasa de preñez? “Sí, correcto, es así. Una  opción para evitarlo es bajar la carga por hectárea, trabajando con menos animales más grandes, o bien tener muchos terneros cabeza, de modo de lograr 20-30 kg más al destete. Pero en la Argentina, con una elevada inflación, el productor prefiere tener muchas vacas, aunque no den ternero, como resguardo de capital”, explicó. Y otra posibilidad es “hacer un largo proceso de recría, de 6 a 12 meses, y en lugar de ingresar los terneros con 170kg al corral, hacerlo con 350-70kg, o sea agregarle entre 150-200 kg de recría y ahí sí iniciar el proceso de engorde”,

Una tecnología alternativa, que según el especialista, “lamentablemente no se puede usar en la Argentina, aunque sí se utiliza en EE.UU. y Australia, son los modificadores de crecimiento. Sería como tener un animal de frame chico y convertirlo en uno de frame grande, es decir, aumentar 50-70kg su peso vivo y en 20-40 kg su carcasa, sin necesidad de mantener una vaca grande en el campo”, planteó. Y subrayó: “Nos permitiría seguir produciendo con madres de frame chico, más reducido que en otros países, con la ventaja de sus menores requerimientos, y después manejar fisiológicamente la descendencia y ampliarle su tamaño, durante la etapa de corral, terminándolo con buen marmoreo”.

Otro camino posible es utilizar los animales enteros, pero de alto peso, una tecnología no muy aprovechada en el país. “En Brasil, igual que aquí, están prohibidos los modificadores de crecimiento, pero como ahí no castran los machos, cuentan con un implante natural de testosterona. En cambio, en la Argentina no se emplea ninguna de las dos herramientas”, comparó, refiriéndose a que el valor del animal entero en el país es menor que el castrado, entonces no hay aliento para producirlo. “En definitiva, sería también una forma de aumentar el peso de las carcasas. Es más, con nuestra hacienda británica y nuestro frame, podríamos lograr mejor terminación y muy buen engrasamiento”, destacó.

Para finalizar, Elizalde hizo una reflexión sobre el potencial de la ganadería argentina para satisfacer el mercado interno y, a la vez, fortalecer su posición internacional. “Si aumentáramos el peso medio de faena de los novillos a 450 kg, podríamos disponer de 300 mil toneladas más para la exportación, aprovechando incluso alternativas tecnológicas para los mercados que demandan mayor marmoreo”, concluyó.

 

Fuente: Por Ing. Agr. Liliana Rosenstein, Editora de Valor Carne

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