Introducción
La agricultura, la ganadería, la apicultura, la acuicultura, la pesca, la silvicultura y la explotación forestal integran el sector primario de la economía, que comprende las actividades productivas de obtención de materias primas destinadas al consumo o a la industria, a partir de los recursos naturales.
La agroindustria es la actividad económica que comprende la industrialización y comercialización de productos agropecuarios, forestales y biológicos. Tiene a su cargo la fundamental tarea de transformar los productos generados en el sector primario, agregando valor a los mismos. Por su importancia relativa, esta actividad es estratégica para el desarrollo económico y social de la República Argentina y tiene un gran potencial de crecimiento. Agrupadamente, el conjunto de empresas que trabajan cotidianamente en la agroindustria son pilares fundamentales para asegurar un mayor nivel de producción, agregado de valor, exportaciones y empleo con su consiguiente impacto positivo en la distribución del ingreso y la equidad social.
En el presente documento denominaremos genéricamente “Sector Agroindustrial” al conjunto de actividades de la agroindustria propiamente dicha como así también a la actividad primaria, que permite la obtención de las materias primas necesarias para su procesamiento.
Algunos indicadores económicos a nivel nacional que muestran la relevancia del sector agropecuario y la agroindustria
I.1.) En el 2018 el sector agropecuario y agroindustrial fue el único generador de relevancia de divisas netas por operaciones cambiarias de exportación e importación. Según información del Banco Central de la República Argentina: cerca de 28.800 millones de dólares netos.
En este cuadro se analizaron las operaciones cambiarias que son correlato de exportaciones e importaciones realizadas durante el año 2018, y que son recopiladas por el Banco Central de la República Argentina a través del Régimen Informativo de Operaciones de Cambios de esa Institución.
Los datos que el BCRA recibe de las entidades incluyen, para cada una de las operaciones en el mercado de cambios, información sobre el agente (personas humanas o jurídicas, y el sector al que pertenecen de acuerdo a su declaración de actividad principal ante la Administración Federal de Ingresos Públicos), los montos transados, la denominación de la moneda, y también el motivo detrás de la transacción cambiaria (concepto), sea exportación o importación de bienes o servicios, atesoramiento, obligaciones financieras, entre otros. En este caso hemos computado solamente los datos de exportaciones e importaciones de bienes o servicios.
Como puede verse en el cuadro, el sector “Oleaginosas y Cereales”, como categoriza el Banco Central de la República Argentina al segmento que nuclea la producción, procesamiento y exportación de cereales y oleaginosas en nuestro país, tuvo en el 2018 un balance cambiario comercial positivo (divisas ingresadas al Mercado de Cambios en concepto de ventas externas, restándole las compras de divisas por compras externas) de US$ 21,2 mil millones, siendo el sector con mejor balance externo del país.
Al agregar a esta categoría, los rubros relacionados con la producción de alimentos, bebidas y tabaco, las actividades agropecuarias y otras primarias (silvicultura, piscicultura, etc), y el complejo textil y curtidos, nos muestran un balance positivo cambiario de cerca de US$ 29 mil millones en actividades comerciales de exportaciones e importaciones. En el cuadro lo hemos denominado “Sector Agroindustrial”.
I.2.) El 60% de las exportaciones de Argentina lo genera el sector agropecuario y agroindustrial: U$S 36.700 millones.
En 2018, en Argentina se efectivizaron exportaciones por U$S 61.559 millones, de los cuales U$S 36.755 millones correspondieron a exportaciones de productos del sector agropecuario y agroindustrial. Esto representa el 60% de las exportaciones totales de nuestro país. El sector, de acuerdo al criterio utilizado en este informe, incluye a los complejos: oleaginosos, cerealero, bovino, frutícola, pesquero, hortícola, forestal, avícola, tabacalero, miel, azucarero, equino, yerba mate, te; con el agregado de la industria textil.
La suma del sector oleaginoso y el cerealero representó en 2018 exportaciones por el US$ 24.825 millones, un 40% del saldo exportado total.
Según un informe del INDEC, en el 2018 los principales complejos exportadores fueron: primero el Complejo Soja (que contiene a la soja –porotos, aceites, pellets y harinas), el cual fue el de mayor relevancia. En segundo lugar le sigue el complejo automotriz, tercero el petrolero-petroquímico, cuarto el maicero –granos y harinas–, quinto el complejo de origen bovino (comprende carne, lácteos y cuero) y sexto el triguero (granos, harinas y pellets– los más destacados).
II.1) Empleo total del campo y el sector agroindustrial en Argentina
La cuestión del empleo generado por el campo y las cadenas agroindustriales, es desde hace tiempo un tema importante de debate, sobre el cual se han publicado numerosos estudios, con estimaciones disimiles. La discrepancia entre estos estudios resulta de los distintos criterios de análisis, las distintas formas de estimación del empleo directo e indirecto, y de los distintos sectores involucrados en el análisis. En este trabajo se destacan los principales aportes de especialistas en la temática.
De acuerdo al más reciente trabajo de la Fundación Agropecuaria para el Desarrollo de Argentina (FADA) sobre el impacto económico del sector, en nuestro país las Cadenas Agroalimentarias generaron 2,6 millones de puestos de trabajo en 2017, lo que equivaldría al 17% del empleo total nacional privado. Esta estimación incluye empleo tanto directo como indirecto, entendiéndose por empleo indirecto la creación de puestos de trabajo en sectores proveedores y en sectores clientes del sector agropecuario, es decir, mirando la cadena de valor hacia atrás y hacia delante. Se estaría computando el empleo del sector en forma global, tanto aguas arriba (en la producción y comercialización de fertilizante, transporte, instrumentales para agricultura de precisión, semillas, etc.), como aguas abajo, en diversos y amplios mercados, incluyendo la logística de carga y portuaria y las plantas industriales. En este informe se destaca que sectores como la vitivinicultura y la producción de frutas, hortalizas, legumbres y cultivos industriales (FHL) generan el 30% de los puestos de trabajo del total de las cadenas. Esto evidencia la importancia de las economías regionales en la generación de empleos en nuestro país.
Un importante trabajo del Ministerio de Agroindustria, publicado en diciembre de 2018, analiza la cuestión desde las perspectivas de las cadenas agroalimentarias, y procede también a una estimación indirecta del poder del sector en la generación de empleo. Se estima aquí que las 31 cadenas agroalimentarias identificadas, ocupan un total de 1,9 millones de personas, lo que representa el 10% del empleo total del país, y el 31% del total si lo que se considera es el empleo total en actividades de producción de bienes.
Una investigación liderada por el especialista Juan Llach para el año 2003, estimó un empleo directo de 2.750.000 personas y un empleo total de 5.590.000, utilizando un enfoque más amplio, e incluyendo diferentes cadenas entre las que se encontraban pesca, textiles y madera y muebles, entre otras tantas. Esta estimación incluye el empleo directo, más dos tipos de empleo indirecto: el primero, vinculado con los insumos y servicios demandados en la cadena; y, el segundo, generado por el consumo del sector y el pago de impuestos. El propósito no era medir las personas ocupadas sino algo distinto, que es el impacto total del sector en la generación de empleos.
A nuestro entender, todos los esfuerzos realizados por los especialistas son válidos a la hora de analizar la relevancia del empleo del campo y la agroindustria como fuente movilizadora de recursos y generadora de riqueza.
En nuestro proceso de análisis, en líneas generales similar al formulado por el Dr. Llach hemos considerado el empleo directo en forma amplia por los siguientes complejos: oleaginoso, cerealero, bovino, frutícola, pesquero, algodonero, hortícola, forestal, avícola, tabacalero, miel, azucarero, equino, yerba mate, te y la industria textil. Con esto, procedimos a estimar el empleo directo e indirecto generado por todas esas cadenas, que surge de las siguientes situaciones:
a) personas que trabajan directamente en alguna de estas cadenas agrícolas, ganaderas, forestales, pesqueras y otras de la actividad primaria.
b) personas que trabajan en forma directa en las cadenas agroalimentarias y agroindustriales,
c) trabajadores que prestan servicios diversos –directos e indirectos- a dichas cadenas,
d) personas que comercializan bienes de dichas cadenas a nivel mayorista o minorista,
e) individuos que perciben sus ingresos en forma directa o indirecta (parcial o total) gracias a la actividad de las cadenas agroalimentarias, especialmente en el interior del país
f) trabajadores del Estado nacional, provincial, municipal o comunal que prestan servicios o desarrollan sus actividades en relación a las cadenas agroindustriales
g) trabajadores particulares del agro o de las cadenas agroindustriales, trabajadores por cuenta propia, patrones, trabajo familiar y los asalariados no registrados.
Por tal motivo, consideramos en nuestra estimación que la generación de empleo directo e indirecto del sector agropecuario y agroindustrial en Argentina se ubica en una cifra cercana a las 5,5 millones de personas.
Para constatarlo veremos que para el año 2018 en nuestro país existían 6,6 millones de empleos formales privados asalariados (según los datos que surgen del Sistema Integrado Previsional Argentino) y solamente en actividades de producción del sector agropecuario y agroindustrial había 886.000 empleos formales. La cifra total de 5,5 millones de ocupados implica multiplicar esos 886.000 empleos formales por un razonable factor de aproximadamente 6,2.
En nuestra visión, esta cifra de 5,5 millones de ocupados refleja más adecuadamente la realidad de sector, ampliando el impacto del mismo en la generación de empleo no solo al privado registrado directo, sino a todo el universo laboral enumerado más arriba, que debe su fuente de ingresos de forma directa o indirecta al sector; aunque aclaramos que son estimaciones y deben ser consideradas como tales.
II.2.) El empleo directo asalariado registrado por el sector privado en el campo y la agroindustria a 2018 (sin computar empleos en comercialización y servicios) asciende aproximadamente a 886.000 trabajadores.
Para el año 2018, en nuestro país se registraron 6,6 millones de empleos formales privados asalariados, según los datos que surgen del Sistema Integrado Previsional Argentino. De este total, 886.000 correspondieron a empleos vinculados directamente con el sector agropecuario y agroindustrial. Cabe destacar que en este cómputo solo hemos tenido en cuenta el empleo en actividades de producción (no se incluyen los empleos relacionados con la comercialización, ni tampoco los empleos vinculados a servicios anexos a la actividad), y solo el empleo registrado formal asalariado, quedando excluidos del registro los trabajadores particulares, los trabajadores por cuenta propia, los patrones, el trabajo familiar y los asalariados no registrados.
El campo (y otras actividades primarias) junto con la agroindustria superan ampliamente al resto de los sectores analizados, entre ellos automotriz, gas y petróleo, minería y otros.
III) Sin computar comercio y servicios, el Valor Agregado Bruto del sector agropecuario y agroindustrial en Argentina es del 13% a nivel productivo.
El valor Agregado Bruto (VAB) de toda la economía argentina, medida a precios corrientes, alcanzó durante el año 2018 los U$$ 439.565 millones. El sector agropecuario y agroindustrial aportó un 13,3% del total de este Valor Agregado total, con un VAB de US$ 58.420 millones de dólares. La industria manufacturera aportó el 15% sobre el VAB total, representando el sector agroindustrial aproximadamente el 40% de este sub-total.
Este Valor Agregado Bruto solamente computa, por la forma en la que está presentado el Sistema de Cuentas Nacionales, las actividades relacionadas directamente con el aspecto productivo. Esto deja fuera un gran universo de actividades con estrecha vinculación con el sector agropecuario y agroindustrial, y que hacen en definitiva a las cadenas de valor de los distintos complejos agroalimentarios y agroindustriales. Por ejemplo, las actividades relacionadas con el transporte, la intermediación, la comercialización, la financiación, la logística, los servicios anexos, etcétera, no son incluidos en esta categorización.
Fuente: Julio Calzada – Javier Treboux BCR