La presión impositiva sobre las empresas argentinas es la segunda más alta a nivel global, sólo superada por la que existe en Comoras, un pequeño país de África formado por tres islas en el Canal de Mozambique. Según los datos del último informe Doing Business (Haciendo negocios), un proyecto conjunto del Banco Mundial y la consultora PwC, la tasa total de impuestos y contribuciones obligatorias que debe abonar una empresa local durante su segundo año de actividad es de 106%, expresada como un porcentaje de sus beneficios.
La tasa impositiva total mide el monto de los impuestos y las contribuciones obligatorias que pagan las empresas —después de las deducciones y exenciones permitidas— como parte de las ganancias comerciales. Este número proporciona una medida del costo de todos los impuestos que una empresa soporta. La metodología toma todos los impuestos y contribuciones que están obligadas a pagar (en los niveles federal, estatal y local) y también cualquier imposición que afecte las cuentas comerciales. Las principales diferencias entre los países se encuentran en los gastos laborales y los impuestos al valor agregado.
Economistas y periodistas del staff de Infobae dieron su visión sobre el tema: cómo afecta al desarrollo de las empresas y cómo impacta en la inversión y en los niveles de competencia. “No debe sorprender que la Argentina se ubique en el segundo lugar de mayor presión impositiva en el mundo, con más de 100 tributos a nivel nacional, provincial y municipal la superposición de impuestos hace que las empresas puedan llegar a pagar tres impuestos diferentes sobre una misma base”, explicó Roberto Cachanosky.
Y detalló algunos ejemplos: las provincias cobran Ingresos Brutos sobre las ventas y las empresas pagan un determinado porcentaje sobre el volumen bruto de facturación; pero al mismo tiempo, hay municipios que cobran la Tasa de Higiene, que también es un porcentaje sobre lo que facturan las empresas radicadas en ese municipio.
Además, cuando la empresa paga impuestos, el Estado Nacional le cobra un impuesto a los débitos bancarios. “En la Argentina se ha llegado al disparate de tener que pagar un impuesto para pagar impuestos. Una empresa paga dos veces sobre la misma base imponible, sus ventas más el impuesto al cheque para pagar el impuesto provincial y la tasa municipal”, describió Cachanosky.
Como el Estado no permite ajustar los balances por inflación, el 35% del impuesto a las ganancias es nominal y trepa al 45/50% ya que el Estado cobra impuestos sobre utilidades inexistentes, indicó el economista. Además, advirtió que esta fenomenal carga impositiva a nivel nacional, provincial y municipal,
¿Por qué el porcentaje de la tasa total impositiva de la Argentina supera el 100 por ciento? La explicación está en la imposibilidad de las empresas locales de ajustar sus balances por inflación.
“Hay una resistencia del Congreso a avalar ajustes por inflación pese a que el promedio de la inflación en la Argentina en los últimos 80 años, sin contar la hiper de los años ’89 y ’90, es del 60% anual. Si se descuenta el efecto inflación real sobre los activos y pasivos de las empresas que nominalmente registran ganancias pasarían a tener pérdidas. Lo que pone al descubierto el informe del Banco Mundial es una de las anomalías más gravosas para las empresas, que es la persistencia del impuesto inflacionario”, señaló Daniel Sticco.
Además, Sticco observó que en “algunos impuestos, como el IVA, las empresas están obligadas a pagar el crédito fiscal a los 40 días de facturada la venta de un bien o servicio, pese a que en general percibe el ingreso a los 60 o 90 días, y en algunos casos aún después, con lo que en épocas como las actuales de alta inflación y elevadas tasas de interés constituye una carga impositiva mayor, en particular para las Pymes que muchas veces cobran a 120 o 150 días”.
“El problema con los impuestos en la Argentina no es su monto sino su composición y el altísimo nivel de evasión. La estructura tributaria se caracteriza por un excesivo peso de los impuestos indirectos, que son regresivos (gravan proporcionalmente más al que menos tiene) y suelen ser distorsivos”, afirmó Marcelo Zlotogwiazda.
“Mientras para el promedio de los países de la OCDE los impuestos a los bienes y servicios, como por ejemplo el IVA, representan el 11 por ciento de la recaudación, aquí son responsables de casi la mitad (47,8) de lo que se cobra. Tomando en cuenta sólo lo que la AFIP recauda de IVA se más que duplica al promedio de lo que ingresa por este tipo de impuestos en los países de la OCDE”, explicó.
Por su parte, Luis Beldi alertó sobre una creciente cantidad de empresas que están presentado recursos de amparo para no pagar impuestos, producto de la distorsión de no poder realizar ajustes por inflación.
“La Argentina presenta una situación sumamente compleja: precisa reducir urgentemente la carga fiscal sobre el sector privado, pero al mismo tiempo eliminar el déficit fiscal. El FMI se hizo eco de este dilema en el último staff report elevado al directorio del organismo. Allí plantea la necesidad de ir a una nueva reforma fiscal que reduzca los impuestos distorsivos. Y al mismo tiempo propone una serie de acciones para aumentar la base imponible en la recaudación”, aseguró Pablo Wende.
Dicho de otro modo, sugiere la necesidad imperiosa de avanzar en la lucha contra la evasión. Solo en el caso del IVA, esto permitiría recaudar un adicional de 3,7 puntos del PBI.
En el mundial de la presión impositiva al sector empresarial, la Argentina es segunda detrás de la lejana y desconocida Comoros. Junto con los niveles de inflación, otro triste récord a escala planetaria.
Fuente: Argentina Ya/INFOBAE