Escuchamos hablar en repetidas oportunidades que el sector ganadero no tiene techo y su potencial de crecimiento es exponencial. La apertura a nuevos mercados nos permite creer en esta premisa, pero sabemos también que necesitamos ser eficientes en un sentido integral para poder concretar esas expectativas.
Cuando hablamos de empresas apalancadas nos referimos a empresas que toman deuda para poner a disposición de la fuerza productiva no sólo fondos propios sino también fondos de terceros en pos de multiplicar su capacidad de crecimiento. El financiamiento eficiente es clave para el desarrollo de las compañías y es precisamente hoy una de las limitantes que está encontrando el sector ganadero para expandirse.
El ganadero tiene un activo valioso aún no explotado a lo hora de buscar financiamiento, ya sea a través de los contratos forward o los warrant ganadero (que están aún en tratamiento parlamentario). Los forward, como comentamos en el informe anterior, además de ser una herramienta de cobertura constituyen per se un aval líquido que podría incorporarse como herramienta de financiación y crédito en toda la cadena de producción de carnes.
El forward es un instrumento ampliamente integrado a la comercialización agrícola. Sin embargo, en ganadería aún no ha logrado instalarse con la misma solidez a pesar de los beneficios que podría aportar a toda la cadena.
En países como Brasil, Estados Unidos, Australia y Canadá, los forward ganaderos son ampliamente utilizados por los productores, ya sea a través de contratos estandarizados como no estandarizados, cuyas condiciones son definidas íntegramente entre las partes. En general, la figura del comprador siempre esta referenciada a un frigorífico que ofrece negocios a plazo, bajo sus propios estándares de compra.
En la mayoría de los países donde estos contratos registraron una expansión considerable, coexisten con mercados de futuro de referencia, como lo son CME para Estados Unidos y Canadá con sus contratos de ganado – Live Cattle y Feeder Cattle– o BM&F para Brasil con su contrato de novillo gordo –Boi Gordo- e incluso en el caso de Australia, con un índice de referencia para animales jóvenes del este (EYCI) elaborado por el MLA.
El mercado local cuenta con dos contratos de futuro de ganado que cotizan en ROFEX/MATBA, el Contrato de Novillo y el Contrato de Ternero Rosgan. El desarrollo de estos contratos también constituye un soporte para lograr instalar la operatoria del forward ganadero. Ambos mercados necesitan ser desarrollados conjuntamente para asegurar su transparencia, liquidez y solidez comercial.
Como herramienta financiera, el mayor valor de un forward reside en la posibilidad de endosarlo y ceder su derecho de cobro a otro actor de la cadena, como un vendedor de insumos, un consignatario de hacienda o incluso a una entidad financiera o fondo de inversión que desee capturar tasas vinculadas a la evolución del sector.
Mediante la registración de contratos endosables, se genera un círculo virtuoso integrando toda la cadena, el cual permite derramar la solidez financiera y crediticia que puede actualmente estar gozando la exportación, hacia el resto de los eslabones que operan con ella. De este modo, se logra trasladar el compromiso de pago de un sujeto con menor calidad crediticia a uno de mayor calidad crediticia mejorando las condiciones para toda la cadena.
Por ejemplo, un feedlot o un invernador vende a plazo a un frigorífico exportador a través de un contrato forward en dólares. El feedlot, además de asegurar su precio de venta futuro, podría financiarse cediendo los derechos de cobro de dicho forward. Al ceder los derechos de cobro, ya no tiene una obligación de pago, sino una obligación de cumplimiento de entrega del animal.
Si el financiamiento lo otorga el mismo comprador, el riesgo se limita al riesgo productivo. Si por el contrario interviene un tercero que financia al feedlot recibiendo los derechos de cobro del forward, ya sea un banco o algún otro integrante de la cadena, el riesgo de pago deja de recaer sobre el feedlot y pasa a recaer sobre el frigorífico exportador, mejorando así la calificación y consecuentemente accediendo a mejores condiciones de financiamiento.
En las primeras etapas de la cadena –criadores, invernadores- o incluso engordadores cuyo producto se destine a abastecer supermercados o frigoríficos consumeros, también podrían acceder a mejores condiciones a través de estos contratos. En estos casos, la mejor calidad crediticia podría obtenerse a través de instrumentos que agrupen estos contratos, como por ejemplo fideicomisos, con el objeto de diversificar el riesgo y consecuentemente, disminuirlo.
Readecuar los ciclos de producción a los requerimientos de un novillo pesado, invertir en recrías de terneras en pos de consolidar el stock de vientres futuros o incluso prolongar los ciclos de recría de manera tal de ingresar animales a engorde con mayor desarrollo corporal, requieren financiamiento.
El sector exportador se encuentra actualmente en una situación inmejorable en términos de oportunidades de expansión. Con una demanda voraz que parece no agotarse en lo mediato, lo que le confiere a este canal una solidez crediticia pocas veces registrada. La adopción de estos contratos, permitiría rápidamente comenzar a derramar hacia abajo esta fortaleza. Pero no todo es exportación; aproximadamente el 80% de la carne vacuna abastece el mercado interno. Es allí donde se debe comenzar a trabajar con mayor firmeza, para posicionar estos instrumentos no solo como documentos endosables individualmente sino también mediante la conformación de carteras de crédito que permitan, a través de la diversificación, reducir riesgos de cobro y en consecuencia costos de financiación para el tomador.
Fuente: BCR