Es prioritaria la incorporación de innovaciones agroindustriales sobre productos de origen biológico destinado a la promoción del crecimiento vegetal mediante acciones microbianas dado su mínimo riesgo e impacto sobre el ambiente productivo debido a que su utilización redunda en un beneficio productivo y es económicamente viable, está socialmente aceptado y es ambientalmente sostenible. Los inoculantes poseen una matriz biológica (principio activo) compuesta por uno o más microorganismos vivos, identificados, fisiológicamente activos e inocuos (no patogénicos) que aplicados sobre la semilla, el suelo o sobre la planta generan una promoción del crecimiento vegetal (PGPR) o un beneficio nutricional (fijación simbiótica de nitrógeno) ya que estos productos en sí mismos no aportan nutrientes. Mientras que la nutrición química de los cultivos de alta producción y de P en particular requiere importantes cantidades disponibles que son provistos por el suelo, los fertilizantes y/o por enmiendas. El agregado de elevadas dosis de fertilizantes fosforados promueven pérdidas que afectan el equilibrio del agroecosistema cuando éstas, erosión mediante, ingresan en cursos de agua. Dosis menores de fertilizantes y/o el agregado de fuentes de baja solubilidad (por ej. roca fosfórica) podrían ser una alternativa lógica para reducir el impacto sobre el ambiente y sostener altas producciones.
El objetivo del desarrollo es elaborar un biofertilizante que impulsado por la demanda actual de bioinsumos, aglutine las características benéficas de los inoculantes incorporando dos microorganismos de vida libre en el mismo formulado con funciones complementarias (solubilización de P, producción de fitohormonas y fijación de N) y que paralelamente provea de fuentes minerales de bajo valor elementos que complementen la nutrición inicial del vegetal (pe. roca fosfórica).
El proceso comenzó con el aislamiento de muestras de suelo y/o vegetal de ambientes restrictivos en disponibilidad de P. Luego, la selección e identificación de uno de los microorganismos estuvo orientada a la capacidad de solubilizar fuentes de P poco solubles como hidroxiapatita, roca fosfórica y fosfato de aluminio y con persistencia natural (endosporas). Logramos seleccionar una cepa de Bacillus megaterium que fue capaz de solubilizar las tres fuentes y se ajustaron los protocolos y medios de cultivos específicos. Para la selección del otro microorganismo recurrimos al cepario de colección del IMyZA-BPCV para la búsqueda de los otros mecanismos PGPR (por ej. producción de fithormonas y fijación de N) pero que también tuviera capacidad de persistencia. Se seleccionó, en consecuencia, una cepa de Azotobacter salinestris que además de producir fitohormonas (AIA, ácido giberélico y zeatina), fija N atmosférico y enquista satisfactoriamente en caldos de cultivo. Luego continuó el monitoreo de la supervivencia en una matriz de roca fosfórica estéril donde se logró la persistencia de ambas cepas, medidas hasta el momento a los 12 meses. Esto implicó la factibilidad de la formulación de potenciales biofertilizantes y de establecer un protocolo de calidad evaluando la presencia y recuento de ambos microorganismos con medios de cultivos específicos. Los efectos de la inoculación de semillas de trigo y maíz fueron evaluados a los 7 días después de sembradas sobre la longitud de raíces y longitud de tallo con resultados satisfactorios en condiciones de ambiente controlado. Se consiguió disponer de una dosis combinada preliminar por semilla que mejora el comportamiento de ambos parámetros
Figura 2: Evaluación de dosis combinada de Azotobacter salinestris y Bacillus megaterium en términos relativos respecto de un control sin inocular. A: Longitud de raíces y B: Longitud aérea (104=1×104 ; 105=1×105 ; 106=1×106 ufc/semilla, respectivamente).
Se pretende con los prototipos de biofertilizantes cubrir dos opciones de uso: 1. Una de aplicación sobre semilla cuando éstas no tengan tratamientos previos (pe. trigo, soja, cebada, avena, etc) y la otra de aplicación en el suelo (línea de siembra) cuando las semillas sean tratadas previamente (pe. maíz, girasol, etc).
Como consecuencia de la aplicación de este bioinsumo se espera mejorar la implantación de los cultivos por los mecanismos PGPR del A. salinestris y mayor oferta de P por el agregado de roca fosfórica asociado con B. megaterium; reducir el impacto ambiental con el uso más eficiente del P bajando costos de implantación; y además, que sea de fácil aplicación y adaptable a las tecnologías de inoculación vigentes; que sea flexible a los distintos sistemas y cultivos de producción agrícola (extensivo, intensivo, agroecológico u orgánico), compatible con otros productos biológicos (pe. inoculantes de soja) y accesible en términos económicos.
Fuente: INTA | Por: Ing. Agr. Carlos Piccinetti, Ing. Agr. Daniela Vallejo, Dr. Diego Sauka e Ing. Agr. Graciela Benintende