El campo teme que la última suba del dólar impacte en sus costos, muchos de ellos dolarizados, y ve con preocupación el nuevo aumento de tasas que fijó el Banco Central.
Para Dardo Chiesa, presidente de CRA, los aumentos del dólar y las tasas generan “dudas”.
“Las dos son malas noticias, por la incertidumbre y por el crecimiento de las tasas que al privado lo destruye”, afirmó.
En la entidad creen que no es esperable un reacomodamiento en el tipo de cambio en este contexto, al menos no de una magnitud significativa tal que mejore por sí sola la competitividad de las economías regionales. En CRA destacan que son necesarios créditos a tasas que guarden relación con la actividad que los demanda y la formalización de instrumentos financieros o valores negociables que permitan acortar los plazos de cobro por sus productos.
“Hay que reducir los costos financieros ocultos que erosionan la rentabilidad del productor y su capacidad de reinversión y crear un esquema tributario no distorsivo y adecuado acorde a la escala productiva. Los pequeños productores son los más afectados bajo estas inequidades fiscales”, opinaron en la entidad.
Según Ezequiel De Freijo, economista jefe del Instituto de Estudios Económicos y Negociaciones Internacionales de la Sociedad Rural Argentina (SRA), el impacto de la suba del dólar es “diverso”, ya que no es similar en todas las actividades ligadas al campo.
“Por un lado, están las que son principalmente exportadoras, como la agricultura o las economías regionales. Si bien pueden llegar a mejorar en parte sus ingresos, también tienen costos que están atados al dólar, así que no habría un beneficio directo”, dijo De Freijo.
“Para el caso de la ganadería, la lechería, la producción porcina y aviar, cuyos precios dependen del consumo interno, la preocupación vendría por el aumento del precio de los insumos. Esto podría afectar los costos de logística porque el precio del gasoil está vinculado al dólar”, agregó el economista de la Rural.
Desde Coninagro, su presidente, Carlos Iannizzotto, destacó “la necesidad de desacoplar el valor de la divisa con los costos internos”, porque si no, “todo lo que ganemos de competitividad por una devaluación se perderá por la suba de los precios locales”.
Iannizzotto recordó que, cuando tras asumir el presidente Mauricio Macri liberó el tipo de cambio y se eliminaron las retenciones de casi todos los productos agrícolas, el campo respondió con una “cosecha récord”.
“Pese a ello, lentamente, y de manera sostenida, venimos teniendo subas de nuestros precios internos, como en los combustibles, la energía, los impuestos, etcétera, que fueron comiendo esa competitividad inicial”, señaló. El presidente de Coninagro subrayó que en lo que va del año, por ejemplo, el gasoil subió 12% y la divisa norteamericana un 11 por ciento.
“Más allá del valor del dólar, lo que la Argentina tiene que lograr, como lo ha conseguido Brasil por ejemplo, es desacoplar los precios internos de la variación de la divisa y para eso necesitamos un trabajo profundo sobre todas las variables fiscales, de producción y de crédito”, afirmó.
Según un reciente informe de Coninagro, de 19 economías regionales que monitorea la entidad mensualmente, una decena presenta signos de crisis (arroz, cítricos, forestal, hortalizas, leche, yerba mate, vino y mosto, papa, ovinos y mandioca) y dos -peras y manzanas y tabaco- directamente se definen “en crisis”.
“El funcionamiento del mercado en la Argentina incide en que se traslade rápidamente el precio de la moneda a los costos. Al estar tan atomizada la oferta, y habiendo tanta concentración en la demanda, las empresas rápidamente modifican sus costos porque saben que la oferta no tiene poder de decidir”, dijo el titular de Coninagro, que también es directivo de la Asociación de Cooperativas Vitivinícolas Argentinas (Acovi).
Según un informe del Observatorio de esta última entidad, los costos de producción en vitivinicultura, por ejemplo, sufrieron un incremento del 26% (entre enero de 2017 y marzo de 2018).
“Es una cuestión integral. De todas las variables, como la apreciación monetaria, la tasa de interés, etcétera, la que está más atrasada es el déficit fiscal, que está notoriamente estancado y muy alto, entonces el principal causante de todo esto sigue siendo el Estado”, expresó Iannizzotto.
La semana pasada fue álgida para la cotización de la divisa norteamericana. El dólar minorista cerró el viernes último a $20,88 para la venta, tras haber superado la barrera de los $21 en la mañana, cuando llegó a venderse a $21,20. Luego, la demanda de la moneda comenzó a bajar una vez que se conoció que el Banco Central subió tres puntos su tasa de política monetaria, que pasó de 27,25% a 30,25 por ciento.
La presión sobre el tipo de cambio se mantiene por varias razones de la coyuntura nacional e internacional, entre ellas una persistente demanda en el mercado, la suba de tasas de interés en los Estados Unidos y la entrada en vigencia del impuesto a la renta financiera para inversores extranjeros. Además, se suma el impacto de la sequía sobre la cosecha y la consecuente disminución en el ingreso de divisas por exportaciones.