Pese a su ejemplar productividad y a los precios internacionales tonificados los productores, acosados por los altos costos, no zafan de producir a pérdida y así la superficie puede desplomarse y ser la menor en 25 años.
El arroz se encamina a una zafra en la que su área de siembra sería la más baja en 25 años. Eso a pesar de los altos rendimientos que invariablemente obtiene el cultivo. En el sector parten del supuesto de que la superficie caerá al menos 10% y tal vez 15%. Muchos productores han abandonado ya, luego de años de buenos resultados productivos y malos resultados económicos. Los que se quedan se preguntan cómo será el futuro de un sector en el que una parte mayoritaria de la producción se realiza alquilando tierra y agua y con escasas alternativas productivas.
A medida que la época de siembra se aproxima, parece quedar claro que el cereal más diferenciado de Uruguay va en retroceso. Algo que también sucede en Argentina y Brasil, mientras en Paraguay –con costos mucho menores– el cultivo se expande y llega a mercados a los que nunca antes había alcanzado.
El diferencial de costos con Paraguay se ha vuelto tan amplio, y el precio permanece tan estable en torno a los US$ 10 por bolsa de 50 kilos, que resulta cada vez más difícil para los productores sostener un cultivo que exige casi US$ 2.000 por hectárea de inversión, cuatro veces más que la hectárea de soja, y cuyo margen se mantiene exiguo (cuando logra ser positivo).
En el arroz conviven dos sistemas de producción muy diferenciados, los propietarios y los agricultores que no cuentan con la tierra y el agua. En esos casos no solo es difícil obtener márgenes, también es mucho más difícil diversificar con cultivos que tengan un costo menor. Se trata de productores especializados en su conocimiento y que cuentan con su propia maquinaria y el financiamiento que muchas veces viene de las propias arroceras. Pero en los últimos tres años se les hizo difícil seguir y son parte de la explicación de la baja de área que se viene.
La superficie de arroz ya viene en una caída persistente. La tendencia inversa a la que tuvo en el siglo XX. Tras llegar a 190 mil hectáreas en 2010, ha bajado desde entonces y podría en esta siembra no llegar a 145 mil hectáreas, lo que marcaría la menor superficie desde 1993, cuando el cultivo todavía estaba colonizando zonas ganaderas extensivas del este. La superficie viene en baja en esta década y de continuar en descenso puede generar un círculo perverso de menor área, menor producción, mayores costos industriales por tonelada procesada por menor uso de la capacidad instalada y, por lo tanto, menor precio al productor por mayores costos industriales.
La tendencia no es exclusiva de Uruguay. También va en gradual descenso el área arrocera en Brasil y Argentina. Es decir que la superficie de arroz en el Mercosur se mantiene relativamente constante, pero con Paraguay sumando hectáreas y los demás países recortándolas. Además, Paraguay, antes casi exclusivamente exportador al vecino Brasil, logró esta semana concretar su primer embarque a Irak (ver en la nota adjunta), donde compite directamente con Uruguay y mostrando una capacidad logística que hasta ahora no había logrado.
Costo de envidia en Paraguay
La estabilidad es el signo característico del arroz como rubro. Se mantiene cerca de los US$ 200 por tonelada al productor desde hace años, es decir US$ 10 por bolsa de 50 kilos, lo que lo hace un cultivo bastante previsible. Con un rendimiento que suele ubicarse cerca de los 8.500 kilos por hectárea, la venta a unos US$ 200 arroja una facturación estable en el entorno de US$ 1.700 por hectárea, frente a un costo estimado por la Asociación de Cultivadores de Arroz (ACA) que se ubica en el entorno de US$ 2.000 por hectárea y que en Paraguay se ubica sobre los US$ 1.200 por hectárea.
Parece inexorable que baje marcadamente el área del cultivo más sofisticado de la exportación agrícola.
Los US$ 10 por bolsa vuelven a ser la referencia de precio provisorio de la actual cosecha, aunque hay una cierta esperanza de repunte en el segundo semestre. Aunque el precio de los cereales ha repuntado este año, esa suba se ha visto principalmente en trigo y maíz. En ambos casos hay una caída de las reservas mundiales, que no se da en el arroz. En el caso del maíz, además, hay una expansión del consumo con destino a la alimentación animal importante a nivel local y una baja de la producción regional que dejaron al mercado sumamente desbalanceado.
Una suba de precios de los cereales de secano de aproximadamente 20% no se expresa por ahora con fuerza en el arroz, que tiene una suba en las exportaciones del Uruguay en lo que va del año de aproximadamente 5%. Eso es insuficiente para cambiar un ánimo muy bajo entre los productores arroceros.
En el mercado internacional lo más destacado está en el fin de los stocks de intervención de Tailandia, que durante años mantuvieron en jaque al comercio global acumulando reservas artificialmente. La subasta del 11 de julio solo fue para arroz no apto para consumo humano, de bajísima calidad tras años en galpones. Las reservas tailandesas de arroz son relativamente bajas y también son bajas las reservas de Brasil, donde está la gran esperanza de que en el segundo semestre, y en particular en las próximas semanas, el arroz uruguayo logre un repunte en las cotizaciones originado en compras de Brasil que permita sostener una superficie sembrada similar al menos a la del año pasado, en lugar del descenso que se espera al final de julio.
La esperanza viene desde Brasil
Pero la esperanza para los precios viene desde Brasil, que como Uruguay va con una superficie en baja, tiene un consumo interno importante y en los últimos años ha crecido como exportador. En particular en los últimos meses ha aumentado sus envíos de arroz cáscara a Venezuela, contando con China como garante del cobro del grano. Algo que ha significado un alivio para la situación humanitaria de Venezuela y un muy buen negocio para los norteños. Así, el precio del arroz en las últimas semanas ha subido con fuerza en Brasil, algo que en un principio fue opacado por la depreciación de la moneda brasileña, pero que en las últimas dos semanas, al recuperar fortaleza el real, pasó a ser un factor importante a observar.
El fuerte empuje exportador con un dólar alto y una producción inferior al ciclo anterior han mejorado los precios del arroz en Brasil.
El Centro de Estudios de Economía Aplicada (Cepea) destacó que su indicador para Rio Grande llegó a los mayores valores nominales desde marzo de 2017 y con una tendencia al alza. El indicador arroz cáscara Esalq/Senar Rio Grande avanzó 0,47% hasta R$ 42,37 por bolsa y acumuló un alza en reales de 4,13% en lo que va de julio. En dólares, llegó esta semana a a US$ 11,5 por bolsa.
La estatal Compañía Nacional de Abastecimiento (Conab) expresó que hay una nítida tendencia de suba de precios en la zafra y una expectativa de reducción en los stocks finales.
La aceleración de precios de Brasil puede abrir la oportunidad para que el arroz uruguayo salga por la frontera seca del norte con menor costo de envío y pueda generar una mejora en el precio definitivo, dijeron fuentes de la industria.
Fuente: El Observador | Por: Blasina y Asociados