La enfermedades de fin de ciclo (EFC) son una de las principales limitantes del cultivo de soja en nuestro país, ya que aceleran la senescencia de las plantas y disminuyen el rendimiento y/o calidad de la semilla1 . Los síntomas que tienen en común las enfermedades de fin de ciclo, es que se manifiestan en estados reproductivos intermedios y avanzados, con disminución del área foliar sana y defoliación, madurez anticipada del cultivo y, por ende, reducción del rendimiento. Las principales enfermedades de fin de ciclo son:
- MANCHA MARRÓN DE LA HOJA (MM) CAUSADA POR SEPTORIA GLYCINES
- TIZÓN DE LA HOJA (TH) CAUSADO POR CERCOSPORA KIKUCHII
- MANCHA HOJA DE RANA CAUSADA POR CERCOSPORA SOJINA
Las características climáticas de la zona junto al manejo del cultivo se relacionan directamente con la prevalencia de una u otra enfermedad. El control de estas enfermedades se realiza a través de la elección de cultivares tolerantes, tratamiento de semillas, aplicación de fungicidas y prácticas culturales como rotación de cultivos, fecha de siembra o densidad de plantas, entre otras. Sin embargo, la práctica generalizada del monocultivo de soja bajo siembra directa, disminuye las posibilidades de manejo a través de medidas culturales y genéticas. En este contexto, y como cada vez es más común en América del Sur, el control químico foliar es una rápida medida de control de emergencia, a pesar de que aumenta el costo de producción y el riesgo de control ambiental2.
Materiales y métodos
El experimento llevado a cabo en la Unidad Demostrativa se estableció sobre un suelo Serie Capitán Sarmiento, Argiudol vértico, familia fina, illítica, térmica3 con material de soja DM 4214. La fecha de siembra fue el 8 de noviembre de 2019, espaciado a 0,35mts entre surcos, con densidad de siembra de 41000 plantas por hectárea. Al momento de la siembra se fertilizó con 80kh/ha de Fosfato Mono-amónico. El cultivo antecesor fue un trigo utilizado como cobertura, quemado con 500cm3/ ha 2,4D éster + 2.0 1/ha Glifosato al 62% el 2 de octubre de 2019. En presiembra, se pulverizó con 30gr/ha de Diclosulam y en preemergencia con 2.0 1/ha Glifosato al 62% + 50 grs/ha de Saflufenacil + 1.3 1/ha S-metolachlor + 0.45 1/ha Sulfentrazone. Los ensayos tuvieron un diseño de bloques al azar (DBCA) con cuatro repeticiones, en parcelas de 1,4mt de ancho por 5mt de largo, con surcos distancias a 0,35mt.
Las aplicaciones fueron realizadas con mochila experimental de gas carbónico, con una barra de cinco pastillas de cono hueco tipo 80 015 distanciadas a 0,35mt entre sí. La presión con la que se trabajó fue con 4 bar, con un volumen erogado de 140 L/ha. Para evaluar el control sobre la mancha marrón de la hoja, se cuantificó la severidad sobre 10 foliolos del estrato del canopeo más infectado. Para ello se utilizó la escala diagramática de enfermedades de fin de ciclo de Martins et al. (2014), y se determinó la altura hasta la que avanzó la enfermedad en el canopeo, contando el número de nudos infectados sobre el total de nudos de la planta. Esto se midió el día de la aplicación, a los 18 días y a los 35 días, respectivamente, en coincidencia con los estados fenológicos R 4.5, R 5.8 y R 6.8.
El control de tizón de la hoja se evaluó a partir del momento que se hizo presente. La cuantificación de la severidad se realizó sobre 10 foliolos del estrato del canopeo más infectado (superior), utlilizando la escala diagramática de enfermedades de fin ciclo de Martins et al. (2014). Se determinó la severidad a partir del número de nudos infectados sobre el total de nudos de la planta. El monitoreo se realizó a los 35 días posteriores de la aplicación (estado fenológico R 6.8). Se estimó, visualmente, el porcentaje de defoliación de las parcelas el día 41 posterior de la aplicación en estado fenológico R 7.0.
Con esta información, se calculó la severidad promedio y porcentaje de defoliación de cada tratamiento. La cosecha se realizó con cosechadora autopropulsada de parcelas dentro de los dos surcos centrales. Sobre una muestra del grano cosechado se determinó el peso de 1000 granos (PGM) y peso hectolítrico (PH). Se realizó un anásis de la varianza para un diseño de bloques al azar y se compararon las medias con el test LSD al 0,05.
Resultados
Cómo se observa en la FIGURA 1 de las precipitaciones, entre noviembre 2019 y abril 2020 fueron de 535mm, por debajo de la media histórica de 715mm (1982-2019).
La disminución de la oferta hídrica se vio afectada particularmente en el período crítico de crecimiento. A su vez, siguiendo el comportamiento de las precipitaciones, fue aún más severa la disminución entre noviembre y febrero; con un marcado déficit durante noviembre y diciembre, que ralentizó a un cultivo que repuntó hacia mediados de enero, con una recuperación en marzo y abril con poco impacto en el rendimiento del cultivo.
Discusión y conclusiones
A pesar de la escasa oferta hídrica, la media de rendimiento del ensayo fue de 3072 kg/ ha. No se verificaron diferencias significativas entre los distintos tratamientos para el rendimiento y peso hectolítrico; pero sí en el peso de mil granos. El mayor valor se registró para el Tratamiento 2, y el menor para el Testigo. En lo referente al control de enfermedades, no hubo grandes diferencias entre el Testigo y los tratamientos de protección en la primera y segunda evaluación para severidad y altura de mancha marrón de la hoja. Sin embargo, se encontró un control levemente mejor en los tratamientos con aplicación en la última evaluación con respecto al Testigo. Para el control de tizón de la hoja no se observaron grandes diferencias entre los tratamientos para la altura de la enfermedad, aunque se observaron mejores niveles de control de la severidad para los tratamientos con aplicación. En cuanto al porcentaje de defoliación no se observan grandes diferencias entre los distintos tratamientos, aunque aquellos fungicidas con carboxamidas en su composición mostraron un mejor desempeño. Las escasas precipitaciones de la presente campaña retrasaron el normal desarrollo del cultivo y de las enfermedades. De todos modos, se llegó al umbral de aplicación para mancha marrón de la hoja hacia fines de enero. Posteriormente, la menor oferta hídrica en febrero (y hasta mediados de marzo), limito la evolución de esta enfermedad y del tizón de la hoja. Esto generó una disminución en las diferencias de control entre los tratamientos de protección y testigo.
Fuente: INTA por Fernando Ariel Jecke, Fernando Jorge Mousegne, Inés Glineur