El mosaico bacteriano del trigo es una enfermedad considerada de menor importancia a nivel mundial. Fue descubierta en Nebraska (EEUU) en el año 1976 y observada desde el año 2016 en Entre Ríos sobre algunos cultivares de trigo y confirmada mediante técnicas específicas (aislamientos en medios diferenciales, pruebas microbiológicas y bioensayos) en 2018 por el Centro de Investigaciones en Fitopatologías de La Plata (CIDEFI).
Organismo causal
Clavibacter michiganense subsp. tessellarius, es una bacteria gram-positiva que desarrolla colonias anaranjadas en medios específicos.
Síntomas
Las pequeñas lesiones amarillas con márgenes más o menos indefinidos típicos de la enfermedad se observan a través de la hoja dando la apariencia de un mosaico (Fig. 1 A, B y C). Las lesiones individuales son muy similares a la reacción de hipersensibilidad a royas, sin embargo, se observan distribuidas en forma uniforme en toda la planta, siendo más fácil de observar en hojas del estrato medio y superior, a diferencia de la hipersensibilidad a royas que se observa generalmente en el estrato inferior del cultivo. Los síntomas pueden ser difíciles de detectar por la presencia de otras enfermedades foliares o déficits nutricionales. En el ciclo agrícola 2018, los síntomas se detectaron desde inicio de encañazón, observándose diferencias entre cultivares.
Sobre las lesiones, a diferencia de otras bacteriosis y en presencia de alta humedad ambiente, no se observa exudado bacteriano. La principal fuente de transmisión de la enfermedad es por semillas, pudiendo detectarse la infección cultivando granos cortados longitudinalmente sobre medios de cultivo específicos en condiciones de laboratorio.
Importancia económica
Esta enfermedad se ha mencionada en EE.UU., Canadá y Australia, sin embargo, su importancia económica a nivel mundial es desconocida, y se requieren más estudios para evaluar su impacto. Como todas las enfermedades foliares, al disminuir el área foliar verde se reduce la capacidad del cultivo de interceptar radiación y generar biomasa, por lo tanto, dependiendo de la severidad máxima alcanzada durante el período crítico del cultivo, puede llegar a ocasionar o no disminuciones en el rendimiento.
Manejo integrado de la enfermedad
A diferencia de las enfermedades causadas por hongos y oomycetes (mildius y oídios), las enfermedades bacterianas en general no pueden ser controladas en el campo de manera efectiva y económica con productos químicos. Por lo tanto, la semilla de lotes muy infectados no se debería usar para la siembra por ser una fuente de inóculo primario, evitando de esta manera la introducción en áreas nuevas y disminuyendo la presión de la enfermedad. El uso de cultivares resistentes o tolerantes es una estrategia que ha dado buen resultado, sin embrago la información local aún es escasa. Esta enfermedad puede afectar también al triticale, por lo que debería tenerse en cuenta este aspecto al momento de plantear la rotación.
Fuente: INTA por Lorena Silvana Schutt