Convivimos con los suelos sódicos y conocemos sus limitantes productivas, pero podemos saber un poco más.
El sodio (Na+) en el suelo puede presentarse en altas concentraciones desde la superficie o desde estratos más profundos, siendo el primer caso el más grave y problemático y el cual conocemos como suelos de ͞”Pelo de chancho” ͞”Barros blancos”.
El perjuicio que el sodio puede acarrear sobre las propiedades edáficas, analizadas desde el punto de vista de su capacidad productiva, puede resumirse en dos categorías: la toxicidad específica y la dispersión de las arcillas.
Desde el punto de vista químico, se ha comprobado que el Na+ tiende a elevar los niveles de pH disminuyendo la disponibilidad de nutrientes esenciales.
Entre otros efectos negativos, el Na+ puede generar toxicidad sobre las especies implantadas e impedir el crecimiento de raíces.
Desde el punto de vista físico el Na+ provoca la dispersión de las arcillas del suelo. Dicho efecto está directamente asociado a la formación de costras que impiden la emergencia de las plantas y facilitan la erosión, a una menor porosidad y a una mayor resistencia de los agregados impidiendo el normal desarrollo radicular.
Pero tal vez el efecto más importante sobre el suelo se debe a que las arcillas dispersas son arrastradas ocupando poros y provocando su sellado, por lo tanto la conductividad hidráulica y la infiltración son severamente afectadas.
En primer instancia es necesario diferenciar entre suelos salinos y sódicos ya que es habitual oír hablar de suelos salinos cuando en realidad se están refiriendo a suelos sódicos.
Extracción de la muestra de suelo:
La propiedad distintiva y dominante de los suelos salinos es la alta concentración de electrolitos, mientras que la de los suelos sódicos (Barros blancos) es el elevado porcentaje de sodio intercambiable (PSI) siendo estos casos los que más limitantes presentan.
La Figura 1 muestra los umbrales de Conductividad eléctrica (CE) y PSI a partir de los cuales un suelo será definido como salino o sódico respectivamente, e incluso como salino-sódico.
¿Es posible mejorar estos ambientes?
Incrementar la cobertura vegetal a través del manejo del pastoreo o de cualquier otra técnica es muy importante ya que la misma actúa como amortiguador del agua de lluvia evitando el sellado superficial del suelo, y reduce la velocidad de escurrimiento mejorando la infiltración.
Se ha demostrado que al disminuir la temperatura del suelo por efecto de la cobertura disminuye la tasa de evaporación de agua y, con ello, minimiza el riesgo de ascenso capilar de sales sódicas hacia la superficie.
El manejo del pastoreo tiene como objetivo revertir los efectos perjudiciales que tiene el sobrepastoreo sobre la estructura y funcionamiento del pastizal.
Consiste en la rotación de sectores de pastoreo en función de la disponibilidad de forraje y momentos del año. Requiere la subdivisión de lotes en parcelas y permite aprovechar los picos de disponibilidad de forraje, disminuir la selección y aumentar los descansos.
Se busca dar descansos estratégicos para permitir la reinstalación de especies perdidas y empobrecidas, y el aumento de volumen de especies enanizadas.
Trabajos recientes sobre suelos alcalinos han demostrado que los descansos otorgados por el pastoreo rotativo permiten incrementar la cobertura total, aumentando la presencia de especies invernales anuales y la recuperación de especies nativas, mientras que el ͞pelo de chancho͟ disminuye sensiblemente su presencia.
Además la estrategia de manejo con descansos permite lograr en algunos casos mejoras leves pero significativas en las características fisicoquímicas del suelo.
Fuente: INTA | Por: Esteban Melani