Efecto de las pasturas perennes en la fertilidad del suelo en la región semiárida pampeana

Informe elaborado por el Grupo de Gestión ambiental, agua, suelo y vegetación natural y la Agencia de Extensión Rural de General Pico de la EEA INTA Anguil.

Durante los últimos 5 años ha sido creciente la consulta sobre distintos temas relacionados con el establecimiento de pasturas (producción y persistencia). Los principales antecedentes sobre la importancia de las pasturas perennes en la rotación fueron generados durante la década del 80 y a principios de los 90. Las clásicas rotaciones de 4 años de pasturas alternados con 4 años de cultivos anuales eran consideradas la base de la sostenibilidad de los sistemas de producción. Se reconocía y valoraba a las pasturas en la función de “reconstruir la fertilidad de los suelos” que normalmente disminuía durante el periodo de cultivos anuales. Tanto la fertilidad física del suelo a través de la implantación de “gramíneas perennes” como la fertilidad química aportada por “especies leguminosas” como la alfalfa eran influenciadas positivamente por las mismas. La alfalfa, beneficiada por los contenidos medios a altos de fósforo, altos porcentajes de saturación de bases del complejo de intercambio y pH neutro mostraba muy buena persistencia, aceptables niveles de producción y un importante aporte de nitrógeno por fijación biológica.

 En esta época, el rastrón, la rastra de discos doble, el arado de reja y en menor grado el cincel eran las labranzas predominantes. En 1984, se inician las primeras experiencias con siembra directa (SD) en INTA Anguil y a partir de mediados de los 90 se comienza a desarrollar de manera importante la SD en los suelos arenosos del Este de La Pampa. Principalmente en el establecimiento de cultivos anuales, siendo girasol y las pasturas los más tardíos en ser establecidos en SD. Debido a las dificultades que presentaba la maquinaria existente para lograr buenos establecimientos en suelos con cobertura, se comienzan a ensayar barre rastrojos para la siembra de girasol y en pasturas se buscan antecesores más adecuados como trigo.

En la actualidad, luego de transitar un periodo de 20-30 años de la denominada agriculturización, donde la ganadería y lo que quedo de las pasturas perennes fueron relegadas hacia suelos de menor potencial productivo, la situación es distinta (bajos anegables, salinos, ambientes arenosos y/o con escaso espesor). En el presente es necesario reconocer el “nuevo escenario” que se presenta para las pasturas perennes en lotes “agrícolas” que sin dudas no es el mismo de hace 30 años. Esto, es percibido por el productor y los profesionales que cuando la consideran como forrajera expresan: “La alfalfa produce menos, no persiste como antes, no encuentro nódulos, se me defolia con mayor frecuencia”.

También persiste la mirada de la pastura perenne como una opción para recuperar la fertilidad de los suelos. Suelos que se han densificado muestran con frecuencia problemas de encostramiento provocando encharcamiento temporario, distribución desuniforme del agua de lluvia, escurrimiento hacia ambientes más bajos; generando dificultad para que los cultivos utilicen el agua y/o problemas de anoxia, salinización. En estas situaciones la pregunta es si las pasturas perennes (¿y qué pasturas?) pueden recuperar la condición física de los suelos o si la degradación que ha experimentado el recurso limita los efectos positivos que la pastura podría generar.

Indudablemente que la información generada en el pasado, en otro escenario productivo, debe “ser revisada/validada” bajo las condiciones actuales. En este sentido y para ser objetivos en el análisis que podemos realizar y las recomendaciones que “podemos aproximar” se presentan de manera resumida algunos datos que pueden ser de utilidad.

 

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Fuente: INTA

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