En EE.UU., la “industria verde” ya no solo se enfoca en la producción de alimentos y abarca como ejes centrales las energías renovables, el reciclado de la producción y el secuestro de carbón.
La Reserva Federal de Chicago presentó los siguientes datos sobre el agro estadounidense: hay 2 millones de unidades productivas (farms) en Estados Unidos, pero las grandes farms, que son las que tienen una producción con un valor superior a 250.000 dólares por año, son sólo 10% del total, y sin embargo generan más de 90% de la producción norteamericana, la primera del mundo.
Además, más de 50% del resto de las unidades productivasobtienen más de la mitad de sus ingresos de actividades extra agrícolas.
Respecto a la propiedad de la tierra convergen en el Medio Oeste norteamericano –que responde por más de 80% de la producción agroalimentaria de Estados Unidos-, en donde se registran dos tendencias fundamentales: la mayor parte de los operadores agrícolas no son propietarios de las tierras que trabajan; y a su vez, la tierra que trabajan estos operadores es alquilada a sus propietarios en más de 80%.
En suma, los grandes farmers de EE.UU. –los más avanzados e innovadores del sistema mundial- no son terratenientes, sino productores capitalistas de avanzada.
El caso específico de la industria láctea es representativo de estas tendencias: 85% de los tambos de los estados del Medio Oeste disponen de menos de 200 animales cada uno; y en estas condiciones, no logran cubrir los costos laborales y de alimentación animal, lo que implica que en términos económicos son insustentables en el mediano y largo plazo.
El sistema de subsidios lácteos del USDA (Departamento de Agricultura de Estados Unidos, por sus siglas en inglés) frena en gran parte esta tendencia a la desaparición, pero a pesar de ello pesan más los factores estructurales, y continúa en gran escala la salida del mercado de los pequeños operadores.
Es significativo lo que sucede en el Medio Oeste con la producción de maíz, el principal grano de la agricultura estadounidense.
La Asociación Nacional de Productores de Maíz (NCGA, también por sus siglas en inglés) ha formulado las siguientes previsiones: la producción norteamericana de maíz alcanzaría a 17.000 millones de bushels (476 millones de toneladas) en 2020/2021, y utilizaría 32% para la alimentación animal, destinaría 15% a las exportaciones y dirigiría 25% a la industria del etanol.
La NCGA señala que los protagonistas del negocio maicero son en realidad tres: los propios productores de granos, los fabricantes de etanol y en tercer lugar los feedlot de la industria cárnica, cuya ubicación al lado de las plantas de etanol y en plena zona maicera es imprescindible para que el conjunto del negocio prospere.
El agro estadounidense es el más avanzado del mundo, y a él llegan primero los desafíos del futuro, ante todo los referidos a la “Industria Verde”, que abarca la energía renovable, el reciclado de la producción hasta alcanzar la fase de generación de energía, la conservación del agua y en general de la biodiversidad, y culmina con la agricultura local, u “orgánica”.
El núcleo de la “Industria Verde” es la idea de que la actividad agrícola avanzada va más allá de la producción de agroalimentos, e incluye el “secuestro del carbón” a través de los créditos por emisión de CO2, y la defensa del medio ambiente a partir de una política conservacionista frente a la industria y los servicios.
Fuente: Clarín | Por: Jorge Castro