El cambio climático ya es un hecho y sus efectos generan pérdidas millonarias que afectan tanto al sector agrícola como a las economías regionales. Sin ir muy lejos, en la campaña en curso, se perderá un 30% de la producción de soja como consecuencia de la sequía.
Si bien en la Argentina existe la ley de Emergencia Agropecuaria 26.509, la partida que el Gobierno tiene asignado a la misma no es suficiente para revertir las pérdidas y los productores afectados, en su mayoría, no logran ponerse nuevamente de pie para la próxima campaña.
Estos condicionantes explican por qué solo el 5% de las primas comercializadas por las aseguradoras corresponden a cobertura multirriesgo.
Una solución a estos problemas, denominados sistémicos, viene de la mano de los seguros índices o paramétricos. Estas coberturas son frecuentemente utilizadas en el extranjero y proporcionan una protección eficiente de los cultivos ante las exposiciones climáticas catastróficas como son la sequía o la inundación, constituyendo así una importante herramienta de transferencia de riesgos a una aseguradora y permitiendo una estabilización de los resultados en el mediano y largo plazo.
El costo de este tipo de coberturas es sustancialmente menor a de las coberturas tradicionales, ya que monitorean la evolución de la campaña mediante la utilización de tecnología satelital o índices de rendimiento, lo cual evita inspecciones a campo en la etapa previa a la contratación, verificar el estado fenológico durante el período de cobertura y/o presenciar los lotes para determinar los daños ocasionados por los eventos antes mencionados.
La eficiencia en el manejo de la cobertura, como así también la disminución del riesgo moral y/o antiselección, tienen un impacto directo en el costo del seguro que termina disminuyendo notablemente la tasa de riesgo.
Las coberturas paramétricas pueden ser adaptadas a los distintos participantes de la cadena productiva, lo cual permite garantizar carteras de crédito frente a la adversidad que genera un evento catastrófico regional como el que estamos viviendo en el centro del país. Un ejemplo de esto podría ser la cartera de crédito otorgada por un banco a un productor agropecuario para la siembra y con pago efectivo a cosecha.
Esta nueva herramienta, tan difundida en el extranjero, vino a nuestro país con el objetivo de incorporarse al mercado de seguros y en este momento se encuentra bajo análisis de diferentes organismos, tanto públicos como privados, con la finalidad de ofrecer una solución más eficiente en cuanto a la demanda y necesidades del sector agropecuario.
Fuente: La Nación por Sergio Andrés Scebba.