La Regional Justiniano Posse, junto con su vecina Los Surgentes-Inriville, se encuentran embarcadas en proyectos de Sistema Chacras donde el factor agua ocupa el rol central. En los últimos años, en la zona de influencia de ambos grupos, se vio afectada por excedentes hídricos y ascenso de las napas freáticas, afectando la forma de producción. Es por ello que el entendimiento de la dinámica de la napa en estos ambientes es un eje fundamental para el devenir de ambas Chacras.
Para avanzar con la problemática llevaron adelante una jornada dónde participaron Esteban Jobággy; Jorge Mercau, Javier Houspanossian y Juan Whittword Hulse, quienes son parte del GEA, un equipo científico dedicado al estudio de la circulación de materiales (carbono, contaminantes, nutrientes, radionucleidos, agua) en ecosistemas terrestres y su relación al uso de la tierra y otras actividades humanas. El GEA se encuentra en funcionamiento desde 2004 y depende de la Universidad Nacional de San Luis (UNSL) y del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET).
Mientras que Los Surgentes-Inriville están centrados en el entendimiento y manejo de los excedentes hídricos a nivel de cuenca, Justiano Posse pone foco en el manejo agronómico de los sistemas productivos en ambientes con y sin napa. Uniendo esfuerzos e ideas de trabajo se realizó un taller con especialistas en la temática “napas” para lograr comprender este nuevo factor ambiental, y definir caminos a seguir.
Para comenzar con el taller, Esteban Jobbágy mostró una recopilación de imágenes satelitales desde 1985 a la fecha donde claramente se puede observar que las inundaciones en el sudeste de Córdoba son procesos relativamente nuevos (de los últimos 10 años aprox.) si lo comparamos con otras áreas inundables de Buenos Aires. Además, se produjo un cambio en el patrón de época del año y ambientes que se inundan, que no siempre coinciden con los bajos sino que ahora también se inundan los bajos de las lomas.
Estos cambios hidrológicos abarcan muchas zonas de la llanura Chaco-Pampeana, con la particularidad que la situación en el sudeste de Córdoba los cambios fueron más abruptos.
A nivel regional lo que sucede con la napa es que se está “llenando el balde de abajo hacia arriba”, con la particularidad que a medida que se aproxima a la superficie (por encima de los 2 m) los ascensos y descensos son mas abruptos, volviéndose “nerviosa”.
Esto podría explicarse por la influencia del consumo de los cultivos por arriba de los 2 metros de profundidad, y por las características texturales del suelo que tiene muy poca capacidad de almacenaje entre CC y saturación, necesitando poco consumo o aporte por cada metro de depresión o ascenso.
Si bien los rendimientos promedios no fueron afectados negativamente, existe una brecha sin precedentes entre la superficie sembrada vs superficie cosechada. Esto se debe a que el nuevo escenario no impacta en todos los ambientes con la misma magnitud, siendo favorecidos desde el punto de vista productivo aquellos que producen en ambientes de lomas. A todo esto se le suma los inconvenientes que acarrea el ascenso de napas y anegamiento para la infraestructura y logística. En un contexto donde un alto porcentaje de la producción se realiza bajo campos arrendados, el productor optó por realizar contratos de alquiler que se ajusten a la superficie cosechada y así reducir los costos en caso de pérdidas del cultivo por anegamiento.
El cambio más grande fue acortar la profundidad de raíces:
El cambio de uso de la tierra fue determinante para el ascenso de las napas; la alfalfa tiene capacidad con consumir agua que se encuentra a 8 metros de profundidad, mientras que los cultivos anuales consumen activamente solo hasta los 2-3metros. En años secos tenemos menos posibilidad de bajar la profundidad de napa con cultivos agrícolas que con alfalfa.
El escenario se complica más al añadir el factor salinidad a la ecuación. Cuando la napa asciende las sales se diluyen, pero cuando comienza el descenso por el consumo del cultivo las sales comienzan a concentrarse en la zona radicular, limitando la disponibilidad de agua para el cultivo. En caso de que el suelo se encuentre descubierto, las sales se concentran en superficie, afectando la emergencia de la mayoría de los cultivos y los daños pueden llegar a ser irreversibles o con un alto costo de recuperación. El efecto negativo que pueden tener las sales en la napa se puede observar en mapas de rinde en campañas secas, donde los niveles de la napa no coinciden con el rendimiento obtenido. Por ello la medición de conductividad eléctrica es una práctica sencilla y fundamental para determinar el grado de salinidad y adaptar prácticas de manejo pertinentes para evitar problemas mayores. Esteban recomendó que las mediciones de CE no deberíamos realizarlas en el pozo del freatímetro ya que allí vamos a obtener una valor “promedio” de toda la napa, y muchas veces puede suceder que existan estratos con diferentes grados de salinidad, de tal manera que el cultivo puede estar tomando agua dulce del estrato superior de la napa y en mayor profundidad el nivel de conductividad puede ser mucho más alto.
La solución que se plantea en la mayoría de las veces para mitigar los excedentes hídricos es, la construcción de canales y obras de infraestructura que “saquen” el agua. No obstante esto es importante aclarar que el balance de agua (entradas y salidas) en las zonas de influencia de ambas Regionales responde principalmente a una componente vertical. El movimiento horizontal por sobre la superficie o debajo es despreciable y nunca podría explicar la situación actual. Dentro de las posibles soluciones que siempre se barajan se encuentra la forestación, que además está bien vista por la sociedad. A pesar de ello, para la utilización de masas arbóreas debemos considerar escalas de nivel regional para lograr efectos positivos. Como referencia el efecto depresor de los macizos arbóreos no supera los 50 metros de extensión hacia sus costados.
Tampoco se trata de colocar cualquier especie en cualquier lugar ya que debemos considerar aspectos de manejo. Ejemplo de ello es la influencia de la forestación sobre la salinización de la napa. Esteban mostró resultados de experiencias con Eucalyptus camaldulensis que tiene una gran habilidad para utilizar agua con altos niveles de CE y concentrar la sal en el perfil del suelo, tornándose inviable para la agricultura en un futuro. Lo mismo ocurre con otras especies como Caldén.
Para cerrar el taller Esteban dejó una reflexión sobre el modelo de producción actual con alto porcentaje de campos arrendados, y la incertidumbre de producción por excesos hídricos «en un escenario así la agricultura se parece más a la pesca en mar abierto, porque quien produce va eligiendo donde producir” concluyó.
Fuente: Aapresid