El negocio presenta mejores perspectivas de la mano de la recuperación en la producción ganadera. La bolsa blanca sigue complicando al sector.
De la mano de las expectativas ganaderas, se espera que este año el sector de las semillas forrajeas de zonas templadas recupere, aunque sea parte, del terreno perdido durante casi 10 años. Es que la relación entre ambos rubros es muy estrecha, tanto así que con el fuerte retroceso del stock vacuno a partir de 2006, y el simultáneo achicamiento que fue sufriendo la lechería, la cantidad de pasturas y, por ende, el mercado de semillas forrajeras, fue cayendo hasta niveles que algunos calculan en 50% del que había a mediados de los ´90, ubicándose ahora en algo más de u$s80 millones anuales, de los cuales el 50% son de alfalfa.
Simultáneamente, según el especialista y ex titular de la Cámara de Semilleristas, Gustavo Picasso, el marcado avance de la agricultura en la zona central del país (la única en la que, aunque relativo, hay algún relevamiento de forrajeras, ya que de – como Setarias, Brachiarias, etc. del centro-norte argentino, casi no hay datos), el corrimiento ganadero hacia regiones del norte, de menor productividad, y la consolidación del mercado interno de consumo alrededor de hacienda muy chica, de poco peso, contribuyeron a la desaparición de pasturas perennes de las áreas agrícolas.
Ahora, a partir del cambio de gobierno, y las mejores expectativas para los vacunos, que van en paulatina recuperación, las posibilidades de reactivar la actividad aumentan.
Según Picasso, “el país está entrando en una visión de largo plazo que favorece la implantación de las pasturas”, al producirse un crecimiento del stock ganadero, con una producción de carne vacuna que “vuelve a ser rentable”. Lo más interesante es que también vaticinó que “los cultivos de cobertura crecerán en la Argentina, ocupando un lugar importante en los próximos años, como sucede en muchos países del mundo”, como una herramienta para recuperar el suelo, ya que “está demostrado que solo con la siembra directa no alcanza para mantener su fertilidad y su estructura”, dijo.
El tema no es menor, como tampoco lo es la falta de información global sobre el asunto. Algunos datos aislados indican, por ejemplo, que Argentina tendría alrededor de 100 millones de hectáreas de “pasto”, de acuerdo al relevamiento hecho por Fernando Canosa para la Fundación Producir Conservando en 2012. Tal superficie, por tanto, es susceptible de ser mejorada con intersiembras de forrajeras o leguminosas, mientras otro porcentaje naturalmente, puede ir directamente a pasturas y verdeos.
Por otra parte, según el trabajo, elaborado por la FAUBA, el INTA y AACREA en 2009 para elaborar el Mapa de Productividad Forrajera, la Argentina poseía entonces un volumen de pasto de 244 millones de toneladas por año, cifra que seguramente también bajó en los últimos años por problemas económicos y climáticos.
En cualquier caso, el potencial de producción de carne vacuna indica que se podría llegar a duplicar el actual volumen de 2,5 millones de toneladas anuales, y para lograrlo, uno de los supuestos básicos es, justamente, mejorar la oferta forrajera.
En ese caso, la pregunta es: ¿hay oferta suficiente de semillas? y, en que época se necesita?
Según Pablo Grehan, Gerente del Área Forrajeras de Picasso, y experto en la materia “desde hace varios años, la demanda de semillas forrajeras se activa muy cerca de la fecha de siembra, ya que “hay muy poca precampaña y será muy importante el servicio de entrega inmediata de las simientes” que, como se dijo, para la zona central y templada, el 50% es de alfalfa.
Pero también la Festuca alta y el Ray grass, ocupan lugares preponderantes por montos de ventas, o los Lotus y Melilotus para campos bajos. En total, localmente se demandan alrededor de 20.000 toneladas, de las cuales unas 6.000 toneladas son materiales importados (más de la mitad de alfalfa), aunque no todas son compras, ya que también hay exportaciones, sobre todo de ryegrass (muy caro en todo el mundo) y trébol blanco, por cerca de 2.000 toneladas.
Ahora, sin embargo, si bien las expectativas siguen siendo positivas, casi tanto como las de su actividad asociada: la ganadería vacuna, falta que finalmente esta pueda despegar, sobre todo, con hacienda pesada para exportación y, para eso, igual que para el resto de las transables, falta estabilidad, tipo de cambio adecuado, costo del dinero acorde con la renta del rubro, menor presión impositiva, etc.
Sin embargo, hay además dos ítems que desvelan a los semilleros: el comercio irregular, o bolsa blanca, por la competencia desleal que implica, y el clima, factor determinante a la hora de las inversiones.
Fuente: Ambito Financiero | Por: Susana Merlo