Con solo 21 años fundó su frigorífico y hoy no para de crecer

Con solo 21 años fundó su frigorífico y hoy no para de crecer

A fines de los años 90, en un contexto económico desafiante como el argentino, Edgardo Mengascini decidió emprender a lo grande. Con apenas 21 años, dio sus primeros pasos como empresario en la industria cárnica, demostrando desde joven una clara vocación por el trabajo, la producción y la superación de obstáculos.

En lugar de detenerse frente a las dificultades, Edgardo optó por enfrentarlas con iniciativa. Con una mentalidad proactiva, supo detectar oportunidades en un mercado complejo y apostó fuerte por el valor agregado en la producción porcina. Así nació La Nobleza SRL, un frigorífico ubicado sobre la Ruta 9, en el kilómetro 363, en la localidad de Correa, provincia de Santa Fe. Desde su reapertura en 1999, la planta no ha dejado de evolucionar.

La historia tiene raíces familiares: la familia Mengascini tenía un criadero de cerdos en Santa Fe. A mediados de los años 90, Edgardo se involucró en un grupo de Cambio Rural, programa del INTA que fomentaba la asociatividad y el desarrollo productivo. Allí, junto a otros productores, comenzó a explorar alternativas para darle un nuevo impulso a la producción de cerdos. La idea fue clara: agregar valor para mejorar los márgenes y construir un proyecto económico sustentable.


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Pero había un tema clave: el campo donde funcionaba el criadero pertenecía a sus padres y tíos, por lo que, tarde o temprano, se dividiría. Edgardo comprendió que debía encontrar una salida que le permitiera seguir adelante por cuenta propia. Fue entonces cuando, junto al veterinario Mauricio Campa —quien asesoraba al grupo—, comenzaron a estudiar cómo transformar los capones de los productores en un producto con valor agregado.

La oportunidad se presentó con la posibilidad de adquirir un frigorífico que había funcionado entre 1963 y 1993, pero que llevaba años cerrado. En 1999, Edgardo aceptó el desafío de ponerlo nuevamente en funcionamiento. Tenía solo 21 años y muchas ganas de crecer.

“En ese grupo de Cambio Rural éramos 15 productores. Cada uno tenía entre 250 y 300 madres en campos de 90 a 100 hectáreas. Era todo un pulmón. Al principio faenábamos apenas 30 o 40 animales por semana. Soñábamos con llegar a los 800 algún día”, recuerda Mengascini.

El sueño superó ampliamente las expectativas. Hoy, La Nobleza SRL procesa alrededor de 3.000 animales por semana, triplicando la meta original. La planta cuenta con habilitación de tránsito federal otorgada por Senasa, lo que le permite abastecer distintos mercados dentro del país. Aunque en el pasado también producían embutidos, actualmente están enfocados exclusivamente en brindar servicios de faena para terceros.

Según Edgardo, la decisión de centrarse en esa área responde a un criterio de realismo y eficiencia: “Decidí no abarcar más de lo que puedo manejar. Soy hijo único y no tengo quien continúe el negocio, así que prefiero apostar a lo más seguro y sólido”.

Pero eso no significa quedarse quieto. Todo lo contrario: el frigorífico sigue en constante evolución. Las ganancias se reinvierten sistemáticamente en mejoras, nuevas instalaciones, corrales e incorporación de tecnología. “Ya casi no me queda espacio libre en el predio. Siempre estamos ampliando y modernizando para ofrecer el mejor servicio posible”, asegura.

Ese espíritu emprendedor no solo se refleja en el crecimiento de la empresa, sino también en el impacto que genera: hoy da empleo directo a unas 40 personas, sin contar los numerosos puestos de trabajo indirectos que genera la actividad.

“Todo lo que gané lo volqué en la empresa. Nunca me guardé nada, le puse alma y vida al proyecto, y por suerte, los resultados llegaron”, concluye con orgullo Edgardo Mengascini.

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