Cómo juegan el agua, la temperatura y los eventos climáticos y qué estrategias de manejo aplicar en la secuencia trigo soja en las distintas regiones. El XXVI Congreso de Aapresid contó con el aporte de un ingeniero agrónomo del INTA Marcos Juárez que compartió los avances investigativos al respecto.
En la primera jornada del XXVI Congreso de Aapresid “Sustentología”, el ingeniero agrónomo del INTA Marcos Juárez Jorge Fraschina expuso sobre la elección y el manejo de cultivares de trigo para la secuencia trigo soja. Caracterizando al trigo como la opción de invierno más generalizada en la agricultura argentina, algo que además permite la siembra de cultivos de verano con diferente resultado según las regiones y estrategia de manejo, Fraschina destacó que el período libre de heladas, la disponibilidad de agua y la temperatura son factores que ponen límite a la expresión agronómica del cultivo estival, y que la tecnología disponible actualmente puede ayudar a mejorar los resultados en muchos casos. A modo de prueba, mencionó los rendimientos obtenidos en la región triguera central con la secuencia de cultivos trigo-soja de segunda y con maíz tardío sobre trigo.
“La secuencia trigo-soja representa un aporte a la necesaria rotación de cultivos y a la sustentabilidad del sistema agrícola debido al aporte de residuos de cosecha de trigo, (principalmente raíces y rastrojo) que influyen positivamente en el balance de carbono”, dijo, y consideró que al momento de decidir la siembra de trigo hay varios aspectos a considerar que pueden modificar el resultado del cultivo de trigo y también de la secuencia trigo-soja. Y subrayó que aunque la ocurrencia de lluvias o de altas y bajas temperaturas en momentos críticos para la definición del rendimiento en ambos cultivos escapan al control del productor o el asesor, hay otros aspectos sobre los que se puede ejercer control y que vale la pena considerar.
“La problemática más generalizada se refiere a la necesidad de corregir adecuadamente la deficiencia de nutrientes, tanto para trigo como para soja. La estrategia de fertilización siempre debe adecuarse a la expectativa de rendimiento y calidad en cada ambiente de producción. De acuerdo con esa expectativa de rendimiento y calidad para cada ambiente, se debe elegir la variedad de trigo y su fecha de siembra”, afirmó.
En cuanto a la elección de una variedad de trigo mencionó que también es importante conocer el comportamiento esperado frente a las principales enfermedades de cada región, considerando la susceptibilidad actualmente observada frente a enfermedades de difícil control como fusariosis de la espiga; roya negra o del tallo y roya estriada o amarilla. Asimismo, dijo que es necesario atender, en función del ambiente de producción, el probable exceso de rastrojo de trigo que puede dificultar una rápida y buena implantación de la soja de segunda siembra.
“La elección de una variedad de trigo y su fecha de siembra en cada región modificarán la ocupación del lote y el resultado de la secuencia trigo-soja. El momento de espigazón – antesis en trigo tiene relevancia para el resultado del cultivo, pero también para el cultivo siguiente. A partir de la antesis, el único órgano de la planta de trigo que crece es el grano, y esta etapa del cultivo transcurre directamente relacionada con la temperatura”, afirmó. Y aportó un dato al respecto: el llenado de grano finaliza cuando alcanza la madurez fisiológica, aproximadamente con 35-40% de humedad, y a partir de allí el grano comienza a perder humedad en equilibrio con el ambiente hasta alcanzar un contenido compatible con la cosecha.
Con esta evidencia queda claro que la fecha de espigazón – antesis, temperatura mediante, influye sobre el momento de cosecha del trigo y por lo tanto sobre la oportunidad de la siembra de soja, pudiendo modificar así el resultado del doble cultivo. “La espigazón temprana del trigo y su posible riesgo, puede evaluarse en ensayos de fenología comparada en cada región, permitiendo poner atención sobre ese momento clave del cultivo y de la secuencia trigo-soja”, apuntó.
Al referirse al posible daño de heladas durante la espigazón del trigo, Fraschina sostuvo que el momento de polinización esta descripto como el de mayor sensibilidad a las bajas temperaturas. “Si el registro de helada no supera el umbral de -1ºC durante 2 horas, tanto el riesgo como el posible daño, podrían ser compatibles con una mejora en el resultado del doble cultivo. El efecto de la ocurrencia de una helada en el momento de espigazón – antesis en trigo es de difícil predicción y evaluación, y no hay variabilidad genética debidamente identificada con probada tolerancia a este tipo de estrés abiótico. De la observación surge que en la mayoría de los casos el daño depende de la magnitud de la helada, del estado fenológico y de la posibilidad de compensación del cultivo”, expresó.
Según precisó Faschina, el conocimiento actual de un grupo de genes que explican gran parte del comportamiento de las variedades de trigo en el período siembra – espigazón, junto a la disponibilidad de programas amigables que predicen etapas de desarrollo del cultivo según variedad y fechas de siembra, permiten una mejor elección de cultivares con características de ciclo que favorezcan el doble cultivo.
“En ambientes de alta productividad y en sistemas de producción con superficies importantes de trigo, en la región triguera central norte, hay experiencias de productores que en la búsqueda de anticipar la espigazón y cosecha del trigo para favorecer una siembra más temprana de soja, han incursionado en siembras tempranas de trigo, espigando hacia fines de septiembre con muy buenos resultados en ambos cultivos”, dijo. Y resumió: “Esto significa asumir un mayor riesgo, pero que quizás no es tan alto, considerando que las últimas heladas en muchas partes de la región suelen ser moderadas a suaves y con menor duración”.
A modo de conclusión, sostuvo que la experiencia del Programa de Mejoramiento de Trigo del INTA, demuestra que hay variabilidad genética para posicionar el momento de espigazón de trigo permitiendo alcanzar la madurez fisiológica hacia la segunda quincena de noviembre, proponiendo así una fecha de siembra de soja de segunda compatible con una estructura de cultivo que permita alcanzar una alta intercepción de la radiación más temprano en el verano.
“Para el caso de la elección de cultivares de soja en secuencia con trigo no hay dudas que el ciclo, el hábito de crecimiento y su relación con la estructura del cultivo alcanzable para cada región, son aspectos relevantes tratando de anticipar una adecuada intercepción de la radiación y ubicar el período crítico de llenado de grano de soja antes de la ocurrencia de heladas. Si a las opciones descriptas para trigo sumamos una correcta elección de variedades de soja para siembra sobre rastrojo de trigo en cada situación, contaremos con herramientas para ajustar mejor esta secuencia de cultivo y permitir su revalorización en cada región”, finalizó.
Fuente: Prensa Aapresid