Cambio de criterio
En muchas zonas pampeanas la soja de segunda se desarrolló en un contexto dramático. Venía estresada por la sequía estival y luego enfrentó 20 días de elevada humedad ambiente, lluvias y altas temperaturas. El resultado fue mercadería de muy baja calidad comercial, que inicialmente fue rechazada por los acopios, que luego asumieron un comportamiento más flexible llevados por las circunstancias. “En la primera semana en que comenzamos la cosecha de lotes de segunda vivimos un panorama sombrío: los peritos de la planta local separaban los granos de soja oscuros y quedaba muy poco en las condiciones que establece el estándar; con ese resultado no valía la pena cosechar”, rememora un productor del sur de Santa Fe. Luego, ante la evidencia del problema generalizado, los peritos comenzaron a cortar la semilla por la mitad y daban por válida la que mantenía un color amarillento. Con ese cambio se pasó de 80% de descuento a la mitad”, prosigue. “En los últimos días siguió la flexibilización y reciben casi todos los camiones, con descuentos aún más bajos en las liquidaciones, urgidos por la falta de mercadería”, completa.
Estándar vigente
El estándar vigente para la comercialización de soja establece una tolerancia del cinco por ciento para grano dañado. Para valores superiores a esa cifra se procede a rebajar a razón del 1% por cada por ciento o fracción proporcional. En una reciente publicación de CREA se aconseja hacer análisis de calidad comercial del producto disponible, porque las inspecciones visuales no siempre tienen una correlación directa con el grado de afectación. Si bien el temporal provocó un manchado generalizado de los granos de soja cosechados con posterioridad a las lluvias, no todos los granos con esas características deben ser categorizados como “dañados”, dado que, para que eso ocurra, más del 50 por ciento del volumen total del poroto debe encontrarse inservible por estar brotado, fermentado y/o podrido. La norma de comercialización de soja establece que los granos dañados son aquellos que presentan “alteración sustancial en su color, forma y/o textura normal interna y externa”, no debiéndose castigar como tales a aquellos que presenten solamente manchas o alteraciones en la superficie, conservando su parte interna inalterada”.
Calibrar el uso
Los compradores de soja más exigentes son los que la procesan para elaborar aceite, que saldría muy oscuro si se molieran granos manchados y dañados. Los operadores que exportan granos sin procesar pueden ser más permisivos si pueden mezclar la mercadería con otra proveniente de zonas menos afectadas. Otros compradores de baja exigencia son los que trabajan con tornillos sinfín para elaborar expellers, que toman una coloración más oscura, pero que solo registran una merma aceptable en la calidad nutricional. Muchos productores que resolvieron no vender la soja en este momento y la embolsan, le agregan productos antihongo y antibacterial en la boca de caída de la embolsadora. Con una dosis de costo razonable se evitan deterioros adicionales, siempre y cuando el almacenamiento sea por poco tiempo. Quienes decidan utilizar la soja dañada para la alimentación animal deberían incluirla en una baja proporción en la dieta y haciendo análisis de aflatoxinas. Si se detectan en cantidades importantes, debería agregarse secuestrante, no emplearse para monogástricos y considerar que provoca disturbios reproductivos en rumiantes.