En función de su importancia para un adecuado inicio de la siembra y asegurar una exitosa emergencia, el objetivo del presente informe fue determinar el contenido de humedad mínimo del suelo para tal finalidad.
La operación de siembra representa uno de los puntos críticos más importantes en la definición del potencial rendimiento de todos los cultivos agrícolas extensivos de nuestro país (trigo, maíz, soja y girasol).
El maíz es el más sensible de todos los cultivos a las fallas en la emergencia-implantación, que afectan en forma importante el rendimiento potencial del cultivo. Podemos, a su vez, separar el efecto en dos aspectos: densidad total de plantas por hectárea y la uniformidad en la distancia entre plantas.
En cuanto a la densidad de plantas por hectárea, está bien establecido que hay una densidad óptima de acuerdo al híbrido y al ambiente. En general los híbridos modernos (poco prolíficos) no poseen mecanismos de compensación efectivos ante disminuciones en el stand de plantas, por lo tanto el rango de densidad óptimo es muy estrecho, no admitiendo variaciones importantes sin mermas de consideración en el potencial de rendimiento. Estas mermas son variables de acuerdo al híbrido, al ambiente y al porcentaje de disminución del stand.
Una buena siembra puede definirse como aquella donde la diferencia entre la cantidad de plantas posibles de obtener y las efectivamente logradas es mínima, la separación entre ellas es uniforme y el tiempo transcurrido para emerger es el mínimo factible para la mayor parte de la población (Maizar, 2018).
Para que el proceso de germinación y posterior emergencia (es decir la recuperación de la actividad biológica por parte de la semilla) tenga lugar, es necesaria una serie de condiciones ambientales favorables como un sustrato húmedo, suficiente disponibilidad de oxígeno que permita la respiración aerobia y, una temperatura adecuada para los distintos procesos metabólicos y para el desarrollo de la plántula. La absorción de agua por la semilla desencadena una secuencia de cambios metabólicos que incluyen la respiración, la síntesis proteica y la movilización de reservas. A su vez la división y el alargamiento celular en el embrión provocan la rotura de las cubiertas seminales, que generalmente se produce por la emergencia de la radícula. En el caso de que no se den las condiciones adecuadas para la germinación, la semilla se mantendrá latente durante un tiempo variable, dependiendo de la especie, hasta que, llegado un momento, pierda su capacidad de germinar (Universidad Politécnica de Valencia, 2003).
La temperatura mínima media del suelo para la germinación del maíz no debe ser inferior a 10 ºC, y es imprescindible asegurarse que al menos durante tres días seguidos la temperatura del suelo a 5 cm de profundidad (tomando un promedio de tres mediciones: a las 7 hs, 14 hs y 18 hs) sea 10ºC o más, para comenzar la siembra (Maizar, 2018).
La humedad del suelo debe ser suficiente para desencadenar el proceso de germinación y asegurar la provisión de agua a la plántula a medida que esta explora en profundidad en busca de más recursos. En función de su importancia para un adecuado inicio de la siembra y asegurar una exitosa emergencia, el objetivo del presente informe fue determinar el contenido de humedad mínimo del suelo para tal finalidad.
Fuente: INTA | POR. Ing. Agr. Pablo Bollatti AER INTA Marcos Juárez bollatti.pablo@inta.gob.ar