Coronavirus. ¿Habrá más pandemias este siglo?

La próxima vez, el mundo debería estar mejor preparado. Si bien esta es la segunda del siglo después de la gripe H1N1 de 2009, lo cierto es que hubo varios episodios pre covid que estuvieron muy cerca de convertirse en pandemias, todas desde el año 2000: desde los coronavirus previos como el Sars y el Mers hasta diversas gripes porcinas que pueden saltar a humanos.

El arma estaba desde hace tiempo a punto de gatillarse y las condiciones para otros brotes de nuevas infecciones continúan: mala relación con los ambientes y los alimentos, hacinamientos en ciudades y una globalización que lleva a la gente en unas horas desde una punta a la otra del planeta con sus microorganismos a cuestas. Los mercados húmedos como los de Wuhan -donde se originó el actual coronavirus- son un peligro, pero no son el único. Entre varios, relucen las granjas de cría industrial de animales, como cerdos y pollos, además del mal uso de antibióticos y el cambio climático.

“Tener muchos animales confinados en un lugar es crearse un problema. Cada vez que un virus pasa de un animal a otro se modifica un poco; en ese contexto de encierro podría hacerse más patógeno y hacer más fácilmente la conexión con tejidos respiratorios humanos”, dijo el veterinario y epidemiólogo holandés Maarten Hoek, ex FAO y OMS. En un webinar organizado por la organización Internews, Hoek remarcó que los brotes no deberían sorprendernos del todo. “Las enfermedades de los animales no son algo que ocurre muy de vez en cuando y genera epidemias como la actual, sino que son parte central de la historia humana, han moldeado su evolución y están intrínsecamente relacionadas con el planeta”, agregó. Lo que no quiere decir que no haya que prepararse e identificarlas, incluso más rápido que lo que sucedió con el covid, concluyó Hoek.

El papel del cambio climático tiene como referencia principal a los vectores, en particular a un animal más peligroso que cualquier otro para el ser humano: el mosquito. La ampliación de las zonas en las que puede vivir debido al aumento de las temperaturas es sólo un ejemplo. Tal es el caso de la especie Aedes aegypti, que transmite dengue, zika, chikungunya y fiebre amarilla (para la cual hay vacuna).

En conjunto, la lista de familias virales con potencial pandémico es un poco escalofriante de solo leerla: filovirus (marburgo, ébola); influenza (variedades de la gripe); flavivirus (las mencionadas zika y fiebre amarilla); paramixovirus (nipah, hendra), además de los ahora célebres coronavirus, de los que los murciélagos tienen cientos. Y es una lista corta, una selección de varios miles que ya forman parte de la naturaleza. La sensación es que el 2020 fue el año disruptivo, pero pudo haber sido cualquier otro previo (en 2013, doblemente si el Mers prosperaba junto con la variante H7N9 de la gripe). Incluso esta de 2020 puede ser la primera de una serie. “Las pandemias son caprichosas”, resumió el periodista científico norteamericano y autor de Yo contengo multitudes Ed Yong en uno de sus artículos en The Atlantic.

Actuar para vivir

Según los especialistas, existe toda una batería de acciones para tomar cuanto antes, no sólo en la parte de la vigilancia y prevención de la próxima nueva enfermedad sino para evitar las causas de las sopas de virus, que en una de sus millones de mutaciones puedan saltar hacia el ser humano y causar devastación. No sólo robustecer los sistemas de salud sino también generar laboratorios y laboratoristas más entrenados en todo el mundo y multiplicar epidemiólogos, infectólogos y virólogos, entre otros expertos. Y no desestimar cierta preparación cultural, que fue la ventaja de las comunidades asiáticas ante el covid, como se ve en los bajos números de fallecidos en aquel continente que se anclan en tradiciones que tienen que ver con el uso de barbijos, el rastreo, aislamiento y vigilancia, entre otras medidas adoptadas tras padecer los anteriores coronavirus mortales.

¿Los virus sólo pueden provenir de China? Desde luego que no. “Podrían venir de Sudamérica si se destruyen las selvas”, señaló el premio Nobel de Medicina Peter Doherty en una entrevista reciente con este diario. Investigadores en medio ambiente y enfermedades infecciosas lo vienen advirtiendo desde hace años. Y las pruebas están ahí. “Desde el año 2000 este es el tercer coronavirus infeccioso después del Sars y el Mers, que eran mucho más mortales. En veinte años ya pasaron tres y además tuvimos la gripe A de los cerdos. Y también saltan de pollos en mercados húmedos a humanos, que si cambian un poco se pueden hacer pandémicos. Con los viajes internacionales masivos y cruceros, que básicamente son incubadoras de enfermedades infecciosas, estamos generando las condiciones”, dijo Doherty. El Nobel australiano cree que, además de mejorar las condiciones de vida de las personas, hay que crear un protocolo internacional para cerrar todo contacto internacional no bien se detecte la próxima epidemia de estas características.

“Se estima que uno de cada tres brotes de enfermedades nuevas y emergentes durante los últimos cuarenta años están vinculados a la deforestación. La destrucción de hábitats para explotación de recursos naturales o para urbanización también incrementa las posibilidades de contacto entre personas y especies silvestres, y vectores de enfermedades”, dijo por su parte el investigador argentino Ricardo Baldi, del Instituto Patagónico para el Estudio de los Ecosistemas Continentales (IPEEC/Conicet).
“Existen publicaciones científicas del año 2007 que alertan sobre el potencial de la familia del coronavirus para saltar hacia otras especies y más aún: se han publicado artículos en revistas científicas de primera línea en 2015 y 2016 que describen a grupos de especies de murciélagos como reservorios de coronavirus con potencial de saltar a los seres humanos”, agrega Baldi, también asesor científico de Wildlife Conservation Society Argentina. Si bien en la Argentina no son frecuentes este tipo de mercados, el comercio y la caza ilegal de fauna silvestre, con la manipulación y el consumo que implican, pueden ser potencialmente peligrosos, puntualiza Baldi.
En síntesis, la civilización generó las condiciones para que asuntos naturales de la evolución de los microorganismos se puedan hacer un festín con el Homo sapiens. Cuándo será la próxima pandemia es la pregunta que se busca atacar, por ejemplo, a través de inteligencia artificial en varios grupos de investigadores, pero desde luego no se puede saber con certeza. Si para la historia, el siglo XX fue el escenario de dos guerras mundiales y el siglo XIX fue el de las revoluciones, posiblemente el siglo XXI sea el siglo de las pandemias. En parte porque la naturaleza es así, en parte porque nuestra relación con la naturaleza está un poco perturbada.

 

Fuente: La Nación por Martín De Ambrosio

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