Durante el Congreso de Semillas se analizó el impacto de las enfermedades fúngicas en el cultivo de maíz.
De esta forma el Ángela Formento del INTA Paraná manifestó que el maíz (Zea mays L.) de siembra tardía asegura una base y estabilidad de rendimiento, pero resulta muy afectado por numerosas enfermedades fúngicas. Las lluvias otoñales frecuentes y altas temperaturas, favorecen la colonización de las espigas por algunos hongos que ocasionan pérdidas de rendimiento, de la calidad comercial y producen micotoxinas que afectan la salud animal. Stenocarpella maydis (Berkeley) B. Sutton es un patógeno que afecta sólo maíz y bambú (Bambusa spp.) y causa una enfermedad de amplia distribución mundial, monocíclica y cuarentenaria.
En Argentina, se identificó en 2003 como Diplodia maydis en rastrojo de maíz pastoreados por bovinos, que presentaron síntomas neurológicos y muerte. El hongo puede sobrevivir hasta 11 meses en granos, 17 meses en rastrojo superficial y posee una alta tasa de transmisión de semilla a plántula entre 25 y 90,5%. Causa la muerte de semillas y plántulas, manchas foliares, podredumbre del tallo y podredumbre blanca de espiga. La enfermedad favorece el quebrado y vuelco de las plantas.
La infección ocurre entre 7 y 21 días después de la polinización y se caracteriza por el desarrollo de un micelio blanco grisáceo entre los granos, desde la base de la espiga hacia el ápice. Los granos son opacos, con bandas marrones y abundantes restos carpelares. Produce un complejo de micotoxinas que causa trastornos neurológicos y la muerte de animales. La estrategia de manejo se basa en la rotación de cultivos, reducción de restos culturales en superficie, siembra de híbridos de buen comportamiento y cosecha anticipada.
Fuente: Prensa Congreso de Semillas