Argentina, un escenario en el que ocurren variadas escenas al mismo tiempo. Así, la ganadería trae su propia historia ligada a un verano seco, un otoño húmedo y caluroso y una realidad socioeconómica que modifica los hábitos de consumo en el corto plazo. Conocer el escenario y proyectar el mediano plazo, podría introducir alternativas productivas en la siembra de la fina y diversificar nuestra fuente de ingresos para la gruesa.
A pesar de nuestro histórico hábito carnicero se observan, desde el 2010 en adelante, fuertes fluctuaciones en el consumo de carne por habitante por año, pasando de 67,3 kg/hab/año en 2009 a 52,5 kg/hab/año en 2011. En lo que va de 2018 el consumo interno se mide en 54,6 kg/hab/año y, según como continúe el recorrido económico local en cuanto a inflación, devaluación y tasa de interés, los consumos podrían seguir mermando y con esto la oferta ganadera se vería presionada a la baja, con un recorte aproximado en el consumo total de 120 mil toneladas de carne de res.
Sin embargo, las exportaciones vienen aumentando ininterrumpidamente desde 2015, y se espera exportar 20% más este año que en 2017, lo que significa elevar las exportaciones en 57 mil toneladas carne de res con hueso, lo que podría elevarse ante la baja de nuestros precios internacionales y mejor competitividad exportadora.
Vemos entonces un año desafiante para la ganadería, con un mercado interno difícil y uno de exportación en crecimiento, donde la calidad de carne empezará a demandarse en función de los nuevos clientes en el extranjero, uno de ellos China, y con esto aumentaría el requerimiento de forraje de calidad. Pero la oferta forrajera se proyecta 30 o 40% inferior al año pasado por la sequía ya comentada, y es aquí donde podría plantearse una oportunidad para el campo agrícola, elevando la superficie de siembra de gramíneas y parte de esta destinándola a la confección de rollos para aporte de fibra de calidad en la dieta de sistemas de invernada o ciclo completo.
La siembra de avena es una de las alternativas que puede plantearse junto a la siembra de trigo, este último con destino a grano y la avena con destino a rollo. El año pasado, a estas fechas se realizó un planteo similar* pero en un contexto muy diferente, dado que la situación macroeconómica se veía con mayor previsibilidad y las expectativas estaban puestas sobre el trigo como la estrella del invierno, con precios a cosecha entre U$S 155-160/TN. Hoy, con un trigo entre U$S 185-190/TN, los números son muy diferentes y es más difícil competir con otra alternativa invernal.
Así, refrescaremos los números de avena para rollo, buscando evaluar esta alternativa frente a trigo. Se calcula un rendimiento de 5.000 kilos de materia seca por hectárea, considerando lotes con potencial de 40 qq/ha de trigo. Se considera lograr 12 rollos de 400 kilos de materia seca, y se estipula un precio de $1.000/rollo, que a un Dólar de $25/U$S equivale a U$S 40/rollo.
Costos Directos:
- Implantación: Labores + protección + fertilización = U$S 170/Ha.
- Precio del rollo: U$S 40/rollo
- Ingreso Bruto = U$S 480/Ha
Margen Bruto:
- Campo propio = U$S 94/Ha
- Campo alquilado = U$S -82/Ha (considerando el pago de 6 qq/ha de soja)
El planteo muestra números negativos para campo alquilado y muy ajustados para campo propio, es decir que no alcanza este año a competir con el trigo, que ofrece márgenes superiores a U$S 200/ha para campo propio y más de U$S 50/ha en campo alquilado, esto para campos a distancias menores a 150 kilómetros del puerto.
Más allá de los números, y tal como se planteó en el informe del 12/05/2017, la alternativa de producir un verdeo de invierno con destino a rollo en un campo agrícola, no vinculado aún con planteos de valor agregado en carne, es para ser analizada en campos con producciones pecuarias cercanas, dado que desde hoy a la cosecha, la falta de forrajes podría elevar el precio y, por el contrario, la sobre oferta de trigo podría recortar los actuales valores de este cereal.
Las ventajas de un planteo así deben vincularse desde lo agronómico, a elevar la superficie de siembra en invierno y, en un año que sale de una sequía y muestra buenas perspectivas de lluvias, elevar la cobertura para mejorar la retención de agua hacia la siembra gruesa, dado que en muchos lotes se sale con rastrojos de verano muy pobres.
Desde lo comercial, el análisis actual resulta infructuoso, dado que los precios del trigo se encuentran muy favorables y los márgenes de avena para rollos no logran ni la mitad del margen en trigo, y son negativos en planteos bajo alquiler. Sin embargo, la inversión inicial es mucho menor para avena, y quienes cultiven trigo y no aseguren precio, se arriesgan a perder rentabilidad ante la ratificación de un aumento de superficie de siembra y precios que ajustan a la baja en el mediano plazo.
Por último, sabemos que este verdeo desocupa temprano el lote, por cortarlo previo a la madurez del grano y permite una siembra de segunda más temprana. Además, el maíz tanto para grano como para forrajes, sufrió grandes recortes este verano y es posible que, al momento de corte y enrollado de avena, el maíz se encuentre en precios más elevados y los precios de rollos se vean ajustados también a la suba, de modo que hay posibles mejoras de los márgenes puestos a la vista hoy.
Conclusiones: El contexto económico y social no es muy previsible en el mediano plazo, en un año donde las decisiones deben ser tomadas con mucha cautela, con números que no ayudan a cultivos alternativos al trigo; debemos seguir desarrollando mercados vinculados al agregado de valor, agregar competitividad a la gestión comercial y ampliar las alternativas productivas para diversificar. Es entonces cuando podemos considerar planteos como este, en los que debemos mejorar propuestas de negocios articulando con establecimientos ganaderos en crecimiento, con proyecciones hacia la exportación.
Fuente: INTA por Ing. Agr. Marianela De Emilio